Como en todas las casas, en las familias de bien, de las que se muestran cariño y respeto, ellos también tenían sus costumbres y sus historias, existían guiños, frases y coletillas que sólo los escasos cuatro miembros de aquel clan entendían y que dentro de muchos años, si no perdían la capacidad para hacerlo, recordarían con añoranza y alguna lagrimica en los ojos.
Una de esas coletillas surgió por casualidad una noche en que las camas de la vieja casa se habían juntado en el único dormitorio que quedaba fuera del alcance del ruido de la calle, una semana de fiesta, para que todos pudieran conciliar el sueño. En medio de la noche, con la luz ya apagada, salió de una de las voces cantarinas.
- ¡Good ass!- desembocando de inmediato en una gran carcajada conjunta.
- Good ass es buen culo.
De nuevo muchas risas seguidas de la misma voz.
- Pues eso, ¡good ass!
Se oyeron algunos murmullos de ratones y la voz más pequeña que no quería quedarse atrás nunca añadió:
- And very very pooh.(pronunciado pou)- Risas y más risas.
Y así fue cómo se gestó la forma en la que desde entonces la familia de cuatro se deseaba las buenas noches en aquella casa.
¡Good Ass!
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