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domingo, 29 de marzo de 2015

Saturday I'm in love

(O de cambios de hora)




Sábado 16 de diciembre de 2000. El cumpleaños de mi prima Ana. Estamos todos en Nivel 5. Nivel 5 es nuestra discoteca de los sábados noche, nuestro discopub, con sus luces fluorescentes de neón adornando las paredes, sus dos barras, una disco directamente sacada de los ochenta, de una peli de hombreras y de flequillos cardados, o de una de Bigas Luna, por eso de que en provincia todo llega con retraso. Pero a nosotros nos da igual, es nuestra disco, la nuestra propia, Nivel 5, La Alfoquía, Zurgena. Tenemos hasta nuestro propio DJ, Blas, de Olula, y nuestro propio himno, el Mariachi Total. 

Esta noche es el cumpleaños de mi prima, estamos la delegación arboleana al completo, y ya son las tantas, la noche toca a su fin, pero entonces alguien avisa de que no hay que olvidarse de cambiar los relojes, que lo han dicho en las noticias, que hay que atrasarlos una hora, así que obedecemos todos y atrasamos los relojes una hora, tenemos una hora más de fiesta, explosión de júbilo, hay que celebrarlo, ¡Blas!, ponte el Mariachi Total.

Domingo 17 de diciembre de 2000. Ya queda menos para el final del milenio. 
- ¿Cuándo pensáis levantaros??? La mesa ya está puesta.
- ¿Y cómo tanto??

Consultamos el reloj, bajamos al comedor. En la tele hay algo que no va. Al mundo entero parece habérsele ido un poco la pinza, porque por primera vez en años, el siempre tan cumplidor se ha olvidado retrasar una hora los relojes. Tal vez esa sea la señal definitiva de que este año toque ya en serio lo  del fin del mundo. 

martes, 10 de marzo de 2015

Lecturas prohibidas

Ya os he hablado de "La bicyclette bleue" de mi madre y su obsesión por evitarnos cualquier contacto con la pornografía. 

En el fondo es peor prohibir. Prohibir es desatar la imaginación.

Y además no necesitaba leer ni "La bicyclette bleue" ni "Las 50 sombras de Grey". Yo leía mitología. Comprada por mis padres. Es que la niña está estudiando latín, sus profesores están encantados con ella y le gusta mucho la cultura grecorromana. No sé si mis padres tuvieron alguna vez conciencia de lo que mis ojos devoraban con ávida curiosidad escondida tras las cubiertas de mis libros sobre mitología. 

Bacanales, saturnales, orgías, llamadlo como queráis, lo cierto es que aprendí que no existe ninguna forma de amor ni de sexo imposible por muy descabellada que parezca. Está todo en la imaginación que se le quiera echar al asunto.

Pero contársela a niños es harina de otro costal. Y no me llaméis depravada que fueron ellas las que eligieron el libro de cuentos mitológicos eso sí con dibujos muy cándidos. Y lo cierto es que hasta ahora había logrado esquivar las aventuras de Zeus que como todo el mundo sabe andaba más enamorao que el burro del tío Bojas. Pero es que anoche tocó el cuento de Pasífae, la mujer de Minos, la que le pidió a Dédalo que le hiciera un disfraz de vaca para poder montárselo para pasearse con  el toro blanco de su marido del que se había enamorado. Y todos sabemos cómo acabó aquello.

Creo que el truco está en leer con naturalidad. Por muy truculento que sea lo que se lee, todo está en la naturalidad con la que se lee. 



Eso sí, y muchos recuerdos...

martes, 24 de febrero de 2015

Y dale perico al torno con la falda

Si es que me acabo de cambiar la falda y me he puesto una más larga y me siento tonta no, retonta. Como cuando la monja Calimero (no me pidáis que me acuerde de cómo se llamaba, sólo recuerdo que era anormalmente baja y que con el velo claro y la túnica oscura pues eso, con todos mis respetos siempre a sus pies) corría detrás de las chicas por el patio de recreo si alguna llevaba una falda demasiado corta y cuando lograba pillar a alguna incauta, le bajaba la falda con el consiguiente destape por la parte de arriba de bragas y pantis. Aun a día de hoy no sé si Sor Calimero era consciente de que conseguía exactamente el efecto contrario a lo que se suponía que pretendía obtener. Lo peor del caso es que si llevabas una falda demasiado larga, te obligaban a remangarte la cintura. Total, que sólo se admitía la largura, largor o largueza decente estándar de falda. Y eso que el colegio no empezó a ser mixto hasta nuestro último curso allí. 

Pues eso. Que me he acordado de Sor Calimero, de sus persecuciones por el patio, y de que desgraciadamente veinte y tantos años después sigo siendo una cobarde. Jo. 

sábado, 31 de enero de 2015

En medio de la ciclogénesis

Être au milieu de la cyclogénèse, c'est entendre les arbres furieux gronder dans les parcs, c'est voir les nuages dévaler le ciel poursuivis par le vent. 


Ciclogénesis, tiene nombre apocalíptico, me gusta.

Estar en medio de la ciclogénesis es llegar a Cantoria, oír rugir a los árboles en el parque y sentir algo de miedo. Es que en la noche más negra, desaparezcan durante kilómetros pueblos enteros, así como sus habitantes, atrapados en la oscuridad.  Asistir a una carrera de nubes en el cielo, jamás las había visto correr delante de la luna como lo hicieron anoche. Estar en medio de la ciclogénesis es pasar una noche en blanco por los puñetazos y los chillidos proferidos por el viento contra las ventanas y las persianas de la casa. Pero esta mañana el cielo ha amanecido despejado y sin embargo llueve, el agua que las nubes están descargando a lo lejos, detrás de las sierras, el aire la trae y nos la está echando encima a nosotros. Hay un arco iris. Es temprano aún y hoy no habrá mercado. Nos encontramos a un grupo de mercaeros reunidos junto a sus camiones cerrados, llenos de mercancías que hoy no venderán. Ha venido la policía local y les ha dicho que no pueden montar los puestos. Que hay peligro por el viento y el eucalipto de treinta metros amenaza la plaza. Y ahí están, parados, compartiendo un cigarro y hablando en voz baja, esperando tal vez un milagro para seguir con su rutina. Nos decidimos a dar una vuelta, a goler los efectos del vendaval, y mientras andamos, el viento nos empuja, nos hace la silla, o al contrario, nos impide avanzar. La lluvia de siete leguas nos sigue salpicando, pero hace sol y el arco iris domina el horizonte. Ha caído la puerta de una de las cocheras y el otro batiente está amenazando con lo mismo. Las calles están prácticamente desiertas. Una señora está peleando con el viento intentando tirar del carro que este le quiere arrebatar. Le informamos de que hoy no habrá mercado. Un coche ha amanecido aplastado por una tapia. El ruido del aire lo cubre todo. Dicen que para las 6 habrá parado. Y a las 5 y media procesión. Veremos si sacan a la virgen de la Candelaria, veremos si no sale volando. 

sábado, 3 de enero de 2015

El mal de ojo

 En Francia, mi madre tomó como costumbre atar un lazo al tronco de las plantas que cultivaba en el piso. No sabría decir ahora de dónde procede aquella creencia. Lo hizo sistemáticamente, después de ver cómo se secaban algunas de ellas, las más hermosas, de forma inexplicable y sin poder evitarlo. Mi madre tiene un don para las plantas. No os creeríais lo que es capaz de hacer crecer en una maceta. Lo que es capaz de volver a la vida. Pero aquellas plantas no. Le fue imposible salvarlas. Una mujer de Ávila, inmigrante como nosotros, iba a veces a casa a tomar café y se llevaba a su madre, una mujer que yo recuerdo más que anciana, la anciana más arrugada que he conocido, de ojos hundidos y de moño blanco amarillento, siempre de luto. Al menos así la recuerdo. Mi madre siempre pensó que era una de ellas la que secaba las plantas. Sólo con mirarlas. Sin querer. Porque quien tiene la capacidad para echar el mal de ojo a menudo lo ignora y mucho menos puede controlarlo. Simplemente se ha fijado en aquella planta por ser la más hermosa y a partir de ese momento queda la planta condenada. Por hermosa. Otras veces son los niños los que enferman. Sin ningún motivo racional. Suelen ser niños hermosos, angélicos. Se ponen malicos sólo con mirarlos como no es debido. 

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Epílogo

Al acabar la comida, sintió como en otras ocasiones que tenía cien años. Y también como en otras ocasiones, tuvo el presentimiento de que aquella no era la primera vez que se congregaban. Y por primera vez, quería decir la primera vida en la que se encontraban. Observaba los rasgos distendidos de sus rostros, escuchaba sus voces reír y hablar con entusiasmo, escarbando su memoria en busca de imágenes de otros tiempos y de otras épocas remotas aunque no tan antiguas como para no ser recordadas. Pero entendió que por ahora no podría rememorar ningún momento. Sabía que una sola vida evocada era insuficiente para forjar aquel lazo de unión. Que era imposible que no se conocieran desde hacía cientos de años. Que habían pasado por infiernos hasta llegar hasta aquel ínfimo momento de paz. Que tras la aparente calma de sus ojos yacía un dolor de siglos difícil de borrar, los mismos siglos que llevaban vagando juntos sin descanso, siempre reencontrándose siempre separados.





miércoles, 26 de noviembre de 2014

S.

- Oye, perdona, ¿vais a tardar mucho en quitar la furgoneta de ahí?

La furgoneta, una vieja furgoneta destartalada de un suave color blanco roto tirando a beige, está en medio del callejón. En medio. Ni a la derecha ni a la izquierda. En todo el medio. Imposible maniobrar.

Sale a la calle. Chándal viejo, tripa prominente, otro trago a la lata de cerveza que lleva en la mano y que deja encima del techo de la furgoneta, y entonces por fin habla.

- ¿Es que quieres pasar?

No. Lo pregunto por entablar conversación. Es lo que suelen hacer las mujeres de mi edad en minifalda y pintadas a estas horas de la noche con el coche arrancado; sí, de esa guisa es como nos pone a nosotras preguntar a hombres que beben cerveza sobre el capó de sus furgonetas si tienen para mucho rato de tener el coche ahí en medio sin dejar pasar a nadie. Claro que por otro lado, pregunta tonta por pregunta tonta.

Pero lo peor de todo es que te he reconocido en seguida. ¿Sabes que hubo una época de mi vida en que te quise locamente como sólo saben querer los adolescentes? ¿Sabes que incluso te escribí uno de mis primeros poemas de amor? Tes yeux verts comme le ciel, bleus comme l'oceán... Aún lo conservo, no me preguntes por qué. No, con o sin poema no es que me hicieras demasiado caso entonces. Fue todo muy platónico. Y ahora mismo estoy rogando por dentro por si me reconoces tú también, que no se te ocurra siquiera recordarme que hubo un tiempo en que nos conocíamos.

- ¿Sabes qué? Da igual. Doy marcha atrás. 

Y entonces me subí al coche y salí corriendo de ahí forever.
 

lunes, 24 de noviembre de 2014

El tinte

Este verano me corté por fin la melena. Temí durante mucho tiempo perder algún atractivo si lo hacía, porque hay hombres que sueñan con el pelo largo de las mujeres. Y así pues, mi melena tan larga y lacia acabó sometiéndome a sus caprichos. Pero este verano "en un giro teatral" decidí cortármela. No fue fácil. Exigí con malas maneras a la peluquera que me cogiera a la hora acordada. Porque de haber tardado un minuto de más, habría salido volando con la melena al viento. Pero lo entendió. Y me la cortó. Como a los toreros. Es una de esas decisiones intrascendentes que toma una cuando decide hacer borrón y cuenta nueva. Empezar de nuevo todas las veces que haga falta hasta que todo salga perfecto o al menos mientras haya algún elemento discordante que estropee el cuadro. 

Y el sol me lo tiñó de rubio. Un maravilloso rubio descolorido a lo náufrago. Y empecé a pensar en rubio. No sé. Es divertido no tomarse muy en serio, cambiar de papel a veces, jugar a ser de otra manera. Y es muy muy divertido actuar de rubia frívola y veleidosa. Qué palabra más fea. Suena a tener un montón de vello. Además por más que cambiara de bote de tinte, mi pelo seguía empeñado en ser rubio. Hasta este sábado en que ha decidido que ya no le gusta el rubio, que quiere volver a ser pelirrojo. Y lo cierto es que no me atrae la idea de volver a ser una persona profunda, ambigua, atormentada, compleja y llena de complejos. Pero hasta dentro de un mes no puedo echarme otro tinte. Rubio platino. Ya veremos...


Buenas noches, seguimos en período de prueba!!

martes, 30 de septiembre de 2014

30 de septiembre

Es curioso cómo el tiempo va marcando invisible nuestras vidas. Un día el calor se fue y apareció la lluvia. Además, aquel mes de septiembre de 2014 acaecieron una serie de hechos cotidianos extraordinarios que habrían de cambiar mi existencia para siempre.
Y lo perfectamente dramático que resulta el pretérito perfecto simple. Y sin embargo, más allá del drama, teatro o tragedia,  y de los tiempos con los que me divierto coloreando mis palabras, lo cierto es que fue así. Como casi todo lo que cuento y que casi nadie nunca quiere creer. Y espero no haber olvidado relatar ni uno de esos hechos ni haber escatimado ninguna pincelada y que al leer de nuevo mi diario algún día, pueda recordar cada uno de esos acontecimientos y lo que supusieron luego. Porque a veces vuelvo a leer algunas de mis entradas antiguas y no hay forma de entender nada de lo que quise contarme. 

Y como despedida, hoy, último día de septiembre, un mes después de volver, cuando al llegar a casa a media tarde, he intentado, como una necesidad inconsciente, llenarme de aquel aire tan denso y puro como el agua que podía ahogarme y me he dado cuenta de que no era posible porque el aire estaba viciado y no era el mismo aire, me he sentido náufraga. 

Buenas noches, y ¡feliz mes de octubre! :)

sábado, 27 de septiembre de 2014

Los "based on a true story"

Hoy estoy mejor. Sonrisa. Me queda un poco o un mucho de esta tos ronca y seca pero es sólo molesta. Me gustan los sábados de lluvia donde el tiempo es el pretexto perfecto para estar todo el día metida en casa sin hacer nada especial. Ha llovido en estos últimos días más que en todo el otoño pasado. 

Y lo que me gusta todavía más son las tardes de sofá, manta y un "based on a true story" a la hora del café. He sido fiel a los "based on a true story" desde la primera vez que vi uno. Actores de segunda o de tercera, rostros que se pasean de telefilmes en telefilmes o rescatados de series televisivas olvidadas, nada de efectos especiales ni de grandes presupuestos, argumentos repetidos hasta la saciedad, historias truculentas con gente execrable de por medio, una calidad que se va mellando década tras década, y sin embargo, 
SOY FAAAAAN!!!! 
incondicional.
Se trata de una de esas contradicciones cósmicas.

Sí. ¡Definitivamente, podemos admitir las tardes de sofá, manta y un "based on a true story" en el apartado #pequeñosplaceresterrenales!

Pero lo mejor de todo es cuando justo antes de  que empiecen a desfilar los créditos finales me ponen lo de:

this film is purely fictional. Any similarity to real life persons, places and actions is purely coincidental.

Y entonces gozo brutalmente! Es brooooma!

Feliz sábado!!

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Hello pupils!

Cómo empezar la clase. A ver. 
Hello pupils! 

Magnífico. Impecable. Ahora, ¿cómo se pronunciaba "pupil"?

Hello puuupils!
 
Dios qué horror. No. Esto suena a cualquier cosa menos a English. Y es fundamental que entiendan que entiendo porque de la otra manera me comerán viva.

 Empecemos de nuevo.
Hello puuupls! 
....
¿Puuupls? En serio ¿puuupls? Definitivamente creo que la u no se pronuncia u.

A ver.

Hello popls!! 

Jejeje. Popls suena a "bubbles". "Bubbles". ¡Hola pompas! Jejeje. Venga va, que nos salimos del tema.  

A ver. Tal vez abriendo la o. 

Hello paaapls! 

Dioooos!!!! paaaapls paaaaapls paaaapls. Esto no mejora. Pupl popl papl pipl "pepper" "purple" "people"???? Tiene que haber una forma de pronunciar esa palabra. Aaarrgghh!!!

pupil 1[ˈpjuːpl] 


¿Piupl? En serio, ¿piupl????? Pues qué feo.

Empecemos de nuevo: 

Hello students!




(Mañana mi primera clase de inglés después de ocho años. Deseadme suerte!! Y good evening!!!)

jueves, 3 de julio de 2014

La bici

Era la bici más bonita que había visto nunca. Negra con motivos florales color fucsia, seis marchas con cambio automático, una luz delantera blanca y otra trasera roja, ambas led, que se encendían dándole a un interruptor de silicona, incluso el cable de los frenos destacaba por su bonito color rosa chicle. Aquella bici era el sueño de cualquier niña. Y con garantía de por vida.

- Pues no cabe
- ¿Cómo que no cabe?
- Que no cabe
- ¿Teniendo una ranchera y no nos cabe una bici de niña??? Hay gente que se hace cienes y cienes de kilómetros llevándose el piso entero y a toda la familia metidos en un solo coche y nosotros no  podemos con una ranchera y una bici de niña!! ¡No me lo explico! … Y si dejamos a las niñas en el mostrador del decathlon,  corremos su asiento pa'lante, metemos la bici, la llevamos a casa y luego venimos a por ellas???
- …
- … es que es una bici tan bonita…

Semejante bici para una niña que siempre había ido con ruedines planteaba casi un dilema moral. Porque soltar a la niña era estar seguro al 100% de que al final se caería.

Casco rodilleras coderas guantes pantalón de pana chaqueta recauchutada- sus padres se sentían más seguros ahora.

Se subió a la bici de la niña. Nunca había visto una bici tan bonita. El paseo estaba anormalmente desierto de niños y padres por el airazo que se había levantado a primera hora de la noche. Julio había empezado frío. Anormalmente frío. Se subió a la bici y con el primer desequilibrio y la sangre al cuello recordó por qué no le gustaban las bicis.

Caídas. Decenas de ellas. Ridículas. Como caerse de un poyete que no pollete de unos cuarenta centímetros de alto mientras se está pelando la pava con los chicos del Prado (de Arboleas). O quedarse sentada en el bordillo de la acera mientras la conductora sale disparada, bastante aligerada tras soltar su carga en el salto. Aquella cuesta que llevaba al río, sin frenos y con su hermana sentada en el portaequipaje trasero. A la segunda bajada la tragedia, la bici tropieza, sale volando, ellas salen volando, con la mala suerte de que su hermana cae encima de ella y la arrastra por el lecho seco y lleno de porquería del río. El lado izquierdo de la cara ensangrentado, la Elisa que las ha visto desde el puente sale corriendo a decirle a su padre que se ha cortado la cabeza (verídico). Cuando se caen las costras de la cara queda una cicatriz negra. Sus padres le pagan la cirugía.

La última vez que se subió a una bici, iban todas a Zurgena. Unos 4 ó 5 kilómetros. No supo cambiar de marcha, o estaba estropeada, era una de las bicis que había aparcadas en la carpintería de su abuelo. Así fue, durante todo el trayecto, con una marcha muy corta, la del pedaleo muy rápido para grandes pendientes, todo el rato pedaleando muy corto y muy rápido, cuesta arriba y cuesta abajo. Ridícula. Se quedó pronto atrás. Para variar. El último recuerdo, ya completamente sola, en mitad de un llano, con su pedalear rápido, constante, inútil, cómico, cuando surge el gargajo. No la ve nadie. Lo escupe. Hacia delante. El escupitajo se le vuelve. Le da en toda la cara. Ay. M… de suerte. Se baja, se limpia y se vuelve.

Nunca le gustaron las bicis.

sábado, 24 de mayo de 2014

Pasando el aspirador

Hubo un tiempo en que limpiábamos juntos y era muy muy divertido. Eso sí. La hora de la limpieza se prolongaba indefinidamente con las vueltas que se daba del aspirador o armada del chufchuf antipolvos al ordenador para consultar las respuestas en el facebook y en el twitter. Por mi parte yo era feliz y se me hacía corto y ameno. Y eso que odio limpiar. Porque si yo tuviera millones, no volvería a coger una bayeta jamás de los jamases. Nunca. Pero lo cierto es que limpiar así era muy muy divertido. 

Desgraciadamente nos perdimos a medio camino entre el cuarto de baño y la cocina, o puede que en el comedor o en cualquier otra estancia. Y es de esas cosas que parecían insignificantes pero cuando ya no las tienes, se echan de menos.

En fin. Que siempre que limpio me acuerdo de aquellos momentos con una sonrisa. Es verdad. Y si de vez en cuando coincidimos casualmente en limpiar a la vez, para mí es como saborear un pequeño bocado de aquellos tiempos. ((:


Buenas tardes ya!! Toca ir preparándose!!


viernes, 23 de mayo de 2014

Morten Harket

Pasa, pasa, que pases, olvídate, pasa, no merece la pena, déjalo, pasa, que no te afecte, vive tu vida, sigue tu camino, pasa de todo, diviértete, disfruta de lo que tienes, valóralo, rehaz tu vida, olvídalo y pasa, no merece la pena, que pases-
hummm...
Es que uno ya está acostumbrado a ir en bolas por la vida. La primera vez es chocante, en lo propio y ajeno, no hace falta siquiera imaginarlo, y ni que decir tiene bastante embarazoso. Y a la tercera te das cuenta de que es algo inherente en ti. La desnudez como sino, rumbo y procedimiento. No hay más. Y tampoco es para tanto. Los hay peores. Y todo lo que añadiría a este punto competería más a la charlatanería más chabacana pues hay cosas que por desgracia no deben describirse con palabras.


Pero lo realmente importante es que esta mañana, al abrir el apoyabrazos delantero y meter la mano en busca del CD de Linkin Park como banda sonora a un estado de sitio que no parece tener fin, me encontré con él sin recordar cuando lo puse ahí o si alguna vez lo hice.

Quita el CD de los Cranberries y ponlo, está ahí por ti, ha venido porque sabía que lo necesitabas. Canción 1  y 4. Minor Earth, Major Sky, y déjate llevar por la voz del hombre con el que estuviste a punto de casarte. Tenías trece años, a esa edad no existen los imposibles. Y estabas tan segura de que tarde o temprano te casarías con él que es imposible que no haya estado a punto de suceder. Todavía estás a tiempo. Nunca se sabe, con las vueltas que da la vida. Sólo son 14 años de diferencia. Y lo querías tanto. Eso barema bastante.

Y ahora como hace un rato en el coche toca en mis auriculares una y otra vez su dulce voz de falsete que suena a lullaby siempre bálsamo para mi estado de sitio.


Good night!! <3 <3 <3






lunes, 3 de marzo de 2014

La estación de trenes

Es una estación de trenes chica, tan chica que de lo chica que es podría pasar perfectamente por insignificante. Sólo consta de un edificio que apenas logra tapar el andén desde la carretera. Su fachada que fue una vez antigua ha quedado renovada a golpe de brocha encalada y de tan blanca que ha quedado ofrece el aspecto aséptico de una enfermería. Se halla perdida en medio de una carretera que bordea los campos de hierba verde.

Durante el tiempo que estuvimos en la ciudad el año pasado, no pasamos por allí ni una vez. No hubo tampoco motivo. Pero ayer, íbamos a unas pequeñas urgencias y al verla, me acordé de inmediato.

¿Por qué no había caído antes de que estaba allí? ¿Por qué no la recordé? Mi memoria no encontraría motivo para hacerlo.

Hubo una vez unas tardes de viernes en las que estuve en ese andén que no se ve desde la carretera, esperando un tren. Hacía trasbordo en aquel pueblo que me sonaba mucho pero del que materialmente sólo conocía aquel andén. Era el punto de inflexión entre el tren que acababa de alejarme del apartamento donde vivía sola y desde el que oía las campanas de la Plaza de las Campanas y el que me llevaba lejos. Durante un año, aquella estación sólo fue un lugar de paso cuyo suelo me quemaba y moría con impaciencia por dejar para subirme corriendo a un tren que me llevaba a donde quería estar.
Los pocos viajes de regreso que hice en tren no pararon nunca allí. Así que nunca fue una estación donde fumarme la agonía de tener que volver al apartamento desde el que oía las campanas de la Plaza de las Campanas. Durante un año sólo fue una estación de ida. Sólo un andén de huida.

Ayer nos detuvimos unos minutos ante la estación a mi requerimiento.  Y me di cuenta de que nunca antes había estado a este otro lado. Y me pregunto si de alguna manera aquella que esperaba hace años su tren habrá notado mi presencia.

jueves, 20 de febrero de 2014

Les chemins de la vigne sont inénarrables.

Así es como se lo enseñé a Cris, mucho antes de que emprendiera su aventura hacia México.

Y ¿por qué la emprendió? Pues por eso mismo, porque "les chemins de la vigne sont inénarrables". Como código de conducta, no hay que plantearse nunca el porqué de las cosas que ocurren, simplemente aguardar el momento en que queda desvelado, resultando siempre insultantemente distinto a cualquier cosa que pudieras haber imaginado. 

No recuerdo cuándo surgió el axioma. Sé que fue, porque veo a Cris sentada frente a mí pronunciándolo en tono burlón con su sonrisa, la sonrisa de Cris, en una de nuestras reuniones, alrededor de unos tercios en el bar de siempre, un "enséñame francés" con una réplica jocosa a lo "les chemins de la vigne sont inénarrables".

Echo de menos aquellas reuniones. Nos echo de menos, tan a menudo que me daría pudor confesároslo. Hoy he recibido, agarraos bien a las sillas chicas, no os lo vais a creer, y vais a alucinar como yo, un mensaje de un chico o puede incluso que sea chica, no lo sé, pero que escribe, no podéis imaginar cómo lo hace, es impresionante, y me he puesto en plan loca total, en plan "no me lo puedo creer, ¿es a mí en serio?". Que soy yo. Ya me conocéis. Y mientras se lo contaba a unos dobles que tengo yo por aquí para suplir vuestra ausencia, os he echado de menos porque sé que os habríais puesto igual de locas que yo.

El cómo he llegado hasta aquí, pues como siempre se llega a todas partes, por la calle del desengaño supongo. Pero ahora estoy aquí y es tal cual lo repetimos tantas veces, "les chemins de la vigne sont inénarrables". ¿O eran inescrutables?

Besitos de casi viernes!! 



lunes, 17 de febrero de 2014

la lagartija

Querido Papá que me sigue leyendo día tras día,

Imagino tu cara de sorpresa y de espanto esta tarde al leer mi última entrada después de muchos días, por su carácter ligeramente erótico al que te tengo tan poco acostumbrado. Y no es que sea mi intención insinuar en ningún momento que Mamá y tú sois de los que se escandalizan con este tipo de lecturas; aún recuerdo aquel "La Bicyclette bleue" que Mamá subía a lo más alto de la biblioteca pensando que así no lo alcanzaríamos, bueno, y te refrezco la memoria por si has olvidado que fuiste tú quien me dejó leer "La faute de l'abbé Mouret". 

Todo esto no justifica el soponcio que he sentido hoy por segunda vez al publicar algo de ese estilo pero no tenía más elección que hacerlo. Y hace un momento, reflexionando sobre el porqué, me he acordado de la lagartija otra vez.

Tendría unos trece años. Aquella zagala, alumna como yo del colegio Jeanne d'Arc de Genas Azieu, la había tomado conmigo. Bueno, ¿y quién no? Admitámoslo, no era lo que se dice la más popular. Aún hoy no me explico cómo sobreviví a aquella época la verdad. El caso es que cada vez que me veía me cantaba la canción de inicio de "Zora la rousse", una serie B de adolescentes rebeldes yugoslavos. Sí, soy pelirroja. Es lo único que tenía en común con la prota Zora. Y algo que me parece tan nimio ahora me exasperó hasta tal punto entonces que un día, una de mis "amigas", qué buenas amigas eran, cogió una lagartija y me la tendió para que se la tirara a la coplera. ¿Creéis que me lo pensé dos veces? Ni una vez siquiera. Me acerqué a la que ya me estaba cantando y le dije que o dejaba de llamarme Zora la pelirroja o le tiraba la lagartija. Me dijo que si le tiraba la lagartija, me pegaba un puñetazo. Y fue todo en uno, lanzar la lagartija y asestar el puñetazo. Acabamos las dos en el despacho de la directora Sor Miriam. Aquella noche creo que no te diste cuenta del golpe que llevaba en la sien porque lo intenté ocultar con el pelo y creo que Mamá lo sabía pero que no dijo nada. O puede que sí te dieras cuenta  y que se armara la de Dios. Aunque mis recuerdos son difusos ahora.

Pero sigo pensando que hay momentos en que merece la pena tirar una lagartija para que algunos se callen la boca un segundo aunque acto seguido el puñetazo te lo lleves. 

¿Tiene sentido? Buuufff...

Buenas noches,

domingo, 9 de febrero de 2014

CLASS OF "201..."






















Cada equis tiempo, surge una clase, un grupo, diferente a los demás, uno que consigue no se sabe muy bien cómo hacerse con tu corazoncito de profe. No, no se trata siempre del grupo más brillante, ni mucho menos, muy al contrario, si los críos de este grupo en concreto me sacan las canas verdes tres horas a la semana, no he visto grupo más negativo, más gandul, más perro, más "no sé hacerlo".

Llevo cuatro años con la mitad de ellos, tres con todos. Y cada vez que llego a clase me pasa algo extraordinario. Cada vez que entro, de pronto me teletransporto a un estudio de Malibú donde están rodando alguna de aquellas pelis para adolescentes de los 80. ¿Os acordáis de aquellas pelis? ¿El club de los cinco? ¿Admiradora secreta? Pues ahí están todos, desde el deportista guaperas hasta la chica solitaria. 

El guión de la peli es muy sencillo. Mi grupo, el de los flojos, ha hecho piña y son muy grandes y muy felices, mucho más que los listos y populares, a los que acabarán ganando in extremis en alguno de esos concursos imposibles que salían en las pelis. 

Cada uno de ellos es absolutamente singular, tan singular que incluso podría parecer que exagera su papel, y cada uno conforma la pieza de un puzzle muy complicado de ensamblar en el cual han aprendido a encajar. Y el conjunto funciona gracias a cada una de sus piezas. Y adoro a cada una de esas piezas por su singularidad y por cómo ha sabido acoplarse al conjunto. Y durante tres horas a la semana, yo soy feliz con ellos.