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miércoles, 11 de marzo de 2015

Alejandro

Me gusta pronunciarlo como en la canción. Alargando la sílaba "jan" y abriendo exageradamente la a. Pronunciando la erre más suave de lo normal. Y la o final redonda. A lo Lady Gaga. Me encanta. Y creo que de elegir a alguien, sería a un Alejandro para poder decírselo a todas horas. Alejandro por allí, Alejandro por allá. Siempre muy melodramático todo, claro. A lo diva.
Alejandro...






viernes, 23 de mayo de 2014

Morten Harket

Pasa, pasa, que pases, olvídate, pasa, no merece la pena, déjalo, pasa, que no te afecte, vive tu vida, sigue tu camino, pasa de todo, diviértete, disfruta de lo que tienes, valóralo, rehaz tu vida, olvídalo y pasa, no merece la pena, que pases-
hummm...
Es que uno ya está acostumbrado a ir en bolas por la vida. La primera vez es chocante, en lo propio y ajeno, no hace falta siquiera imaginarlo, y ni que decir tiene bastante embarazoso. Y a la tercera te das cuenta de que es algo inherente en ti. La desnudez como sino, rumbo y procedimiento. No hay más. Y tampoco es para tanto. Los hay peores. Y todo lo que añadiría a este punto competería más a la charlatanería más chabacana pues hay cosas que por desgracia no deben describirse con palabras.


Pero lo realmente importante es que esta mañana, al abrir el apoyabrazos delantero y meter la mano en busca del CD de Linkin Park como banda sonora a un estado de sitio que no parece tener fin, me encontré con él sin recordar cuando lo puse ahí o si alguna vez lo hice.

Quita el CD de los Cranberries y ponlo, está ahí por ti, ha venido porque sabía que lo necesitabas. Canción 1  y 4. Minor Earth, Major Sky, y déjate llevar por la voz del hombre con el que estuviste a punto de casarte. Tenías trece años, a esa edad no existen los imposibles. Y estabas tan segura de que tarde o temprano te casarías con él que es imposible que no haya estado a punto de suceder. Todavía estás a tiempo. Nunca se sabe, con las vueltas que da la vida. Sólo son 14 años de diferencia. Y lo querías tanto. Eso barema bastante.

Y ahora como hace un rato en el coche toca en mis auriculares una y otra vez su dulce voz de falsete que suena a lullaby siempre bálsamo para mi estado de sitio.


Good night!! <3 <3 <3






viernes, 26 de octubre de 2012

La inquietante voz de Lana del Rey

El frío sorbe las noches  de otoño desde el momento en que se pone el sol, las devora, bocado tras bocado, culminando su festín en la madrugada y nada me gustaría más ahora que quitarme esta bata, ponerme a salvo bajo mi edredón recién puesto y dormir, dormir y soñar en otros mundos y otras vidas tal vez más felices. Sí, soy rico en  sueños, puede que no tenga demasiado valor para vosotros pero mis noches son a buen seguro más interesantes que las vuestras.
Pero no, en lugar de eso, estoy aquí, haciendo el tonto porque hace días que quiero dejar testimonio en algún sitio de esto que me pasa y no me salen las palabras como quiero que me salgan.


Ocurrió la semana pasada. Me gusta ponerme la radio en el coche. Además últimamente tengo sed de nueva música, como una necesidad vital que me surge de vez en cuando. Y si una canción me llama la atención hasta el punto de escribir las letras de su estribillo en un paquete de tabaco mientras voy conduciendo, deduzco que me gusta de veras.
Ha sido al teclear el nombre de esa canción y al entrar en la página oficial de youtube a la que me ha  remitido google cuando me he dado cuenta por los fotogramas de los demás videoclips de que era la tercera vez que buscaba esa voz en un espacio relativamente corto de tiempo aunque no las había relacionado entre ellas hasta entonces.


Desde ese momento, esas tres canciones se han convertido en una obsesión, las escucho una y otra vez mientras intento entender el por qué de la fascinación que ejercen sobre mí.


No esperéis de mí una crítica musical. No entiendo ni jota de música, la escucho y sé distinguir entre lo que me gusta y lo que no y me sobra lo demás. Mi carrera musical acabó cuando tenía 6 años, cuando el maestro de música nos dio aquellas botellas de plástico con el fondo recortado para que las usáramos como instrumentos de viento. Me gustó cómo sonaba aquella corneta improvisada, conseguí sacarle diferentes notas, me estaba esforzando y me lo estaba pasando en grande, me estaba gustando eso de la música, y entonces unos compañeros me dijeron que había oído al maestro reírse de la cantidad de baba que estaba soltando por la boca al soplar y cómo lo estaba poniendo todo perdido. Ese día, le dije bye bye a la música. Tampoco canto, mi voz es fea y bronca, tengo la voz rota, no me gusta escucharme. Y luego está la voz de Lana, ora dulce y clara cuando susurra y gime,  ora etérea y grave.


Me da igual quién es Lana del Rey en realidad. Me da igual que sea comercial, que me hayan vendido un producto prefabricado, que sea artificial, me da igual. Me dan igual todas las chorradas que os habéis inventado en torno a ella. QUE ME DA IGUAL.

Sólo me importa que cuando cierro los ojos, los acordes me transportan lejos, muy lejos de aquí, en un lugar fuera de este mundo, hecho de belleza y armonía. Cierro los ojos y veo sus cuerpos celestes y puros, blancos, desnudos,  moverse despacio por el aire.  Se contorsionan con languidez,  atenazados por un exclusivo y desconocido placer; una melodía lenta, lasciva,  acompasada al ritmo de dos amantes que se buscan y juguetean,  ahoga sus jadeos; y si el ritmo de la música acelera, sus espaldas se arquean  y sacuden sus largas melenas doradas   y cobrizas, mientras sus caderas cabalgan  arrogantemente sobre otros cuerpos menos puros a los que retienen entre sus muslos de mármol, agarrándome el estómago. La música vuelve a su ritmo quedo. Respiro de nuevo.


Pero, aunque no os lo creáis, cuando la escucho, no siento amor, ni tan siquiera deseo. No deseo a Lana, no deseo besar la pulpa de sus labios, ni cabalgar entre sus largas piernas esculpidas en la piedra. Los lentos acordes de sus melodías me conducen de pronto a habitaciones aterciopeladas de colores pardos donde lo único que irradia luz es  la piel de nácar de jóvenes peinadas a lo Verónica Lake cuyas miradas hastiadas de dar placer me miran con desdén y atraviesan mi pecho como dardos de fuego.

La voz de Lana me inquieta y me angustia. No es amor lo que emana de ella sino la muerte de la esperanza y la corrupción de los sentidos. Y  cuando la escucho me vienen a la mente sensaciones otrora vividas que creía olvidadas y que experimento ahora a flor de piel una y otra vez.


Porque todos tenemos una parte de pureza y otra de pecado. Porque todos somos luz y oscuridad. Porque somos vida y sin embargo, somos irremediablemente muerte.

domingo, 20 de mayo de 2012

El cuento de cada noche

Las niñas, mi marido y yo tenemos un trato. Cada noche, cuando toca irse a la cama a dormir, tenemos que contarles un cuento. A cambio, cuando finaliza el cuento, se acuestan y apagan la luz sin protestar. Así que cada noche, nos vamos turnando su padre y yo para contárselo.

El cuento es de temática libre aunque tienen sus preferencias. Como buena sirena que es, a Gabriela le encantan los cuentos de princesas en general y de sirenas en particular. Isabel María es más abierta, sólo quiere que el cuento la entretenga, que le haga gracia y como eso no suceda pronto, se pone a jugar con la sábana y el edredón y a inventarse sus propios cuentos en una lengua indescifrable para los demás.

Y debo confesar que le estoy tomando gusto a eso de leer cuentos infantiles. Al principio, Gabriela se empeñaba en que debían ser cuentos inventados. Yo el único cuento que fui capaz de inventarme de principio a fin fue el de un conejito llamado Toallitas que vivía en el apartamento situado en la quinta planta del Señor y de la Señora Smith y lo que sigue... ufff. El resto de mis cuentos eran variaciones de los clásicos de toda la vida. Hasta que un día, presa de la desesperación, abrí uno de sus libros y me puse a leer. Y les gustó. Y a mí también.


Y tal vez esa sea una de las razones por las cuales últimamente no estoy disfrutando de mis lecturas de adulta como quisiera y solía. Son tan deprimentes y tan poco creíbles algunas. Para muestra un botón como el del personaje del periodista de Millenium que me tuvo enganchada todo el verano. Lisbeth me encantó pero ese tío, el típico cuarentón buenísimo, listísimo, atractivísimo, con todos los ísimos posibles, el súper héroe que todo lo controla y que lo hace todo de lujo?? Bueno, y si además tiene lo que se llama "ética" y sólo lo mueven "nobles sentimientos" apaga y vámonos. Antes me espero a ver a tres cerditos trabajando como albañiles o a una familia de osos desayunando gachas  que encontrarme con una joya semejante que debe aburrir en su cotidiano hasta a las ostras. Al menos los cerditos se montaban buenas juergas. Y lo mejor del caso es que después nos burlamos de la princesita ñoña de turno. Y este tío tan perfecto y al que todo le va tan bien, ese héroe de best seller que parece haber nacido con una flor en el culo, ¿de dónde lo han sacado? Y luego está la contrapartida, léase en este caso mi última distracción que son los cuentos de Flannery O'Connor. Si no me he podido acabar el último, consternada como me he quedado. Un pobre zagal que se hace polvo corriendo detrás de un pavo para que sus padres dejen de considerarlo raro y que se enorgullezcan de él por cazar un pavo, se da un golpe en la cabeza, pierde el conocimiento y el pavo, se caga en Dios, quiere volverse un chico malo, hasta aquí todavía, porque no es tan fácil cazar un pavo. Pero de pronto, ô ilusión, se encuentra con el pavo muerto, se va para el pueblo a llevárselo a su casa y al final, ¿quéeee? Eih ¿QUÉEEEEE? Al final cuatro tíos chungos del pueblo se quedan con el pavo?!?!??!?! Pero ¿esto qué es? ¿Era mucho pedir que se acabara comiendo el pavo? ¿Y no pensará alguien que yo puedo contarle semejante drama a mis niñas, ni ahora ni cuando tengan 30?



Esa es una de las partes buenas de los cuentos infantiles. Que estos siempre tienen que tener un final feliz. No se conoce ningún cuento infantil que haya acabado mal nunca, porque el trato que tienen los niños hecho entre ellos es que cuento infantil que les cuente y que acabe mal, cuento que va directamente a la hoguera, a la basura o al olvido. Y me parece un trato más que razonable.


El cuento estrella de esta semana en mi casa es una versión un tanto libre de Horrible Henry y Pedro Perfecto. Se trata de dos niñas preciosas y muy buenas que en cuanto cruzan el umbral de su casa se transforman en Gabriela Horrible e Isabel María Horrible, el azote de sus padres. Y a la pequeña parece que le gusta porque no se esconde debajo de la sábana y se ríe tanto que acaba siempre con hipo.

¡Buenas noches!



miércoles, 2 de mayo de 2012

La extraña desaparición de Guillermo

La entrada de hoy no iba en absoluto de esto. Pero mi mente siempre hace extrañas asociaciones o disociaciones, según se mire. Aunque para alguien como yo que tiene el oído musical extraviado para la derecha, o para atrás, que el tema de la música se esté convirtiendo en Trending Topic en este blog es personalmente surrealista.



Cuando nombro, mento o hablo de mi madre, son muchas las ocasiones en que oigo en OFF la canción que dedicó Guillermo a su madre. Es raro, lo asumo, es una musiquilla de fondo que se oye muy muy a lo lejos y admito que se ha ido disipando con el tiempo. Pero sé que está ahí, la siento y si le presto la suficiente atención, puedo entender claramente lo que dice esa voz.

Curso 1999/2000. Estoy en Ronda. Ese verano, suena la canción "Estoy harto". Eran los años en que lo compartía casi todo con mi hermana, mi amiga, mi cómplice. Incluso nos gustaban y escuchábamos juntas las mismas canciones. Y esa canción nos gustó, tanto que ipso facto compramos el CD. No, no había tanto internet, ni tanto megaupload, en muchas ocasiones se seguían grabando las canciones de la radio y cuando de verdad te gustaba una canción te comprabas el CD entero a sabiendas que lo escucharías durante horas, días e incluso semanas hasta hacer tuyas cada una de esas letras.

Y me alegro mucho por todos aquellos que guardan en sus MP6 un millón de canciones. La BSO de mi vida es algo más escueta, pero no envidio ninguna otra.


¡Lo que hemos podido cantar esa canción! Como Dios manda, cantábamos À TUE-TÊTE como dicen los franceses, y en el coche también, ¡claro que sí!


Era bueno, ese CD era muy bueno. Estoy convencida de ello. Nosotras no éramos activistas, ni heavys, ni pijas, ni antis, ni pros, no pertenecíamos a ninguna fauna en particular, éramos difícilmente clasificables, ni queríamos pertenecer a ninguna tampoco, pertenecíamos a todas a la vez, no éramos nadie para los demás, pero lo éramos todo para nosotras mismas, y eso era lo único que importaba. Y ese CD era bueno. Porque las canciones nos hablaban y las entendíamos.


(También es cierto que entre otros escuchábamos Camela. Y también eran muy buenos cantando al amor a su manera!!!)

Creo que fue el año pasado, rebuscando vídeos para añadirlos a la lista de favoritos de mi canal youtube que di con Guillermo.  O mejor dicho que no di con absolutamente nada de Guillermo.

Es imposible que no haya apenas nada, unos pocos comentarios que más que aclarar lo que ocurrió siembran aun más desconcierto. Es que es imposible que en la era digital en la que vivimos actualmente no haya NADA. Si todos estamos aquí metidos, si todos somos "buscables" y "encontrables", no digamos alguien que consiguió hacer llegar su música a mucha gente en poco tiempo.

Pertenezco a ese pequeño cacho de humanidad que se pregunta todavía hoy por qué desapareció Guillermo. De dónde procedía. Cómo era su vida antes y cómo fue después. Por qué no siguió cantando. Y como se esfumó de la noche a la mañana. Con la escasez de talento que padecemos hoy en día... No sé. Es raro, el halo de misterio que envuelve su desaparición añade aun más misticismo a sus canciones.

Tras una búsqueda infructuosa en mi casa esta tarde, he logrado descargarme el álbum. Lo estoy escuchando después de todo este tiempo. Quiero averiguar cuál era mi canción favorita. No sé si era "Dos Miradas"... Pero lo que oigo es precioso...




PD: ¿soy la única que oye música en OFF en su cabeza? Ay madre...

martes, 24 de abril de 2012

What's the Story, Morning Glory?

Antes de marcharme esta mañana para el curro, me he dirigido al mueble de los CD (de cuando aun se escuchaban CD) y he cogido el primero que he encontrado. Y no ha sido premeditado. No sé qué me ha empujado a hacerlo. Supongo que verme en mi Astra rojo pasión escuchando por enésima vez la recopilación de The Smiths, canciones 3, 6 y 10. Porque no soy irreflexiva ni espontánea, nunca. Mmm... Casi... Sonrisa.

Claro que he vuelto a escuchar "Wonderwall" muchas veces a lo largo de estos, cuántos han sido, 15, 16, tal vez 17 años. Claro. ¿Por qué no lo iba a hacer? Es bonita, es muy british, me encanta y en parte me pertenece. O al revés. Fue la canción que marcó mi estancia como Erasmus en Cork, la que escuchamos todos, extranjeros e irlandeses, a lo largo de aquellos 4 casi 5 meses. Aunque para muchos irlandeses a los que conocí esa canción era bullshit. Bueno, realmente, para algunos prácticamente todo era bullshit.

Volver a escuchar el CD que te ponías una y otra vez hace una vida es durante unos instantes transportarte a aquella época desde las primeras notas. Como reconocer al pasar el perfume que marcó un momento de tu existencia. Y no es tanto por las imágenes que guardas en tu retina, como las sensaciones, el estado de tu ser hace años luz cuando los escuchaste por primera vez, casi tantas sensaciones como acordes suenan. Cierras los ojos y casi puedes volver atrás.

Claro que no puedes volver a escucharlo una y otra vez sin parar como lo hacías entonces. Porque eres consciente de que si lo haces, esos recuerdos desaparecerán como llegaron, por arte de magia, la música dejará de pertenecer a tu pasado para pertenecer a tu presente y ya nunca más volverás a sentir aquello.

Por qué se me han llenado los ojos de lágrimas y he tenido ganas de llorar escuchando el "Don't look back in anger". No lo recuerdo. Pero no era tristeza sino la imposibilidad de retener el raudal de emociones revividas al oír la voz desgarrada de Liam Gallagher. El corazón se ha descontrolado en su carcasa, me latía más fuerte, esta mañana en el coche, y hace un momento, al volver a escucharla. Respiraba más deprisa, tenía que soltar toda esa respiración que me tenía casi jadeante e inmóvil para no reventar. Y mientras lo sentía, he sonreído.

Cierras los ojos, vuelves atrás y te das cuenta de que nada ha cambiado en el fondo y que sigues siendo la misma persona, y puede incluso que más fuerte ahora que sabes lo que pasó después y de lo que fuiste capaz. Y es increíble la energía que recorre tu sangre renovada porque ya no eres una sino dos, la de aquel entonces y esta unidas para enfrentarse al mañana.

No quiero gastar esos acordes. Quiero volver a sentirlo algún día. Así que apago ya la música.