Al acabar la comida, sintió como en otras ocasiones que tenía cien años. Y también como en otras ocasiones, tuvo el presentimiento de que aquella no era la primera vez que se congregaban. Y por primera vez, quería decir la primera vida en la que se encontraban. Observaba los rasgos distendidos de sus rostros, escuchaba sus voces reír y hablar con entusiasmo, escarbando su memoria en busca de imágenes de otros tiempos y de otras épocas remotas aunque no tan antiguas como para no ser recordadas. Pero entendió que por ahora no podría rememorar ningún momento. Sabía que una sola vida evocada era insuficiente para forjar aquel lazo de unión. Que era imposible que no se conocieran desde hacía cientos de años. Que habían pasado por infiernos hasta llegar hasta aquel ínfimo momento de paz. Que tras la aparente calma de sus ojos yacía un dolor de siglos difícil de borrar, los mismos siglos que llevaban vagando juntos sin descanso, siempre reencontrándose siempre separados.
Lector, que te aventuras por estas páginas, es improbable que compartas, entiendas o comulgues con mi visión de las cosas. No busco convencerte de nada. Bref, no tengo más propósito para escribir estas líneas que el deseo y el placer de hacerlo... Los culpables: Una vida de película Mi madre la reina
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miércoles, 10 de diciembre de 2014
Preámbulos al bautizo de Daniel J. I
- Esto no me gusta. ¿Dónde está el vestido azul?
- Cariño, al final no compramos el vestido azul. Compramos este conjunto porque era más bonito.
- ¡MALA! YO QUERÍA EL VESTIDO AZUL, ¡ESTO NO ME GUSTA!
- Cariño, este conjunto es más chulo que el vestido azul.
- ¡NO ME GUSTAAAAA!
- Bueno, pues si quieres ir al bautizo de su primo tendrás que ponértelo y si no, te vas a casa de tus abuelos de Cantoria. Tú sabrás. Venga, y ponte la chaqueta.
- Esta no me gusta.
- Es tu chaqueta cariño.
- ¡No me gusta! ¡¡QUIERO PONERME LA CHAQUETA BRILLANTE!!
- No mija, la chaqueta brillante es la de tu hermana.
- PUES A MÍ NO ME GUSTA ESTA, ¡¡QUIERO LA BRILLANTE!!
- No mija, tú te vas a poner la que elegiste en la tienda.
- ¡¡NO LA QUIERO!!
- Pues habértelo pensado antes de elegir esta. Te pregunté que cuál de las dos querías y varias veces además, y al final elegiste esta.
- NO LA QUIERO. QUIERO LA BRILLANTE.
- Te vas a poner esta y punto.
- ¡QUE NO!
(Corrida para abajo)
- Ponte la chaqueta A-HO-RA.
- NO QUIERO.
- MIRA NIÑA, ELEGISTE ESTA ASÍ QUE ES LA QUE TE LA VAS A PONER ¡¡¡SÍ O SÍ!!!
- Vale mami, pero no te enfades.
- ¡AHORA SUBE A QUE TE PEINE Y TÚ ACABA LOS DEBERES QUE TODAVÍA ME TENGO QUE ARREGLAR YO!
- El papi dice que acabe los deberes.
- EL PAPI NO ES EL QUE TE VA A ARREGLAR.
- Puedo arreglarla yo.
- Por una vez no te va a hacer daño.
- ¡No quiero subir!!
- Te tengo que peinar y el cepillo está arriba.
- ¡Pues baja tú el cepillo!
- SUBE IPSO FACTO.
(Corrida para arriba)
(En el dormitorio de las crías)
- ¿Cómo te estás poniendo las medias? Pero ¿por qué te las subes tanto???
- TÚ NO SABES PONERME LAS MEDIAS, LA MAMI SÍ SABE.
- ¡Pues tate quieta que te las ponga bien!
- ¡ME MOLESTAN!!
- Así no es.
- ¡¡¡ME MOLESTAAAAN!!!
- ¡Pero si tienes el talón casi por la rodilla!
- DÉJAME. QUE ME MOLESTAN NO ME GUSTAN.
- ¡TATE QUIETA!!
- ¡QUE ME MOLESTAN!!! Y LA MAMI NO DESABROCHA TODA LA CAMISA, NOS LA PONE POR LA CABEZA!!
- ¡Tendré que desabrocharla para ponértela!!
- ¡TÚ NO SABES!!
- ¡¡Ven que te ponga la camisa que hace frío!!
- ¡¡NO QUIEROOOOOO!!!
- ¡¡VEN AQUÍ QUE HACE FRÍO!!!
- ¡¡¡LA MAMIIII!!!
(En el cuarto de baño)
- Mami, ¿por qué te ríes??
- Porque ahora mismo no debe quedar ni un solo vecino que no se haya enterado de que os estáis vistiendo. AH, Y HAY QUE PONERLE OTROS PENDIENTES A LA GABRIELA QUE SE LE CAYÓ UNO EL OTRO DÍA!! ¡Y DAOS PRISA QUE TENEMOS QUE ESTAR LISTOS EN MEDIA HORA!!
- NOOO, EL PENDIENTE NOOO, NO QUIERO, ¡¡QUE ME HACÉIS DAÑO!!!
- Cariño, al final no compramos el vestido azul. Compramos este conjunto porque era más bonito.
- ¡MALA! YO QUERÍA EL VESTIDO AZUL, ¡ESTO NO ME GUSTA!
- Cariño, este conjunto es más chulo que el vestido azul.
- ¡NO ME GUSTAAAAA!
- Bueno, pues si quieres ir al bautizo de su primo tendrás que ponértelo y si no, te vas a casa de tus abuelos de Cantoria. Tú sabrás. Venga, y ponte la chaqueta.
- Esta no me gusta.
- Es tu chaqueta cariño.
- ¡No me gusta! ¡¡QUIERO PONERME LA CHAQUETA BRILLANTE!!
- No mija, la chaqueta brillante es la de tu hermana.
- PUES A MÍ NO ME GUSTA ESTA, ¡¡QUIERO LA BRILLANTE!!
- No mija, tú te vas a poner la que elegiste en la tienda.
- ¡¡NO LA QUIERO!!
- Pues habértelo pensado antes de elegir esta. Te pregunté que cuál de las dos querías y varias veces además, y al final elegiste esta.
- NO LA QUIERO. QUIERO LA BRILLANTE.
- Te vas a poner esta y punto.
- ¡QUE NO!
(Corrida para abajo)
- Ponte la chaqueta A-HO-RA.
- NO QUIERO.
- MIRA NIÑA, ELEGISTE ESTA ASÍ QUE ES LA QUE TE LA VAS A PONER ¡¡¡SÍ O SÍ!!!
- Vale mami, pero no te enfades.
- ¡AHORA SUBE A QUE TE PEINE Y TÚ ACABA LOS DEBERES QUE TODAVÍA ME TENGO QUE ARREGLAR YO!
- El papi dice que acabe los deberes.
- EL PAPI NO ES EL QUE TE VA A ARREGLAR.
- Puedo arreglarla yo.
- Por una vez no te va a hacer daño.
- ¡No quiero subir!!
- Te tengo que peinar y el cepillo está arriba.
- ¡Pues baja tú el cepillo!
- SUBE IPSO FACTO.
(Corrida para arriba)
(En el dormitorio de las crías)
- ¿Cómo te estás poniendo las medias? Pero ¿por qué te las subes tanto???
- TÚ NO SABES PONERME LAS MEDIAS, LA MAMI SÍ SABE.
- ¡Pues tate quieta que te las ponga bien!
- ¡ME MOLESTAN!!
- Así no es.
- ¡¡¡ME MOLESTAAAAN!!!
- ¡Pero si tienes el talón casi por la rodilla!
- DÉJAME. QUE ME MOLESTAN NO ME GUSTAN.
- ¡TATE QUIETA!!
- ¡QUE ME MOLESTAN!!! Y LA MAMI NO DESABROCHA TODA LA CAMISA, NOS LA PONE POR LA CABEZA!!
- ¡Tendré que desabrocharla para ponértela!!
- ¡TÚ NO SABES!!
- ¡¡Ven que te ponga la camisa que hace frío!!
- ¡¡NO QUIEROOOOOO!!!
- ¡¡VEN AQUÍ QUE HACE FRÍO!!!
- ¡¡¡LA MAMIIII!!!
(En el cuarto de baño)
- Mami, ¿por qué te ríes??
- Porque ahora mismo no debe quedar ni un solo vecino que no se haya enterado de que os estáis vistiendo. AH, Y HAY QUE PONERLE OTROS PENDIENTES A LA GABRIELA QUE SE LE CAYÓ UNO EL OTRO DÍA!! ¡Y DAOS PRISA QUE TENEMOS QUE ESTAR LISTOS EN MEDIA HORA!!
- NOOO, EL PENDIENTE NOOO, NO QUIERO, ¡¡QUE ME HACÉIS DAÑO!!!
domingo, 23 de noviembre de 2014
De dialécticas bélicas
- ¿Sabías que los alemanes pagaron a Lenin para que volviera a Rusia y que gracias a eso se llevó a cabo la revolución bolchevique?
- ¿La de 1917? ¡Hala!
- Pensaron que así Rusia saldría de la guerra.
- Así que si no hubieran intervenido y si los zares hubiesen seguido en el poder, ¿puede que Rusia no los hubiese machacado como lo hizo después?
- De todos modos estaban en guerra contra ellos.
- Pero a lo mejor la táctica de los rusos habría sido diferente. Porque los alemanes perdieron la guerra allí.
- Hitler y Stalin firmaron un tratado de no agresión. Pero los alemanes no lo respetaron. Querían conquistarlo todo. Además despreciaban a las razas eslavas.
- Pero los rusos supieron luchar, no así los franceses.
- A los franceses los machacaron.
- Los franceses no hicieron nada.
- Los franceses fueron unos inútiles y fueron machacados.
- O simplemente no lucharon como debían haber luchado.
- Los nazis fueron más listos que ellos y tenían el mejor ejército del mundo.
- Insisto en que si los franceses se lo hubiesen tomado con más seriedad, los alemanes no habrían llegado con esa facilidad a París.
- Creo que te equivocas.
- Así nos lo enseñaron.
- Fíate tú de lo que te enseñaron en Francia. Menuda objetividad.
- Ah no, perdón, tú lo sabes porque lo has leído en las memorias de Winston Churchill.
- ¿Sabes lo que es la blitzkrieg?
- No, no sé lo que es la frisfris.
- ¿En serio que en Francia no te enseñaron lo que es la blitzkrieg?
- No, no me enseñaron lo que es la frisfris.
- Pues la blitzkrieg o guerra relámpago fue la táctica nazi empleada para invadir lo más deprisa posible otros territorios.
- ¿Sabes lo que significa la "drôle de guerre"? Significa guerra de cachondeo y es como llamaron los franceses al comienzo de la segunda guerra mundial hasta que fueron invadidos. Los franceses no hicieron nada porque no se lo tomaron como deberían habérselo tomado.
- Y por eso los alemanes los machacaron.
- Eres cabezón.
- Pero tú no, gracias a Dios.
sábado, 24 de mayo de 2014
Pasando el aspirador
Hubo un tiempo en que limpiábamos juntos y era muy muy divertido. Eso sí. La hora de la limpieza se prolongaba indefinidamente con las vueltas que se daba del aspirador o armada del chufchuf antipolvos al ordenador para consultar las respuestas en el facebook y en el twitter. Por mi parte yo era feliz y se me hacía corto y ameno. Y eso que odio limpiar. Porque si yo tuviera millones, no volvería a coger una bayeta jamás de los jamases. Nunca. Pero lo cierto es que limpiar así era muy muy divertido.
Desgraciadamente nos perdimos a medio camino entre el cuarto de baño y la cocina, o puede que en el comedor o en cualquier otra estancia. Y es de esas cosas que parecían insignificantes pero cuando ya no las tienes, se echan de menos.
En fin. Que siempre que limpio me acuerdo de aquellos momentos con una sonrisa. Es verdad. Y si de vez en cuando coincidimos casualmente en limpiar a la vez, para mí es como saborear un pequeño bocado de aquellos tiempos. ((:
Buenas tardes ya!! Toca ir preparándose!!
sábado, 10 de mayo de 2014
L'école buissonnière II
Segunda y escueta parte del día en que hice novillos para acompañar a mi padre a su operación de cataratas pero que tendré que relatar por el acabamiento de la parte previa del relato.
(11:40)
A todos los trastornos que ya he mencionado a lo largo de estos años, tal vez habría que añadirles una insignificante fobia a las salas de espera y a la sensación cuando estoy en una de ellas de que nunca saldré de ahí, atrapada para siempre en un bucle temporal donde el fin es proceso y la causa efecto. Así que cuando me entero de que el buen señor de Olula se ha tirado una hora en quirófano y de que todavía quedan cuatro pacientes por delante, no me cuesta mucho trabajo hacer un rápido cálculo mental que da como resultado que JAMÁS SALDREMOS DE AQUÍ!!!
Pero logro mantener el pánico dentro de la cabeza e intento distraerme con la buena enfermera sentada detrás de mí que no para de hacer "chuuut" desde el púlpito. Uy que creo que me estoy cabreando. Ese "chuuut" ¿A qué se debe? ¿Me voy a tirar la eternidad en esta sala metida y pretende que esté callada? Qué chica más maja. Cuando se acerca a echarle las gotas al buen señor de Olula compruebo que esa mala leche no se debe al ruido por otro lado razonable que estamos haciendo los acompañantes (me gustaría meterla a usted en mi clase de 2ºESO, para que se entere usted de lo que es ruido) sino a un cuerpo poco agraciado y a un acento no andaluz pronunciado. Y créanme, nada bueno puede resultar de semejante combinación. Así que queda oficialmente bautizada como Señorita Rottenmeier.
Uy, pero qué huele mi fino olfato. Olor a tabaco. Sí, es otra de las cosas que tengo desarrollada. Sí. Fallé la vocación de perro rastreador (me niego a hacer la concordancia). Pero independientemente de todo ello, aquí cerca hay alguien fumando y mi astuta mente de detective acaba de darse cuenta de que la salita de aquí al lado de donde entran y salen sin cesar gente ataviada de batas sirve de lugar de esparcimiento de nuestros funcionarios sanitarios. Pero ¿en serio que hay alguien fumando justo al otro lado de la puerta????
Entre el chuuut, el olor a tabaco, una conexión vodafone de mierda, la batería agotándose por minutos, la certeza de que nunca saldré de ahí, el ayuno de mi padre, la diabetes de mi padre, que mi padre tenga que esperar todavía cinco horas para ser atendido,
sí, exacto, empiezo a hiperventilar por dentro. Y ¿Qué hago cuando me pongo en modo hiperventilación??? Que mi comportamiento se extravía y empiezo a quejarme en voz alta, a moverme y a resoplar y a- lo que viene a ser un cuadro.
(12:40)
Contra todo pronóstico, la señorita Rottenmeier se acerca a mi padre y le susurra (no vaya a ser que nos enteremos los demás) que es el siguiente. No se vayan a creer que mi padre quiebra el secreto de confesión de la señora.
- ¿Pero qué te ha dicho?
- Que soy el siguiente.
- Aleluya.
Por fin viene la enferma encargada de las cargas y descargas, recoge el paquete, la señorita Rottenmeier nos informa que debemos esperar al paciente en la sala VIP, perdón en la sala UVI, y en cuanto nos pierde de vista aprovechamos para salir corriendo por el puente que une los dos edificios hacia el quiosco de las revistas.
Porque por buenas que sean nuestras conexiones, nunca sustituirán la lectura de una buena revista del corazón mientras estás en una sala de espera. Es lo que pega, y lo que pegará siempre.
...
(4:30. de la tarde)
No puede agachar la cabeza. No puede levantar nada de peso. No puede hacer ningún esfuerzo. No puede mirar de reojo. No puede dormir apoyado en el lado del ojo operado. Sólo puede mirar de frente. Debe levantar todo lo que esté leyendo a nivel de los ojos. No puede salir a la calle sin gafas de sol. Mejor quítese las gafas de sol de su mujer que le da una extraña apariencia a chulo travesti. Tápese el ojo para salir. No puede conducir. Debe ponerse este parche para dormir no se le vaya a caer el ojo...
Le habría preguntado a la sustituta de la Señorita Rottenmeier si era francesa si no estuviese tan acojonada por las contraindicaciones que nos va recitando con una voz serena y una sonrisa amable. Pero creo que ese acento sí era francés aunque este tipo de información se debería de dar antes de entrar a un quirófano y no después.
El caso es que salíamos pletóricos del hospital (una vez más escapaba a la fatalidad de las salas de espera) y al minuto siguiente nos despedíamos como el rosario de la aurora a la puerta del piso de mis padres (con gritos e imprecaciones varias). Total para nada, porque al parecer las enfermeras habían exagerado un pelín. En fin. Esto ya es otra historia.
Feliz Eurovisión!!
jueves, 8 de mayo de 2014
L'école buissonnière
(5:15 de la mañana)
- ¿Qué hora es?
- Las 5 y cuarto.
- ¿Qué hora es?
- Las 5 y cuarto.
Mi marido se desliza de la cama y lo oigo que se va para la planta de abajo. Y es cuando empiezo la cuenta atrás para que vuelva a subir. Y pasan los minutos y no sube. Así que me decido a bajar porque a veces le dan ataques sonámbulos y si hay algo imprevisible en esta vida eso es un ataque sonámbulo. Falsa alarma. Es la alergia. Subo un poco más tranquila y es cuando empieza el concierto de portazos de armarios en la cocina. Anoche no me dio tiempo a guardar los platos de la cena y es el momento que ha elegido para hacerlo. Estoy literalmente haciendo la ola en la cama. Pero la culpa es mía. ¿Qué me queda? ¿Una hora?
(6:45 de la mañana)
Y justo cuando iba a lograr tener precisamente ese sueño fantástico y reparador (no sabéis cómo son mis sueños), toca el despertador. Si alguna vez me vuelvo sadomasoquista, nada de 50 sombras de Grey. A mí lo que me pone de verdad es madrugar. A cien. Mmmm. Bajemos a desayunar. El único aliciente que hay para madrugar. Comer. Y debo andar al ralentí porque nunca un cuarto de hora se me pasó tan deprisa. Ámonos para el pueblo.
(7:20 de la mañana)
Ya está. Comprobado. Ya soy española. Voy a llegar un cuarto de hora tarde a una cita. Bien por mí. A estas horas el cielo nublado color gris perla parece la sábana de un teatro de sombras chinas y el sol una luz tenue de colores anaranjados y rosáceos que se va deslizando por detrás. Es tan precioso. Aaaarggghh, pero no puedes pararte, no hay tiempo para una foto Instagram, que llegas un cuarto de hora tarde!!!!
(8:15 de la mañana)
HO-LA. No hay nadie. Me dispongo a dedicarle una diatriba twittera demoledora al Servicio Andaluz de Salud cuando mi dispositivo es salvajemente atacado por ondas intrigantes que reducen mi capacidad para navegar por la web a prácticamente cero Mg/h mientras veo cómo mi madre a mi lado comparte alegremente una cantidad importante de imagénes en su muro del facebook.
¿Casualidad?
No lo creo.
(8:40 de la mañana)
Una vez entregado el paciente en las condiciones estipuladas nos disponemos a desayunar (again) y a cumplir con la última voluntad del paciente. Ir a hacienda para pedir cita para hacer la declaración. Porque en el año que corre no existen los teléfonos, internet ha sido secuestrado y las enfermeras se pasean todas con un magnífico dietario 2014 bajo el brazo.
(9:15 de la mañana)
Lo único que distingue de verdad a un hombre de una mujer es el momento "tengo que coger el coche para ir a algún sitio pero antes tengo que prever cada uno de los pasos que voy a dar con esa máquina, dónde la dejaré, si encontraré sitio y si tendré facilidad para hacerlo, y hasta no estar plenamente segura de que tengo controlado cada ínfimo tramo que tenga que realizar con ese cacharro, no cogeré el coche para nada. Y por ello, en cuestión de segundos, mi madre y yo echamos a correr detrás del minibús urbano que acababa de pasar por delante de nosotras y que nos parecía el fruto de un milagro.
(9:20 de la mañana)
- No hacía falta correr mujer, si os hemos visto venir.
- Gracias. ¿Este autobús pasa por el centro?
- Sí, os deja enfrente del cine.
- Es que vamos a Hacienda.
- Pues entonces Cristóbal, tienes que dejarlas en el parque de las dos cabezas.
- ¿Dónde está el parque ese?
- El que hay enfrente de la gasolinera.
- Claro, pero yo no conozco ese parque.
- Es que antes lo llamaban así porque ahí había dos cabezas.
El microbús urbano va recogiendo a señoras armadas de carritos de la compra que aguardan en paradas inexistentes a que llegue Cristóbal. Ni siquiera levantan la mano que Cristóbal ya sabe lo que tiene que hacer. Tiene como reposabrazos una magnífica cajita de madera color miel con dos cajones de los que extrae billetes y monedas con los que devuelve el cambio sin importarle que la vuelta de un billete de 1€ sea de 9 ó de 49 euros a las señoras a las que saluda cordialmente por su nombre. "Jerónima, ¿le ha dado al botón del semáforo para que se ponga en verde?" pregunta amablemente a una señora que acaba de cruzar tranquilamente la carretera de entrada al pueblo y con el semáforo en verde. "Si no funciona!!" "Ya sí funciona, hay que tener cuidado con esas cosas Jerónima". Las señoras usuarias del microbús se conocen todas entre sí. "María ¿dónde vas?" "A echarme un marío!" Risas generales. El viaje nos parece durar lo que un tour turístico por Madrid y cuando pensamos haber pasado por cada uno de los barrios de la villa, Cristóbal se detiene por fin enfrente de la gasolinera y nos bajamos no sin antes oír sus recomendaciones para el viaje de vuelta.
(9:35 de la mañana)
No me gusta Hacienda. Lo admito. Y menos desde que le ha dado a Montoro por perseguir a los únicos que hacen sus declaraciones legalmente: funcionarios y jubilados. Es largo de contar. Y espeluznante. Mientras, se siguen dando becas de 6000€ a niños de empresarios que siguen paseándose en cochazos y viviendo a tutiplén. Y aunque mi padre los defienda, creo que hay que ser profundamente mezquino, usurero, maquiavélico y mala persona para trabajar en Hacienda. Ya está. Ya lo he dicho. Pero de todos modos siempre es divertido pasar por un detector de metales.
(9:40 de la mañana)
Cristóbal no pasa hasta dentro de una hora. Hace fresco. Supongo que porque sólo son las 9:40 de la mañana. Volvamos pues al hospital, pero esta vez en el coche de San Fernando.
(10: 20 de la mañana)
Ya estamos de vuelta. Y es cuando nos enteramos de que todos los acompañantes de todos los futuros operandi están acompañando amorosamente a sus pacientes respectivos menos mi madre y yo. Y ahí está mi pobre padre, adoptado por la familia de uno de los pacientes ya operados mientras su mala mujer y su mala hija estaban haciendo turismo por la Villa. Pero no parece estar desolado por nuestra ausencia sino que está haciendo lo que más le gusta que es hablar con gente. Y es cuando me percato que el hijo de la amable señora que está hablando con mi padre ha estado a punto de ser el blanco de mira de unos de mis tweets incendiarios. No se me da mal criticar con fina ironía. Y ahora resulta que no sólo su madre es un sol sino que el "#muchachoquehaestadoapuntodesufrirunataquetwitteroferozpormiparte" también lo es. No sólo eso, sino que resulta que esa maravillosa familia es de Olula del Río y que han sido durante muchos años vecinos de una pareja de compañeros míos.
(Y así transcurrió la primera parte del día en que me salté el cole para acompañar a mi padre a su operación de cataratas).
lunes, 5 de mayo de 2014
Querida mamá
¡¡No sabes qué sorpresa me he llevado al ver mis regalos!!
Cuando la Gabriela ha llegado corriendo, me ha cogido del brazo y me ha llevado a la cocina diciéndome, "¡vente a ver esto mamá!!", pensaba seriamente que lo que quería mostrarme era la montaña que había construido con trocitos de tu lasaña. Así que imagina mi sorpresa cuando he visto mi flamante carrito de la compra y mi fiambrera. Pero mi cabeza ha empezado a cavilar y se preguntaba en qué momento mi marido había ido a comprarlos con semejante buen gusto pues el carrito es ultra fashion, o sea nada que un hombre vaya a elegir y a comprar. Pero gracias a Dios no me ha dado tiempo a hacer conjeturas de las mías porque entonces me lo han dicho los tres al unísono, "¡¡ha sido la abuela!!" y de pronto he sentido que volvía a tener diez años y que había venido el Papá Noël en camisa hawaiana. Así que cuando ayer me quejaba de que no me habían traído el carrito de la compra y la fiambrera, tú estabas atentamente tomando nota??? Me encanta!!! Porque pensaba que cuando una cumplía una edad, estas cosas ya no ocurrían!!
Y así estoy a estas horas con una enorme sonrisa en la cara.
El carro va a ser la envidia de mis vecinas cuando lo saque el sábado. Estaba harta de dejarme los dedos con las bolsas de las verduras. Pero ya tengo carro!! Mi primer carro!! Y es chulísimo. ¡Me encanta!! ¡Qué ilusión!! en cuanto a la fiambrera a lo Indiana Jones, también me encanta, aunque he de decirte y sé que te vas a alegrar que he encontrado un sitio muy chulo donde desayunar. Así que puede que no tenga que utilizarla por ahora aunque la guardaré a buen recaudo por si las moscas, por lo que pueda pasar.
Y sin más, querida mamá, muchísimas gracias y un millón de besos,
PD: Y por cierto, la lasaña estaba deliciosa!! Gracias también por eso!! Nos mimas demasiado!! Bssssss!!!!
miércoles, 16 de abril de 2014
En estado de gracia
Bueno. Uno no se imagina lo que son las tardes de confesiones hasta que no decide ir a una de ellas. Y la verdad es que hasta hace unos días, no se me había pasado por la mente asistir a ninguna. Es una de esas cosas que están ahí pero que no parecen ir contigo. Algo parecido a... No se me ocurre ningún símil adecuado.
No es que no me haya confesado nunca. Tuve que hacerlo para mi Primera Comunión. Y luego para mi boda. Y mi padre como compañero de fatiga de todas mis confesiones. Sí. Los hay que van al fútbol con su padre, o a regar, o los hay incluso que van a... En fin... Yo con mi padre voy a confesarme.
La vez que nos confesamos para mi boda el cura tendría prisa porque nos hizo un dos por uno y nos absolvió así nomás sin oír siquiera lo que teníamos que confesar. Y que te absuelvan de tus pecados sin necesidad de pasar por el trance de contarlos mola.
Nos dirigimos a la iglesia diez minutos antes de la hora emplazada, por eso de a ver si hay suerte y acabamos pronto con nuestras obligaciones morales. Mi padre no es que sea un gran pecador pero como que le gusta ir bien limpio a su cita anual con el lavatorio de pies del Jueves Santo. Y yo, pues como todo lo que hago.
Bien. Nada más entrar vemos que los cuatro primeros bancos antes de llegar a los confesionarios están repletos de pecador@s. Que yo digo que si dicen a las 8 es a las 8 y no a las 7. Busco con la mirada a ver dónde se sacan los tickets. No hay tickets. Genial. Toca pelearse para que no te quiten la vez. Porque esto ni la cola para los boquerones un día de lluvia y materialmente no es que haya vivido mucho tiempo en mi pueblo tocayo pero que nos conocemos ya todas, ¿verdad chicas?
Consternación al comprobar que sólo hay dos curas. Y los dos parecen cristianos, digo blancos, digo europeos, ¿pero qué digo??? Dos curas jovencitos y europeos. la cosa no pinta bien. Porque elegir a un cura que te confiese es como elegir a un pffff no se me ocurre ningún símil adecuado. Con lo que estaréis de acuerdo la mayoría de vosotras es que para según qué cosas, nunca se va ni al más guapo ni al más joven!! Simplemente porque los guapos y los jóvenes cohíben. Una no está hecha de piedra, aunque lo aparente. Y mi padre refunfuñando a mi lado en estéreo, que es lo que tiene estar medio sordo de un oído que crees que nadie te oye, mientras la x se nos cuela por la izquierda, la y por la derecha, y la z lleva ya un cuarto de hora de reloj confesándose cuando es de comunión diaria, como tiene a bien informarnos mi padre a todos los asistentes y en estéreo. Yo le digo que no hay prisa, que en un momento de purificación de nuestras almas, no caben ni la ira ni la impaciencia cuando en realidad lo que estoy es a ver si el Señor encima de nuestras cabezas (una imagen bellísima de Jesús resucitado encima del altar) obra el milagro y aparece el tercer hombre. Y el Señor parece querer congraciarse con nosotros porque de la sacristía surge el pequeño cura asiático y oigo de pronto cánticos de Aleluya y a partir de ese momento sé que no voy a tener problemas para confesarme.
Podría hablar largo y tendido sobre los que nos congregamos a confesarnos ayer por la tarde en la iglesia de mi pueblo. De hecho, podría hacerlo porque como estoy en estado de gracia desde ayer. Pero me ha dicho mi marido que no parezco tener muy claro el significado de lo de estar en estado de gracia, así que por lo de las moscas, y para no cagarla, mantendré la boquita cerrada.
Feliz Miércoles Santo!!
(- ¿Qué pecados has cometido hija?
- Jibia.
;))
Podría hablar largo y tendido sobre los que nos congregamos a confesarnos ayer por la tarde en la iglesia de mi pueblo. De hecho, podría hacerlo porque como estoy en estado de gracia desde ayer. Pero me ha dicho mi marido que no parezco tener muy claro el significado de lo de estar en estado de gracia, así que por lo de las moscas, y para no cagarla, mantendré la boquita cerrada.
Feliz Miércoles Santo!!
(- ¿Qué pecados has cometido hija?
- Jibia.
;))
martes, 15 de abril de 2014
domingo, 9 de marzo de 2014
Sara cabreada
Anoche, antes de dormirme, me visitó mi muso a esas horas en las que no tengo papel ni boli ni una pizca de gana de levantarme de la cama para apuntar las frases que me inspira. Sí. Mi muso es un cachondo que normalmente me deja a medias. Pero esto es más o menos lo que me dijo.
La vida de Sara mantiene un equilibrio imposible
Y el hilo del que pende es tan fino y endeble
Que a la menor ráfaga de aire,
esta acabará desprendiéndose.
Y el hilo del que pende es tan fino y endeble
Que a la menor ráfaga de aire,
esta acabará desprendiéndose.
Lo último que vi antes de apagar el móvil e irme a la cama fue una foto suya en el instagram. Sara no se llama Sara en realidad, pero a nadie le interesa cómo se llama. En la foto, Sara estaba visiblemente enfadada. La foto la retrataba justo en el momento en el que se volvía hacia el fotógrafo, con la ceja levantada, una sonrisa a medias y esa mirada fría de pasar de todo. Sara ya no es esa niña siempre risueña, ahora tiene días de esos de estar cabreada con todo.
Sara no es una chica espectacular, su físico no llama la atención. Sus progenitores la dejaron tirada en la estacada hace ya tiempo. No entiende de mates, apenas de historia, pero es la biología la que le provoca pesadillas, tiene muy claro que nunca la superará. Y ahora además su chico está a punto de marcharse a otra ciudad, así que puede que lo suyo también tenga los días contados.
Desde que nos conocemos, hay días geniales en que Sara es feliz y se ríe y otros días no tan geniales en que con muy mala cara, se
aparta a un rincón en el que cuelga el cartel de no molestar. Y entonces no
la molestamos ni yo ni nadie porque Sara tiene sus razones.
sábado, 22 de febrero de 2014
El vecindario
Sí. Escribir era probablemente lo que menos me apetecía hacer. De hecho, lo único que me apetece de verdad es no hacer nada más que pasarla. Como quien pasa una enfermedad o un estado febril. ¿Cómo es posible que a mi edad siga teniendo que pasar por momentos como este? En serio, pensaba que una de las ventajas de la adultez era la ausencia absoluta de embrollos preadolescentes de los que crees que van a acabar con tu mundo. Pues no. Y además ahora me he hecho follower en twitter de una barbie a la que siguen kilos de chicas de mi misma edad mental ávidas de frases lapidarias con las que adornar sus agendas escolares.Yupi por mi madurez y yo o mí.
Claro, que por otro lado, escribir es una de esas escasas cosas que todavía no se me dan mal del todo. Eso y hacer bebés bonitos. Menudo currículum. Estoy hecha polvo y cuando lo estoy, mi sarcasmo aflora así que no llamen todavía a los servicios de salud mental.
Mientras tomábamos café, ha surgido el tema y desde la apatía me han entrado ganas de escribirlo.
Mi vecindario. Nunca lo he mencionado hasta la fecha, al menos de forma explícita.
Cuando la cuento, nadie se cree nunca la extraña fauna que puebla mi calle. Empezando por mí, claro. Es variopinta, prolífica en géneros, clases y razas, un auténtico paradigma de la diversidad y para qué nos vamos a engañar, del frikismo también. Empezando por mí, por si no había quedado claro. Y también es ruidosa, absoluta y tajantemente ruidosa, en constante alboroto.
Uno de mis sonidos favoritos es el del coche del reggaeton turco. Primero el ligero temblor de los cristales al ritmo de un tam-tam lejano, y poco a poco el temblor y el tam-tam se van recrudeciendo hasta hacer peligrar la integridad de mis ventanas y de toda la casa que se mueven frenéticamente al compás de un endiablado y sabrosón reggaeton.
A veces cuando lo oigo llegar, no puedo evitar soñar despierta que en una vida paralela en la que soy una choni, estoy incondicionalmente enganchada a ese coche azul violáceo eléctrico del que sale el atronador reggaeton de toda la vida cantado en lo que debe ser turco porque no he logrado entender nunca ni una palabra. No, definitivamente, no es ni la altura desgarbada, ni esa sonrisa de dientes enormes y nariz aguileña, ni ese fino bigotillo a lo Clark Gable del conductor a medio camino entre el cine de los Coen y Ken Loach. Lo que me fascina de mi vecino es su coche, su música, las tropecientas maniobras que realiza al aparcar que hace que se prolongue el placer de escuchar su música al infinito y la relación tan íntima que se ha establecido entre todos ellos.
A veces cuando lo oigo llegar, no puedo evitar soñar despierta que en una vida paralela en la que soy una choni, estoy incondicionalmente enganchada a ese coche azul violáceo eléctrico del que sale el atronador reggaeton de toda la vida cantado en lo que debe ser turco porque no he logrado entender nunca ni una palabra. No, definitivamente, no es ni la altura desgarbada, ni esa sonrisa de dientes enormes y nariz aguileña, ni ese fino bigotillo a lo Clark Gable del conductor a medio camino entre el cine de los Coen y Ken Loach. Lo que me fascina de mi vecino es su coche, su música, las tropecientas maniobras que realiza al aparcar que hace que se prolongue el placer de escuchar su música al infinito y la relación tan íntima que se ha establecido entre todos ellos.
Porque desde que se sacó el carnet y descubrió el fantástico universo del automóvil, mi vecino sólo existe por su coche, toda su vida gira en torno a su estrenduoso vehículo mientras su mujer y sus hijos se han adaptado a la perfección a su otra vida sin él. Al menos la viven aparentemente con normalidad. El niño mayor le ha salido un pelín bigardo. Pero bueno. Nadie es perfecto. Y todo iba sobre ruedas, sobre todo las del coche con BSO arábigocaribeña, hasta que el otro día desembarcaron el abuelo y el padrino del niño. Han venido libremente o solicitados para encargarse del niño, eso no lo sabemos. Dicen del abuelo que es un hombre fuerte, duro, desterrado de un gulag y que ha informado a las autoridades competentes de su malestar por el comportamiento del niño cuando él sabe bien lo que es educación, que estudió bajo el comunismo allá en el país del este del que proceden.
Y mientras platicábamos sobre esto y aquello tomando café, he querido recordar cuándo fue la última vez que escuché reggaeton turco.
(Me ha costado esta vez. Agonía, pongamos que este es el punto cero).
martes, 4 de febrero de 2014
A ritmo de Melendi
La sexta hora del martes era el paréntesis de su día. Los martes no le gustaban, era la tarde de la catequesis. Había caído en la cuenta que le recordaban demasiado aquellas tardes de miércoles en Saint-Priest de hacía un millón de años cuando su madre las llevaba a la fuerza, obedientes, a su hermana y ella a la escuela de español, que era como lo llamaban ellas. Una vieja sala en un edificio decrépito, una sala con apariencia de aula llena de mapas y libros viejos donde sentadas en lo que aparentaban ser pupitres, con otros niños que sí parecían españoles, y no como ellas tan pelirrojas y tan blancas, alguien del que no guardaba el más mínimo recuerdo ahora, ella que siempre gozó de tan buena memoria, les enseñaba esa lengua que se les atragantaba y que tanto odiaban los miércoles por las tardes. La única posesión que atesoraba, que tan cara le era y que era suya y de nadie más, su tiempo, expoliado por otros. Los martes por la tarde se sentía patalear por dentro, como aquella niña con ganas de salir corriendo.
Por lo general odiaba los martes. Este en concreto tenía sabor dulce y amargo, dulce por las palabras que había leído por la mañana alentándola, porque la habían admitido en ese grupo donde al parecer esperaban que volviera a escribir reivindicativa. Una vez lo había hecho en aquel portal pensando que podría cambiar el mundo. Y el mundo había cambiado a peor. Era también un martes amargo, porque después de muchos días, hoy tampoco lo había visto y no sabía si no era mejor que no volviera a verlo para que se siguieran queriendo como siempre lo hacían en la distancia.
La última hora del martes era la hora en que les daba alternativa, o AE, atención educativa como lo llamaban ahora. Cuando los ocho que estaban y que en el fondo eran iguales, con los mismos anhelos y los mismos temores, recuperaban un poco de su tiempo de ellos, cuando volvían a ser un poco ellos mismos, fuera del mundo, al ritmo que marcaban las canciones de Melendi.
lunes, 30 de diciembre de 2013
... y reuniones.
Y de la noche de antes no sé si mejor no hablar.
Cervezas. Unas cuantas. Mahou. A mí con que me digan las cosas una vez.
Y por fin el Beefeater con tónica Schweppes que llevaba deseando tomarme desde hacía casi seis meses.
Bueno, los cinco.
Pero fue en un intervalo tan largo de tiempo que no sentí que me estuviera pasando.
La música de Nochevieja de fondo. Sí. Además no caímos en la cuenta ni Mónica ni yo pero siempre la liábamos parda la noche antes de Nochevieja. Parda no, pardísima. Y sí. La noche estuvo amenizada con la música que sonará en Nochevieja en el bar. Para eso contábamos con la compañía de los dos DJ que pincharán mañana. Dos habitantes de la Comarca de la talla de elfos. Nunca he tenido tan clara mi condición de hobbit como con estos chicos.
Bien es cierto que antes estuvimos tomándonos otra cerveza en la cocina de mis padres.
Y un rato antes, estábamos tomándonos otra en el bar del Lorenzo hasta que nos vimos interrumpidas por el portavoz calvo de un grupito de otros tantos y tan calvos como su portavoz y que no habíamos visto en nuestra vida, como si no estuviéramos en nuestro pueblo. Y claro, no tuvimos más remedio que admitirles que íbamos juntas. ¿En serio que todavía quedan tíos que creen que sin contacto visual previo ni miraditas cómplices ni nada que muestre el más mínimo interés de ninguna clase les pueden entrar a las tías y que estas vayan a decir que sí?? ¿Qué teníamos?? ¿Caras de desesperadas o de lagartonas? Si por eso no me pinto nunca!!! Bueno, no nos quedó más remedio que huir. Eran siete. Demasiados para luchar.
Y acabamos en el bar del Lorenzo porque el minuto de antes habíamos realizado una maniobra de huida no disimulada al verlas. Pero es que habíamos reservado la noche con dos meses de antelación. No era plan de compartirla. Si ya nos conocemos y sabemos lo que nos cabe esperar de cada uno. Somos más viejas, y por ende, más sabias y con menos tiempo que perder.
Y el rato de antes, liamos una pelea de las buenas en el bar de arriba. Sí. En mi pueblo hay muchos bares. Y ya está. Fue una noche versión alcoholizada de un Cuento de Navidad que iba a compendiar todos los momentos estelares de las marchas pasadas y futuras.
Y el rato primigenio de todos fue una cerveza que nos tomamos en nuestro bar de siempre y que auguraba una buena y gran noche que se hizo demasiada corta hélas. Bueno, lo bueno es que hemos quedado para mayo. Contaré los días.
De reuniones
No estuvo mal el día de ayer. Todos los capaores juntos, menos uno. Y fue por motivos de fuerza mayor. Creo que muchos nos sorprendimos del poder de convocatoria que tuvo el día de ayer. No somos de esas familias que se juntan con regularidad o que se visiten. No. No lo somos. No tengo muy claro dónde viven algunos de ellos y todavía doy explicaciones de lo que hago y de dónde y eso que vivimos casi todos en el mismo pueblo. Pero ya está. No seremos la familia más apegada del mundo pero al menos somos capaces de echar un rato de risas juntos sin complejos ni rencores.
A ver si el año que viene sumamos y repetimos!!
miércoles, 25 de diciembre de 2013
Comidas familiares
Mi hermano se cabrea y maldice la suerte que le ha tocado al nacer en una familia tan impresentable y tan gritona. Y es posible que tenga razón. Pero de todos es bien sabido que quien consiga chillar más alto y quedarse por encima de todas las demás voces tendrá la razón. Así ha sido toda la vida. Todo el pueblo, y sobre todo los vecinos de la Placeta recordarán siempre lo desangelada que se quedó la susodicha cuando nos mudamos (o mudemos) de allí. Se quedó de repente en silencio, sin gritos, sin voces, sin peleas, para siempre.
Cuando te toca una familia chillona, sólo puedes hacer dos cosas, cambiar de apellidos y migrar avergonzado y en silencio a otra parte, o asumirlo con naturalidad, porque hay cosas que no se pueden cambiar y a cada uno le toca lo que le toca, que seremos chillones pero honrados y quien no se consuele, doble trabajo tiene.
Pero estoy perdiendo cualidades porque no hemos alcanzado el armageddon de otras veces y eso que por una vez estaba de parte de mi madre. O sea que nos hemos quedado en remanente de ciclogénesis, la mayor parte habiéndose descargado por el norte. Claro que en medio de la batalla he perdido mi identidad de emigrante, que al parecer no lo he sido nunca, ni siquiera migrante a secas. Pero que me da igual. Siempre me quedará este blog para desahogarme!!! XP
Besitos!!!
lunes, 16 de diciembre de 2013
L.
Esta tarde me he dado cuenta de por qué no logra caerme mal.
Bueno aparte que por razones que no vienen al caso, suelo acabar siempre en el lado de los losers y no estoy diciendo que quien esté a mi lado lo sea. Pero si hipotéticamente hubiera que hacer un reparto más o menos equiparable me tocaría el lado de los losers. Lo asumo.
Pero es que ese pelo negro y esos ojos claros pintados de color turquesa me recuerdan tanto a mi tía Antonia. Me he dado cuenta esta tarde al mirarla de refilón "se me ha figurado ella" y de ninguna manera alguien que me recuerde de refilón a mi tía Antonia podría caerme mal.
Así que seguiremos observando, a lo lejos, intentando no tirar demasiadas piedras.
Pero es que ese pelo negro y esos ojos claros pintados de color turquesa me recuerdan tanto a mi tía Antonia. Me he dado cuenta esta tarde al mirarla de refilón "se me ha figurado ella" y de ninguna manera alguien que me recuerde de refilón a mi tía Antonia podría caerme mal.
Así que seguiremos observando, a lo lejos, intentando no tirar demasiadas piedras.
viernes, 13 de diciembre de 2013
Los mantecados de mi abuela isabel
El que ayer la batería de mi coche después de casi 6 años de fieles servicios dejara a mi marido aparcado en doble fila frente al estadio tirado es pura casualidad. Y que el parque de atracciones de las Pin y Pon se haya agotado en el Hiperocio también. Y que hayan anunciado lluvias torrenciales repentinas para el fin de semana justo después de haber decidido ir a la oliva es sólo circunstancial.
Peeeeero en esta vida no todo va a ser sufrir, o mejor aún, como en aquella canción de los Monty Pythons "Always look on the bright side of life". Y eso hago nena, ¡todos los días!
Una de las cosas que nos pasan a algunos guiris cuando aterrizamos en esta tierra es esa especie de repulsión que sentimos hacia el fuerte y característico sabor de la comida española, y en particular la sureña de toda la vida. No podéis haceros una idea de lo que supuso para alguien de tan buen comer como yo cambiar los suaves, lechosos y delicados (ya van dos veces en una semana) aromas galos por un trozo chorizo (esto blanco y blando, ¿qué es? y que alguien me explique por qué no hay ni un solo tipo de embutido que no sepa a cerdo), un pimiento verde frito (pero ¿qué gente lo fríe todo en ese apestoso aceite de oliva? Sáquenme de esta cocina por favor!!!), un plato de cocido (¿en serio pensáis que me voy a comer algo donde flota una oreja?) o eso que parece una de mis añoradas galletas bretonas ricas en mantequilla pero, ¿a qué sabe esto? ¿pero qué le habéis echado para que sepa así?? ¿¿¿MANTECA DE CERDOOOO??? Pero ¡¡qué mente demente le echa grasa de cerdo a un dulce!!!!!
Fue una época dura en la que tuve que acostumbrar mi paladar a esta cocina de bárbaros. Y lo hice. Era eso o no comer. (¿Yo no comer? ¡¡Debe haber otra solución!!) Y vaya si me acostumbré.
Los mejores mantecados que yo haya probado nunca fueron unos que compramos en una panadería de Zahara de la Sierra, hechos con aceite de oliva y que resistirían el embate del paladar más exigente. Sin embargo, mi madre siempre nos habló de los mantecados que hacía mi abuela y que eran de lejos los mejores que nunca hubiera comido. Por desgracia, mi abuela nunca le mandó la receta de los mantecados cuando estábamos en Francia. Y luego al volver aquí y con el paso del tiempo, se le olvidó pedírsela hasta que fue demasiado tarde.
Pero me he enterado hoy que gracias a Dios y a Facebook ha contactado con sus antiguas vecinas y amigas de la Argentina y le han mandado la famosa receta!!! Por fin sabremos a qué sabían los mantecados de mi abuela Isabel.
Buen fin de semana!!! :))
Fue una época dura en la que tuve que acostumbrar mi paladar a esta cocina de bárbaros. Y lo hice. Era eso o no comer. (¿Yo no comer? ¡¡Debe haber otra solución!!) Y vaya si me acostumbré.
Los mejores mantecados que yo haya probado nunca fueron unos que compramos en una panadería de Zahara de la Sierra, hechos con aceite de oliva y que resistirían el embate del paladar más exigente. Sin embargo, mi madre siempre nos habló de los mantecados que hacía mi abuela y que eran de lejos los mejores que nunca hubiera comido. Por desgracia, mi abuela nunca le mandó la receta de los mantecados cuando estábamos en Francia. Y luego al volver aquí y con el paso del tiempo, se le olvidó pedírsela hasta que fue demasiado tarde.
Pero me he enterado hoy que gracias a Dios y a Facebook ha contactado con sus antiguas vecinas y amigas de la Argentina y le han mandado la famosa receta!!! Por fin sabremos a qué sabían los mantecados de mi abuela Isabel.
Buen fin de semana!!! :))
lunes, 8 de julio de 2013
La ceguera como herencia
Mi abuela se quedó ciega de un ojo a la edad de 12 ó 13 años. Una enfermedad de las de aquellos tiempos que decidían aleatoriamente marcar una y no otra vida. Aunque por las historias que me contaba ella y que ahora me cuenta mi madre, la falta de visión en un ojo nunca le impidió hacer una vida más que normal. De joven era jovial, alegre. Le gustaba divertirse. Luego se puso de novia con mi abuelo, se casó con él y junto con mi madre recién nacida se marcharon a Argentina, a Comodoro Rivadavia. Y fue siempre bastante severa con mi madre. Esta es la parte de su vida que conozco por sus historias.
Y luego está la otra parte que conozco por vivirla con ella. Y yo siempre conocí a mi abuela ciega. Al poco de nacer yo, cuando se vinieron para España, le dio glaucoma en el ojo sano, y por más que mi abuelo la llevara a la clínica Barraquer de Barcelona, recuerdo el relato de aquellos viajes, nunca recuperó la vista.
Hace un año le detectaron a mi madre degeneración macular. Otra vez los ojos. Otra vez la vista y la posibilidad de perderla. Pero ahora introduciremos otro factor. No sólo eso sino que padece en cada ojo un tipo distinto de DMAE. Y se han sorprendido de que siendo tan joven la padezca. No sé en cuántas vidas puede suceder algo así.
Hasta qué punto pueden quedar vinculados los destinos de una madre y de su hija obedeciendo a priori a una probabilidad tan inverosímil que ya suena irónico llamarlo probabilidad. Dentro de unos años, ¿tendré yo también que preocuparme por la posibilidad de quedarme ciega? ¿O mi hermana? ¿O mis hijas? Por qué y quién decide de pronto que tu legado es el de la ceguera. Aún no he logrado entenderlo.
MUCHO ÁNIMO!!!
miércoles, 19 de junio de 2013
Alegría
Hacía tiempo que no parecía tan feliz. O por lo menos tan alegre. Está que se sale, sin que lo sepa, me estoy riendo con sus ocurrencias de siempre, de las de antes, y me alegro tanto.
Al fin y al cabo de eso se trata.
Al fin y al cabo de eso se trata.
viernes, 14 de junio de 2013
Una luz
Y entonces, como si el karma no quisiera desestabilizar demasiado el universo, pues como todos sabemos esto conduciría irremediablemente al caos, apareció Mónica. Y mi noche se iluminó. Y me sentí de verdad feliz y reconfortada porque me hubiera leído y le gustara esto y de pronto Lima desapareció de mi mapa.
Son cosas del club. No lo entenderíais.
Pero ahora tengo que hacerlo bonito para seguir gustándole.
Es un reto importante. Lo intentaré.
GRACIAS!!!
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