miércoles, 28 de noviembre de 2018

la coletilla

Como en todas las casas, en las familias de bien, de las que se muestran cariño y respeto, ellos también tenían sus costumbres y sus historias, existían guiños, frases y coletillas que sólo los escasos cuatro miembros de aquel clan entendían y que dentro de muchos años, si no perdían la capacidad para hacerlo, recordarían con añoranza y alguna lagrimica en los ojos.

Una de esas coletillas surgió por casualidad una noche en que las camas de la vieja casa se habían juntado en el único dormitorio que quedaba fuera del alcance del ruido de la calle, una semana de fiesta, para que todos pudieran conciliar el sueño. En medio de la noche, con la luz ya apagada, salió de una de las voces cantarinas.
- ¡Good ass!- desembocando de inmediato en una gran carcajada conjunta.
- Good ass es buen culo.
De nuevo muchas risas seguidas de la misma voz.
- Pues eso, ¡good ass!
Se oyeron algunos murmullos de ratones y la voz más pequeña que no quería quedarse atrás nunca añadió:
- And very very pooh.(pronunciado pou)- Risas y más risas.

Y así fue cómo se gestó la forma en la que desde entonces la familia de cuatro se deseaba las buenas noches en aquella casa.

¡Good Ass!

Una luz

- Mami, esta semana es la semana de la discapacidad. Pero no debemos llamarlo discapacidad sino capacidades diferentes. Porque esos niños no tienen discapacidad, porque pueden hacer un montón de cosas, sólo que tienen capacidades distintas.

Así que ya sabéis.

Y qué capacidad tiene mi niña para ensancharme el corazón.

Los abuelos del facebook

¿Sabéis esos padres que desde muy chiquitillo te dicen que no te metas en peleas, que no le faltes a nadie, que tengas mucho cuidado en alejarte de los enfrentamientos y de las disputas, que no insultes, que no te pegues, que no te pelees con nadie, que pongas la otra mejilla, que no te piques, que huyas, que los cementerios están llenos de valientes, que no respondas a una provocación, que pegarse es de gente baja y que no te han pagado los estudios para que te líes a tortazos con nadie? Pues eso han sido mis padres con mis hermanos y conmigo desde que tengo uso de razón y supongo que antes. 

Y ahora resulta que después de tanto predicar y predicar, en sus ratos de asueto, a dúo, cada uno por su lado armado de su portátil, se dedican a liarla parda en el facebook (gracias a Dios que no han descubierto aún el twitter), llamando hijueputas, mal nacidos, analfabetos, desgraciados o imbéciles en el mejor de los casos a todo quisqui que se les encara o que dice algo de lo que discrepan. Pero ¿desde cuándo alguien es imbécil por no pensar como uno mismo? ¿Dónde están esos padres que nos criaron en el respeto hacia el otro? Se han convertido en unos macarras. Y una cosa es decirlo y otra cosa es leerlos, que a mí me sube y baja la tensión alternativamente conforme voy leyendo sus comentarios. Vamos, que la otra mañana, desayunando, un poco más y me atraganto con el café al leer en todas sus letras: "Franco, que resucite YA".  Que creo que me dio hasta taquicardia. Ay Dios mío. Y todos sus contactos leyéndolo igual que yo. ¿Qué pensará la gente de nosotros? Si yo sé que mis padres no son franquistas ni nada que se les parezca, si siempre han sido muy abiertos de mente. ¡Si mi madre odia las monjas! Lo que tienen es comunistofobia, agravada en épocas de elecciones, como si fueran a invadirnos los bolcheviques. ¡Es que no pueden, no pueden ni verlos! Preferirían que traficáramos con órganos antes que hacernos comunistas. Es algo patógeno. No los soportan, ven a alguno asomar en alguna noticia y se ponen histéricos. ¿Dónde están esos padres que nos pedían que contáramos hasta cien antes de responder a una afrenta? No, estos son de gatillo rápido. Y ya cuando se nombra al coletas, es que se desata en ellos una especie de síndrome de Tourette a lo bestia, y venga soltar sapos y culebras, y venga dar palos a diestro y siniestro, toma y toma, no dejan piedra sobre piedra.

Estamos mis hermanos y yo asustados pensando que algún día alguien se tome en serio sus arengas. Lo menos malo serían los 200€ que costaría cada insulto. Habría que pedir un crédito, pero bueno. Ahora bien, imaginad el escándalo, "una pareja de abuelos imputados para hacer apología del fascismo" y la foto al lado de los dos. Y que a los nietos les digan en el cole, mira tus abuelos. ¿¿Por qué no piensan en sus nietos??? ¡¡Qué culpa tienen las criaturas!! Si cultivaran maría, nos daría menos fatiga. 
Desde que están así, los tres (mis hermanos y yo) estamos muy asustados. Desde luego. Pero ¿qué hacemos? A ver, ¿qué hacemos?


Blue mood

Ya está. 
Los catetos se han enterado y han acabado con las existencias. 
Les ha costado quince días entender la noticia, lo comprendo, les cuesta, les cuesta, pero finalmente ha ocurrido y ya no hay queso tostado entrepinares. 
Ese mismo. El que ha ganado la catorceava medalla en el Quesos championship contest of the World. 
Dos semanas saboreando ese fino manjar con tostadas de pan de centeno mojado en aceite de oliva.
Hoy cuando he llegado, el corazón ligero por las promesas de deliciosos desayunos por vivir, aún desconocedora de lo que iba a ocurrir, y me he encontrado con el estante absoluta y completamente vacío, he comprendido en seguida que mis anhelos se habían desparramado entre quesos anodinos e insulsos  ¿para siempre?
No iba a rendirme tan pronto. ¡No! He pensado que no me costaría tanto recorrerme los mercadonas de toda la provincia, mandar a mis padres, hermanos y familiares en busca de un trozo del anhelado queso. 
¡Pero no! Sería engañarme, caer en otra adicción, y ni siquiera debería planteármelo. El queso curado no tiene cabida en la dieta. Es lo malo que tiene lucir cuerpazo. Así que he decidido tomármelo como un designio de ¿Dios? o al menos del God of fitness, y no intentar conseguirlo de ninguna manera. 
Mañana, cuando entre lágrimas de desasosiego, devore el último trozo de queso que me quede, sólo podré resignarme a volver a la triste tostada con atún.
No me habléis ahora. Quiero estar sola.

jueves, 22 de noviembre de 2018

El spam

¡Que lo van a aprobar! ¡Que nos van a poder mandar spam electoral! Pero eso no es lo peor, que malo ya es un rato, pero admitamos que ya nos hemos acostumbrado. Yo, por ejemplo, al principio, se me llevaban los demonios cuando veía que se me metía spam ruso en el blog, no sé con qué interés. Pero ya me he ido adaptando a ello y ahora cuando veo que quien me visita es el fazanal.com, pues como que ya me da un poco igual. Con qué interés una página con un nombre tan sugerente acaba visitando el blog de una mamá de casa, ¡no lo sé! Pero para mí ya es algo así como pintoresco, que se sale de lo común. O cuando recibo algún mensaje del ITunes alertándome de que mi cuenta ha sido bloqueada o alguna notificación de la Apple Store por no sé qué mierda de app de juego que me va a cobrar por superar no sé qué nivel. Si no voy a tener un Iphone en mi vida, ni nada que lleve una manzanita, porque yo soy más de kiwi, la manzana me estriñe, pues les dejo mandarme todas las notificaciones que quieran y ya está.
Pero lo peor no es que nos vayan a mandar spam electoral. No. Lo peor es que amenazan con meternos en bases de datos según nuestros perfiles ideológicos, ¡¡a lo Donald Trump!!! OMG!! que van a dar luz verde para que puedan rastrear nuestras actividades en la red. Pero ¿de qué puta mierda de estado opresor estamos hablando???? 

Intento tranquilizarme, respirando pausadamente, mientras se me dibuja en la cara esa mueca que esbozan los perros parecida a una sonrisa justo antes de soltar el bocado, pero es que una se harta de esta panda de mediocres que ya no saben qué maquinar con tal de controlar el aparato político y apalancarse en sus sillones. 

Pero ¿qué os voy a contar a vosotros que os buscáis las habichuelas a lo legal, que lo que tenéis os lo habéis ganado con sudor, trabajo y esfuerzo y que aunque no creáis una puta mierda en nuestro sistema judicial seguís respetando esas leyes día a día? 

Como esta panda de ... empiecen a olisquear en mi vida virtual para meterme en no sé qué mierda de base de datos-

Y entonces mi marido puso en pause el episodio asqueroso de la octava temporada de los Walking Dead donde hacen hachis parmentier a cientos de zombis con una picadora de carne gigante y pausadamente me dice.
- Pero vamos a ver. Si con ver una foto de perfil del facebook, un comentario a una noticia o un retweet ya sabemos de qué pie cojea cada uno. Si esas listas ya las tendrán hechas. Ahora querrán aprovecharlas para mandarles publicidad. ¿O tú los ves a estos trabajando para el Mossad o los rusos? Con lo espabilaos que son.

Y así fue cómo mi marido dio al traste en un momento con cualquier intento por mi parte de liar una revolución a lo mayo del 68 o de montar una barricada en la calle. 

martes, 20 de noviembre de 2018

Martes con sabor a jueves

Mal vamos cuando se tiene cuerpo de jueves un martes.

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Y ahí estaba ella, en primera fila, adelantada a todas las demás, contemplando su reflejo a la vera del monitor de gym, marcando su posición de number one sobre las otras, en su lucha eterna contra los kilos. No es que marcara siempre su territorio, sino sólo cuando los focos requerían de la presencia de alguien. Esa primera plaza en la clase de fitbodyweighcontrol se la había ganado a pulso, a base de encargar tartas de fondant y muñecas fofuchas a lo largo de los años. El pasado 27 de octubre, el dueño del gym incluso le había dado las gracias en el Facebook a "ELLA", tan fabulosa, antes que a su propia mujer por el magnífico vídeo conmemorativo que le había regalado para su 37avo cumpleaños. Con la tarta preceptiva. Ahí estaba ella, la number one, sabiéndose importante, radiante por la sudaera que estaba pasando al lado del profe de gym que les estaba dando una caña del copón (me pareció ver la huida al cuarto de baño de un par de estas damas), ella, la siempre elegida delegada de padres, la miembra excelsa del consejo escolar, la supervisora de puestas de banda y festejos varios.
Y yo desde la primera planta, dándole duro a la elíptica, contemplando el espectáculo de mi delegada de padres, la que nunca me ha visto ni me ha mirado ni me ha saludado, preguntándome si imagina la curiosidad antropológica que despierta en mí.


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- ¡Qué guapa vienes hoy!
Acostumbrada que están tod@s a verme en falda.
- Es que voy depilada, y mientras dure. (sonrío)
Y por ese glamour que despido es por lo que nunca me dejarán dar saltitos en primera fila junto al monitor de gym de la clase de bodybuildingweighpaintetc...

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Se la he hecho y me he quedado en la gloria. Porque esta vez no me he cabreado. Ni me he sublevado. Ni me he puesto a perseguir su coche como una posesa con sed de venganza como el camionero del Diablo sobre ruedas. Ni me he puesto a proferir insultos en arameo en el coche hasta desgañitarme la garganta, de esos que te cambian el color de la cara y la voz, como si fuera la reencarnación de la niña del exorcista. No. He bajado elegantemente la ventanilla del coche y he asomado mi dedo medio, mayor, de corazón o cordial, aunque a mí me gusta llamarlo dedo sacro. Para que lo viera claramente, que lo ha visto, y a continuación, cuando ha pasado junto a mí, he esbozado una sonrisa entrañable. Porque ese simple gesto significaba tanto. Ahí la llevas, bonito.
Últimamente ya no me relaja tanto conducir. Y no es por mí. Si yo voy muy tranquila, a cien kilómetros por hora en la autovía, voy bien, prudente, sin necesidad de ir cagando leches. Tomando en cuenta que mi coche tiene ya dieciséis años, no me voy a poner a hacer el fitipaldis a riesgo de que implosione y me deje tirada en medio de la calzada. No invertí 600€ este verano en arreglarle el cacharro del aire acondicionado (más de lo que vale el coche, como se cachondeó el mecánico que lo intervino) para cargármelo ahora. Ahora bien, cómo me cargan todos esos gilipollas que circulan a la misma hora que yo. Y cada vez son más y más insistentes. Ya ni intentan disimularlo. Como el tonto este del Mercedes que por sus santos cojones tenía yo que tirarme a la cuneta para dejarlo pasar. Me he pasado por ahí tus cambios de luces y tus pitazos y la peineta, te la has tragado tú, imbécil.


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Don señor del Mercadona, por favor, no retire nunca la sopa de mijo, por mucho aspecto a cagarruta que tenga. Sabe a sopa de miso y me ha gustado.
Ni tampoco la crema de espárragos fresca.
A sus pies.


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Las cadenas principales echando todas programas sobre Franco no sé con qué fin, que tengo yo grabados especiales sobre amebas que han despertado en mí más interés. Menos mal que siempre me quedará la cadena Ten y sus "Descuartizando a mi vecino" "Casos sangrientos del FBI" "Adolescentes criminales", "Asesinos múltiples" etc. Gracias y buenas noches.



jueves, 15 de noviembre de 2018

Micropensamientos del jueves que comienza

A todos los que os metéis por el carril de la derecha, en los tramos en obras de la autovía, a sabiendas de que os estáis colando, porque pensáis que tenéis más derecho que los demás a llegar a tiempo a vuestros destinos, sois puta basura.

Y entonces por el retrovisor, vi cómo aquel camionero que iba a tres o cuatro coches por detrás de mí, con su enorme remolque blanco, se desplazó justo hasta ocupar el medio de los dos carriles y evitar así que se colaran más desgraciados, iluminando mi mañana. Sonrisa enorme (casi tanto como su remolque).

Hoy, hace viento, sol y nublado. Me recuerda Cork.

martes, 13 de noviembre de 2018

Mardi

Arrasada, destrozada, anímicamente anulada, compruebo el calendario y no me puedo creer que aún estemos a martes. Y todavía queda lo mejor de la semana por llegar que es el jueves. Pero ¿¿¿WTF??? 
He perdido mi pen 
(no Andrés, estoy buscando mi pen, no mi nepe, es un pendrive blanco del IES donde trabajaba mi marido, o sea que técnicamente no era mío y menos mal que andaba medio vacío de todo, ya no se guardan cosas en los pendrives, yo al menos no, que para eso tengo el gmail y el dropbox. Y sí, he dicho nepe ante una clase llena de niños púberes de 15 años, pero es que creo que se trata de una palabra bastante divertida e inofensiva, así que si queréis quemarme, quemadme por favor, en mi estado actual no tardaría mucho en consumirme) 
(Mis niñas de hecho ya no dicen delfín con ruedas sino nepe) 
(Vamos a ver. Que mis hijas sepan que existe un subgénero humano que se dedica a dibujar nepes en muros, farolas y cocheras comunitarias no me convierte en corruptora. Pero no se van a tapar los ojos cada vez que vean una de esas obras de arte) 
(Los mojigatos son los peores)
(Y voy a dejarlo aquí que me enfango)
Le he dado creo que tres veces a ese mierdas. Bueno a su coche. El del típico anormal que tiene que ocupar dos sitios en lugar de uno. Es lo bueno de llevar una tartana. Que puedo estar dando por delante y por detrás hasta que el coche queda perfectamente encajado.
He dedicado dos horas a escribirle la exposición en English y pegar un montón de goma eva por todo el trabajo que la pequeña tiene que presentar mañana. Ha quedado tan chuli como si lo hubiese hecho ella sola. Sigo teniendo ese je-ne-sais-quoi para hacer trabajos manuales de niños de cinco años. Literalmente. Y ya son las 9 de la noche y todavía no me he duchado. Pero he tenido que hacer un montón de cosas in between porque ahora mismo no me siento las piernas. Como la cazuela de pescado con su cebolla y tomate triturados para que las princesas no se encuentren trocitos, y sus gambas fritas y peladitas, para que no encuentren sus cáscaras y su fumet de rape coladito para que no encuentren huesitos: huele deliciosa. Todavía no me he duchado y son las 9. Y mañana habrá otro montón de cosas que hacer. Que pregunta la orientadora que qué tengo preparado para el día contra la violencia de género que es el 25 de noviembre. Y eso es dentro de- mierda, doce días. Pues básicamente nada. ¿Y tú? Aaah, ¿que te han dado información sobre esto y aquello y lo otro también? Ese taller parece una pasada. Aaah, pues mira qué bien. Y a mí que no me informan ni nadie me habla de nada. Fíjate. ¿Que quieres hacer qué con señales de tráfico? Maravilloso maravilloso. Pero ¿las señales es para hacerlas o comprarlas? ¿Comprarlas? Pero es que me temo que no disponemos de dinero para eso. Me temo que no. Sí, increíble, lo sé. Pero háblalo con, claro. ¿Que mañana me reúna contigo cuándo? ¿Mañana? Es que mañana es mi mañana Mercadona. Sí sí sí sí sí. Cuenta conmigo. En cuanto llegue del Mercadona... 

Y luego dirán que me paso los días a tocarme el... 

Buenas noches. 

lunes, 12 de noviembre de 2018

El papelico

Esta tarde se me ha roto el papelico que me ha acompañado durante cinco meses justo cuando había decidido sustituirlo por otro con variantes en algunos ejercicios. Cinco meses sacándolo cuidadosamente de la funda del móvil para dejarlo junto a él y los cascos, o en el suelo, o encima del banco de abdominales, a veces sentándome encima por no saber muy bien qué hacer con él. Sé lo que pone en el papelico de memoria.

60 jumping jack
15 mountain
10 sentadillas cruz de hierro
15 flexiones
10 sentadillas salto
20 abdominales
10 burpees
15 triceps y dale la vuelta
50 trotes
10 sube y baja plancha
10 abdo revés
10 tijeras
1 plancha
20 bíceps

Lo malo sería lo contrario, que no me lo supiera de memoria, después de haber realizado esta rutina prácticamente cinco veces por semana, durante cinco meses. Cinco meses incapaz de no hacerlo todo desde el principio sin echarle al menos un vistazo al papelico. Meno mal que inteligencia o memoria no es lo que se lleva hoy en día. Y lo tengo que poner en algún sitio porque durante un tiempo de mi vida, he jurado por ese papelico, he dejado de hacer muchas cosas por culpa de ese papelico, y he hecho también muchas otras impensables hasta la fecha. Y todo por el papelico. Así que le debo un pequeño homenaje y un trozico de este diario, para recordarme dentro de mucho tiempo que una vez también fui así.



miércoles, 7 de noviembre de 2018

Los vicios de mamá

Hijas mías, leí una vez (en realidad fue la semana pasada, y fue un meme que colgó en el facebook una de las madres americanas medianas) que pese a lo fea y desastrada y amorfa que mamá se vea, mamá también tiene que salir en las fotos de vez en cuando, porque el día de mañana, no os importará nada lo fea, desastrada o amorfa que se viera en la foto mamá, guardaréis esas fotos como oro en paño.

(Un momento por favor, que me acabo de emocionar, para que me suene los mocos).

Pero sabéis lo que le cuesta a mamá salir en las fotos, porque ella es de la era preselfie, que es como decir del pleistoceno, no tiene ni idea de cómo agarrar el maldito móvil, que salgamos todos encuadrados, darle al botón a tiempo y que no se vaya a la mierda, y al fin y al cabo alguien tiene que echar la foto, así que para paliar esa falta de instantáneas, yo os dejaré además este blog para que cuando lo leáis, os acordéis de lo loca que estaba vuestra madre.

Y adicta. Esas son dos de sus facetas más características. Habréis comprobado a lo largo de los años lo fácil que mamá se engancha a las cosas y lo mucho que pelea por no caer en nuevas adicciones o por quitárselas de encima. Y por eso mamá no echa monedas a las tragaperras ni nunca probó las drogas. Porque en el espacio de una semana, o dos a lo sumo, habría acabado con una sobredosis de heroína, metanfetamina, esteroides o vete tú a saber qué otro tipo de sustancia. Y sabéis lo muy ocupada que está siempre mamá para andarse con tonterías que apenas consigue llegar a las diez de la noche para arrastrarse hasta el sofá.

Cariños míos, espero de corazón que esto de las adicciones no sea genético, aunque antecedentes hay en ambas familias. Estáis avisadas, tomad precauciones, no caigáis en adicciones que puedan costaros dinero y/o la salud.

De todos modos, hay vicios malos, diagnosticables o en proceso de estudios, y otros que aun no han sido catalogados o nunca lo serán. Como es lo mío con el Mercadona. Que ya remonta a la abuela que es una de las pocas detentoras de una tarjeta Mercadona. Sí. Existen. Seguro que habéis visto muchas tarjetas del Corte Inglés pero ninguna del  Mercadona pues sólo unas pocas acceden a ese club selecto, el de las detentoras de tarjetas Mercadona y yo estoy en proceso de ser una de ellas.

Sí. Me encanta y me relaja ir de compras al Mercadona. Ahora mismo tengo la melodía en la cabeza.  Empecé a ir al Mercadona cuando abrieron el primero en el Camino de Ronda, en Granada, si no recuerdo mal en el 2000 o 2001. He sido fiel al Mercadona desde entonces y no trago a los antimercadoners. Algún día les dedicaré una entrada. Ahora mismo estoy en un momento zen que me impide escribir toda la mier- en negativo. Recuerdo cuánto me traumó el anuncio hace exactamente un año de que iban a remodelar "mi" Mercadona y que este iba a estar cerrado durante todo el mes de diciembre. ¡¡Un mes entero sin ir al Mercadona, o sea cuatro veces!! ¿Qué iba a hacer yo durante un mes y más el de Navidad??? ¿¿Ir a un Lidl o peor aún a un ¡¡Carrefour!!???? (La música es algo pegajosa, cuesta quitársela de la cabeza). Hasta que me acordé de que había otro Mercadona cerca, uno más minino y más de barrio, eso sí, pero Mercadona al fin y se me pasó el susto. Además el nuevo quedó monísimo.

Incluso Julio no ha logrado hacerme desistir de ir al Mercadona. Y mira que durante unas semanas estuve pensando en cómo deshacerme de él. Julio intenta llevar el uniforme del Mercadona con dignidad y por ello se peina con esos tupés rocambolescos que lleva la juventud hoy en día y lleva barba. Pero digamos que la juventud es probablemente su único atractivo, y eso si fuera Isabel Báthory y me alimentara de la sangre de vírgenes. Y cuando este locuaz jovenzuelo que me había atendido en tantas ocasiones en su caja correspondiente pero que no me caía ni bien ni mal por oírlo en una ocasión (no se dan cuenta de que las clientas escuchamos las conversaciones que mantienen entre los yogures griegos y las galletas de espelta) criticar a otros compañeros, se dirigió directamente a mí con un
- Parece que hayas esperado a que abriera esta caja para ponerte aquí-
Mi boca dibujó una enorme sonrisa de "WTF???" y murmuró algo ininteligible, casi tanto como lo que acababa de oír. Hubo un amago de conversación por su parte, me preguntó lo que iba a hacer por la tarde, que si ya estaba libre, "no, mira, tengo a las niñas con su academia y el gimnasio, y limpiar y eso, pero por qué le estoy contando mi vida a esta persona???". Fue algo absolutamente traumático pues me estaban incordiando justamente en la zona más de confort de todas mis zonas de confort, ahí donde siempre había sido feliz, y además con un uniforme que para mí representaba todos los valores del Mercadona. Una aberración.

Total, durante unas semanas pensé en cómo evitarlo así que mandé a vuestro padre a comprar, que fue cuando descubrió los packs de cervezas. Pero claro me puso triste no poder ir yo misma. Así que os llevé a las dos como escudos humanos. Gracias a Dios no ha vuelto a suceder nada. Fue una confusión. Puede que malinterpretara su "amabilidad". Pero juro por San Homobono que no volveré a ponerme en la caja de Julio, y que me mantendré en todo momento a una distancia prudencial del muchacho para que nadie se imagine cosas raras. Ahora bien, nunca dejaré de ir al Mercadona.

Se nota que he ido hoy, ¿verdad? Y que ha sido mi momento feliz del día. Seeeh. Mercadoooona, Mercadona. (dichosa canción).

I love you mis niñas. Mami está loca.