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viernes, 31 de octubre de 2014

Viernes 31 de octubre

Salgo del aparcamiento del instituto. La reja se está abriendo. Intuyo que Martín me la ha abierto con su mando cuando se ha acercado a por su bocadillo. Después de comérselo se irán para Sevilla como cada fin de semana. Sonrío. Me gusta la gente amable. La calle ya está desierta de niños. Es viernes. Hemos tardado un poco más de la cuenta en salir. No hay la misma urgencia que otros días por llegar a casa. Hoy se puede saborear que quedan unas cuantas horas más por delante que de costumbre. No tengo prisa. Me paro en la primera rotonda. Nadie a la izquierda. A lo lejos por la derecha viene una furgoneta de las viejas. Me meto. Bajo la cuesta hasta la siguiente rotonda. Paro. Viene un coche. Se mete por mi izquierda. Miro la cara del conductor. Eres tú. Vas conduciendo. No miras hacia mí. Creo que no me has visto siquiera. El coche es distinto al tuyo. Por eso no te he reconocido hasta que no te he tenido cerca. Es marrón oscuro. No me quedo con la marca pero es un monovolumen nuevo. Estás diferente. Tu pelo y tu barba no son los que te he visto hace unas horas. Ni siquiera reconozco la ropa. No vas solo en el coche. Hay una mujer a tu lado. Creo que es morena. Puede que haya niños detrás. Entonces por un segundo mi imaginación me dice que acabo de verte dentro de unos años en una vida completamente distinta a la que tú y yo conocemos. Pienso que lo que he visto es imposible. Pero eras tú, estoy segura. Así que pienso, por qué no.

viernes, 24 de octubre de 2014

Maldad

Cuando me encontré el otro día con la maestra de mi peque, lo primero que me comentó fue que mi hija les había contado a ella y al monitor la historia de la muñeca Annabelle. La que según la chiquilla era la verdadera historia, no la de la película. A la seño le resultó chocante que una niña tan pequeña conociera una historia tan aterradora. Admití que se la había contado el viernes por la noche e incluso les enseñé unas fotos de la muñeca de verdad. Y se asustaron un poco. Procuré tranquilizarlas después contándoles  y mostrándoles que la muñeca estaba encerrada en una urna de cristal ataviada de una cruz de madera en el museo Warren, museo al que por supuesto no iremos por ahora nunca.

Y luego está el aspecto tan inocente de esa muñeca de trapo. Creo que es una de las cosas más siniestras del asunto.

Partiendo siempre de la premisa de que la historia de la muñeca es cierta. 

Para mí esa muñeca hizo lo que cuentan.

Creer en el bien es creer en el mal. No creer en el mal es ingenuo. El mal está en todas partes. La existencia del mal es tan evidente como que hay día y entretanto está la noche.


lunes, 13 de octubre de 2014

La otra

Mientras mis amigas quedaban los viernes por la tarde en la puerta del cine con sus ligues de turno, yo me pasé la adolescencia agachada en la banqueta trasera de coches de segunda mano practicando felaciones. A veces en esos coches había más de uno. A veces alguno se dejó llevar y me hizo algo más. Por las noches a solas en la cama intentaba toda clase de imprecaciones para invocar a un íncubo que sólo me quisiera a mí. Puede que me equivocara entonces con lo que es el sexo o el deseo y que me hiciera daño a mí misma sin saberlo pero creo que simplemente esa fue la única manera que hallé de sentir un poco de eso que las demás llamaban "amor".

Hasta que me enamoré de verdad. Además estaba segura de haber acertado. Nadie más que yo podría haberse fijado en alguien como él. Nos hicimos muy amigos. Prácticamente inseparables. Siempre que me necesitaba, yo estaba ahí para él. Jamás podrá reprocharme la más mínima deslealtad. Hice todo lo que me pidió y más. 

Y un día apareció ella en su facebook. Ella y sus fotos monas en las que siempre salía estupenda, siempre comentando sus publicaciones, con sus smileys sonrientes, sus guiños virtuales, sus besitos. Y tonta de mí no lo vi venir. Tendría que haber sospechado en seguida, en cuanto no quiso explicarme quién era ella y solamente me contestó con una sonrisa boba. Quise creer que se trataba de un contacto más. Estaba tan segura de no haber cometido ni un solo error. Poco a poco dejó de hablarme por whatsapp. Yo me inventaba mil excusas que lo disculparan. Me quedaba mirando como seguía "en línea" pero ya apenas me contestaba con monosílabos y siempre era yo la que le mandaba sus primeros mensajes y también los últimos. Un día plantó su estado de "enamorado" en el facebook. Por un microsegundo guardé la esperanza de que era de mí pero me di cuenta de que no y en ese instante creí morir. 

Lo hice todo perfecto, no sé en qué pude fallar. Aunque he logrado ocultar lo que siento, cuando los veo juntos me entran náuseas- me parece tan injusto. Tiene que haber una forma de acabar con ella. Debe haberla. Y entonces volverá a mí.

domingo, 12 de octubre de 2014

Dreams

Dreams. Si se pronuncia en susurro, suena igual que un soplo de aire, que es lo mismo que un respiro, el que queda para algunos cuya vida se ha convertido en infierno.


La primera noche, soñó feliz que estaba junto a él y que en el momento propicio él se acercaba a ella  y besaba sus labios con un ligero roce que la hizo desvelarse inmediatamente. Aquella noche no volvió a dormirse recordando una y mil veces el  beso que tanto tiempo había anhelado y que por fin se hacía real en sus sueños. Durante las seis noches que siguieron volvió a soñar que la besaba. Nunca se repetía el mismo sueño, pero al final, siempre acababa besándola con un ligero roce de sus labios. Y entonces se despertaba. Así fue todas las noches. Y al despertarse, como no lograba volver a dormirse y el beso tenía lugar mucho antes del amanecer, entonces aguardaba despierta en la cama a que se hiciera la hora de levantarse dándole mil vueltas al motivo por el cual no volvía a conciliar el sueño. A medida que transcurrían las madrugadas de desvelo, aquel beso insomniaco del que se creyó enamorada en un principio se fue tornando cruel e insoportable, y la última noche se dio cuenta de que ya no deseaba ser besada por aquellos labios que sólo buscaban desvelarla sin sentir el más mínimo deseo por seguir teniéndola aunque sólo fuera en sueños.

Al séptimo día, un miércoles, se sentía apocada como en pocas ocasiones lo había estado antes, vencida por sueños que la estaban agotando de vida. Siempre había creído que el mundo de los sueños era el único resquicio que le quedaba para refugiarse de una existencia tan insustancial como gris, suyo, inalienable. Y sin embargo ahora sus sueños se estaban ensañando con ella, y cerrar los ojos era cruzar el umbral entre un mundo en el que ella existía y otro distinto y ajeno que estaba devorándole las fuerzas. La mañana del séptimo día, y sabiendo que no le quedaba mucho margen, que aquella misma noche agotaría sus fuerzas y sus esperanzas, fue en busca de él, conscientemente. Se cruzó con su mirada y leyó en ella desdén y menosprecio, escuchó su voz y esta le hablaba con indiferencia y burla. Claro que aquello la desconcertó, habiendo sufrido siete noches consecutivas el acecho de sus labios. Sin embargo, por curioso que le pueda parecer a quien lea estas palabras, al verlo y al oírlo, el peso de las horas de insomnio se desvaneció por encantamiento y sintió cómo recobraba sus fuerzas perdidas. Sin que él tuviera la menor idea del porqué, ella le regaló una enorme sonrisa. Sabía de sobra que a partir de ese momento jamás volvería a soñar con sus besos.

sábado, 11 de octubre de 2014

La decisión

Fue en abril cuando lo leí. Entre todas las noticias del google news que leo a diario aquel titular me llamó en seguida la atención. "El acoso escolar pasa factura a largo plazo sobre la salud de las víctimas". Estas no sólo pueden sufrir ansiedad y depresiones sino que también están predispuestas a otras enfermedades. Por el contrario, los acosadores experimentan beneficios en su salud porque suben de status social a través de la intimidación.

Ese fue el momento exacto en el que tomé la decisión.

Me lo cruzaba con regularidad desde que volví hará cinco años. Él nunca se fue de aquí, lo cual tiene lógica, él estaba aquí en su salsa.  Se casó y tuvo hijos. Y siempre me he preguntado si esos engendros llegarían a ser tan hijos de puta como el padre. Mi psicóloga me tiene prohibido que hable en estos términos, no quiere que le guarde rencor por dentro a nadie, así que cuando hablo con ella pongo voz de corderito e intento convencerla de que su terapia funciona. Lo cierto es que me gusta, puede que algún día me vea como algo más que un loco.

Tuve que esperar a que volviera el invierno y la nocturnidad  de sus tardes para llevar a cabo mi plan. Esperé al amparo de las sombras en aquel descampado donde los papis aparcan sus coches cuando llevan a sus querubines al fútbol. Fue fácil golpearlo en la cabeza y meterlo en el coche. También fue fácil llevarlo al cortijo y atarlo a la mesa de los marranos. Todavía quedaban huellas de la última matanza. Lo difícil fue despedazarlo. Pensé que iba a experimentar más placer. Pero lo cierto es que la sangre de ese cerdo me produjo muchas náuseas.Y luego tener que meterlo todo en bolsas de basura. Os sorprendería la cantidad de bolsas que hay que usar para meter un cuerpo entero. Tuve que dar dos viajes hasta el acantilado para tirar toda la carne al mar sin llenar la furgoneta de sangre. Quemé la ropa de ese desgraciado en la chimenea. Fue una noche larga y complicada. Estuve durmiendo dos días.

Ya estamos en verano otra vez y aún no han hallado ni una sola pista del paradero de ese cabrón. Mi médico ha notado una gran mejoría en mí. Puede que mañana me quiten por fin la medicación.




miércoles, 8 de octubre de 2014

La cazadora

 Mi querida hija,


Cuando leas esta carta será que habré muerto. A partir de ese momento tu suerte quedará para siempre sellada al convertirte en la trigésima novena cazadora. 


Hija mía, a la cual amo y amaré más y más allá de mi propia existencia, eres la digna sucesora de una larga estirpe. Nunca cupo para nosotras otra posibilidad que la que marca nuestra naturaleza y el destino del mundo depende de nosotras pues a nosotras fue confiada la tarea de proteger a los ángeles y de limpiar el mundo de sus demonios. 


Cuando los mires a los ojos reconocerás a los que han de enseñarte a matar sin que ningún mortal sospeche jamás de tus acciones. Sin embargo, únicamente tú detentarás el poder de la daga blanca. 


Y los ángeles serán apátridas en la tierra pues al cielo y no a esta pertenecen y su naturaleza jamás será revelada y por obra del maligno los últimos de los últimos sufrirán del desprecio y de la burla de los mortales; y por obra del maligno los demonios no sufrirán y serán admirados y queridos por los hombres y su oscuridad será velada por la artificialidad de la falsa luz del infierno donde mora su amo; y será en ese momento cuando a la cazadora sea encomendada la labor de destruir a los demonios y de proteger a quien ha de acompañar a los ángeles mientras moren en la tierra. 


Hija mía, mi mayor tesoro, como única advertencia pues sé que todo lo harás bien, te suplico que no te regocijes nunca del mal ajeno por más que este sea asestado al maligno pues de la pureza de tu alma dependerá que nos volvamos a ver espero que tarde antes que temprano,



Tu madre que te ama, 
XXXVIII



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PD: llamadlo como queráis, pero me lo estoy pasando pipa!! Feliz miércoles a tod@s!!


martes, 7 de octubre de 2014

Chicas

- Esos tíos eran un poco patéticos, ¿no?
- Bueno, creo que a Ana le ha gustado el de la cresta.
- ¿Qué dices??? ¿ese paleto??
- Anda ya, admítelo, que si no llegamos a decir de irnos, ¡te lo habrías ligado!
- ¡Que no tías!... Bueno, lo cierto es que me ha enseñado sus tatuajes, pedazos de tatuajes, y si no llegáis a rescatarme, no habría respondido de mis actos.
- ¡Me encantan los tatuajes! Deberíamos hacernos uno, chicas, todas juntas, ¡sería genial!
- ¡Pues Lola ya tiene uno!
- ¿En serio? Lola, ¿en serio tienes un tatuaje?
- ¿No sabías que Lola tenía un tatuaje?
- ¡Eihhh! Lola, ¿por qué soy la única que al parecer no sabía que tenías un tatuaje? ¡Eih!! ¡No te rías y contesta!
- Es que a veces eres tan...
- A veces soy tan ¿qué? ¡Eih! ¡Eso me ofende! ¡Yo no soy tan...!
- ¡Lo eres!
- Sip, estoy de acuerdo con ellas, a veces eres muy-
- Chicas, creo que nos siguen.
- ¿Quién? ¿El coche ese?
- Sí. He reducido la velocidad a ver si me adelantaba pero no. Sigue ahí. Desde que salimos.
- Párate en el arcén. A lo mejor es que no se atreve a adelantar. Yo nunca adelanto. Me da mucho miedo.
- Ok.
- Mirad, se ha parado también. ¿Qué hacemos? Arranca.
- Mierda, no lo consigo, mierda, que voy a ahogar el motor.
- Venga, Lola, ¡arranca de una vez!
- Han salido del coche, ¡vienen para acá!
- ¡Lola!


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Las cuatro chicas yacían en un charco oscuro de reflejos granates bajo la luz de la luna. Difícilmente debajo de la costra negra de aquel líquido opaco nadie habría logrado apreciar que iban completamente desnudas. Parecían agotadas. Y saciadas. 

- Pues al final el de los tatuajes no estaba tan bueno como pensaba.
- Qué burra eres hija. A mí me preocupa más a ver dónde nos vamos a limpiar ahora. Porque no pensaréis subiros a mi coche así, ¿verdad?
- Creo que esta vez nos hemos pasado. Mirad esta masacre. Cualquiera imaginaría que aquí hay cuatro cuerpos.
- Cinco.
- ¿Como que cinco?
- Eran cinco.
- ¿Y quién se ha cargado a dos?
- Yo. ¿No decíais que era tan...? Y además me han puesto nerviosa. Dios, este tipo de hijos de puta me ponen enferma. 
- Jajajaja, no te preocupes. Estos ya no le harán daño a ninguna chica. Pero insisto en que así nadie se va a subir a mi coche.
- Ok, Lola, buscaremos una acequia.
- Gra-cias, ¡una que me hace caso!

 

Octubre

y sus aquelarres. Las brujas. Sus encantamientos. Lo sobrenatural. La muerte. Los espíritus. El terror. La magia.

Un octubre más, tengo unas ganas locas de contar historias de miedo.

¿Sabéis que una vez estuve a punto de participar en un aquelarre de brujas blancas? Reíos, tenéis todo el derecho a no creerme. Hasta hoy, nadie más que nosotras lo sabía. Hace tiempo que perdí la pista de las demás. Una de ellas era una apasionada de las lecturas esotéricas y no le costó demasiado convencernos a las dos. Reunidos el aire, la tierra y el agua, sólo nos faltaba uno y realmente creímos que a su vuelta, el signo de fuego daría su aprobación para disponer de los cuatro elementos. Estábamos prácticamente seguras de que accedería y empezamos los preparativos. ¿Quién no querría invocar la magia blanca para cumplir alguno de sus deseos o atraer a la suerte? O simplemente probar. Magia blanca. Jamás le habríamos hecho daño a nadie. Sin embargo, cuando estábamos a punto, el cuarto elemento se negó, el grupo se quebró, y no volvimos a mencionarlo nunca.

Octubre, mes de las brujas. Llegará el 1 de noviembre y ya no pensaré más en ello. Pero ahora me quedan unas semanas por delante.

¡Feliz mes de las brujas!

domingo, 5 de octubre de 2014

En un solo segundo



Se acercó a la ventana. Sus pasos sigilosos y rápidos quedaban escondidos bajo el largo camisón de color blanco roto; la tela al agitarse confería a su espectro un aspecto etéreo y más que andar, parecía estar flotando sobre las losas frías. Se sentía feliz. Miró a través del cristal. El otoño había acabado con las últimas trazas del verano. Los edificios, los árboles, las calles del mundo se mostraban apagados del gris que cubría todas las cosas. Era un paisaje triste en el fondo. Le gustaban más los colores de la primavera. Pero ahora sonreía ajena a la tristeza del mundo. Por fin estaba junto a él. Habían quedado unidos el uno al otro para siempre y pensó que a su manera lo amaba sin remedio. El cristal le devolvió el reflejo de su cuerpo yacente sobre la camilla mortuoria. Estaban en la misma sala de autopsia que entonces y si no era la misma, podría haber pasado perfectamente por la camilla sobre la cual él la había torturado, degollado, y sin esperar a que muriera, le había abierto la barriga y la había destripado. Nunca logró encontrar su útero. Tenía dieciséis años entonces, la mitad de los que tenía él ahora. Podía oír su respiración ronca, penosa que se ahogaba en los coágulos de sangre negra que iba formando un amasijo junto a sus vísceras bajo la camilla. Agonizaba, en unas horas habría muerto pero ahora parecía plácidamente dormido.
 



(Historia inspirada por la canción "En un solo segundo" de Amaral)



viernes, 25 de octubre de 2013

El reflejo

Era incapaz de hacerlo. Aquellos que la conocían bien, lo sabían. Era un comportamiento invariable. No podía mirarles a los ojos. No. No sólo no los aguantaba por dentro sino que aquella aversión se manifestaba en su incapacidad absoluta por mirarles a la cara. No supo nunca si no quería encontrarse con los ojos de aquellos a los que no quería ver o si temía que a través de sus ojos fueran capaces de hacerle aún más daño del que ya le habían hecho. Los que la conocían podían adivinar que algo no iba bien cuando la veían actuar confusamente buscando la manera de no desvelar su tara. Y cuando ya no le quedaba más remedio entonces miraba a los ojos con la cabeza ladeada, nunca enteramente de frente, y en su mirada de ella se adivinaba un atisbo de sufrimiento al hacerlo.

Así que nada le sorprendió aquella mañana cuando al plantarse delante del espejo de su cuarto de baño fue incapaz de enfrentarse a su propio reflejo...

sábado, 12 de octubre de 2013

La cara de la muerte

Aquel hecho anodino ocurrió una tarde de verano en la que fueron al Alcampo. Su marido iba adelantado, con el carro, mientras las niñas y ella se habían quedado rezagadas al mirar los preparados y adornos para tartas del Dr. Oetker. En un momento dado, miró sin querer hacia la sección opuesta, al otro lado del pasillo y reconoció su larga figura. Haciendo alarde de su habitual simpatía, cogió a las niñas y las llevó en busca de su marido antes de que el otro se percatara de sus presencias. Nunca le había caído en gracia por aquel ego tan grande que le caracterizaba. Además y por lo general no le gustaban las personas altas. Siempre le habían parecido de otra especie diferente a la suya. Se preguntó si se toparían con su mujer y su hijo o si había venido solo al supermercado. Luego se acordó que necesitaba tahini porque quería probar a hacer humus pues aquella crema de garbanzos era una forma muy divertida de que las niñas comieran legumbres y en cuanto se reunió con su marido en la sección de vinos, se dirigieron a la de los productos "exóticos".


Un mes y medio más tarde, se despertó una mañana tras haber soñado con la mujer. Y al abrir los ojos, recordó de pronto que dos años atrás, aquella mujer no muy mayor que ella había muerto repentinamente de un ataque al corazón en la sala de operaciones de urgencias. La había imaginado en el pasillo de un supermercado porque había olvidado que había muerto. Y había olvidado que había muerto porque nadie debería morir como lo había hecho ella. Recordó su cara intentando reconocer algún rasgo, alguna señal que pudiera revelar tan funesto destino.

jueves, 10 de octubre de 2013

Fue curioso...

verlos a los dos juntos, ella agarrada a su brazo. Vivitos y coleando. Pasamos con el coche justo a su lado y de repente me dieron ganas de decirle a mi marido que detuviera el coche para bajarme e informarles que era absolutamente aberrante que estuvieran paseando de aquella manera.

Sí. No sabría muy bien explicarla pero es una sensación realmente extraña ver a alguien al que has matado en una ficción, vivito y coleando. 


El perfil

De todos los perfiles que guardaba en su armario y que se iba poniendo alternativamente, a veces usaba tres o cuatro en pocas horas, otras veces se tiraba varios días con el mismo, se había dado cuenta de que ese era en el que más a gusto se encontraba. 

Porque en cuanto se lo ponía, de pronto se tornaba inofensiva e infundía una imagen de dulzura y de cariño alrededor de ella, infranqueable e intocable.

Era un hecho que le resultaba más fácil conjurar y esbozar, acomodada como estaba dentro de aquel perfil. Allí se guarecía.

Las voces

Se puso los cascos. No tanto para escuchar música como para que se callara el mundo alrededor. El momento le pertenecía, tenía derecho a ello, siempre con la acuciante necesidad de apartarse de todo con su única compañía, porque sólo ella la conocía, sólo ella sabía lo que pensaba y sentía.

Pocas canciones habían resistido el embiste de su hastío, y en mitad de aquellos acordes que sólo ella oía aparentemente a través de los cascos y que le repetían que lo quemara todo de pronto le vino el eco de voces hondas, sordas y oscuras, cercanas, que parecían hablarle en un idioma que desconocía de otro tiempo y otro lugar.

Y se preguntó hasta dónde tendría que huir para dejar de oír aquellas voces.

jueves, 14 de marzo de 2013

De espíritus....

(Haré un parón creativo en plena cogorza del mozo; dejaré que la duerma a ver si así se despeja y puede contestar a las preguntas de los investigadores. 

Lo bueno es que en lo personal esta noche me siento mucho más fuerte de lo que lo he estado desde el lunes...)


Hay dos temas que nunca fallan con los alumnos más recalcitrantes a la hora de prestar atención. 

El primero, el sexo. 

El segundo, los espíritus. 

Pero no os pongáis histéricas de antemano. Ya os estáis llevando las manos a la cabeza y aún no he dicho nada.

Con respecto al primero, sólo hay una cosa que no me hartaré nunca de repetir. La protección. En todo. Siempre protegidos. Para todo. La cabeza, las manos, los pies, las piernas, los antebrazos, todo, lo que viene a ser todo. Y punto. ¿Claro? Vale.


El segundo tema, bueno, siempre resulta mucho más interesante...



Supongo, mi estimado lector, que eres de ese 90% que no cree en los espíritus y que nunca ha participado en una ouija. Pues te invito a no hacerlo nunca pues sus consecuencias son imprevisibles...

La primera vez que participé en una ouija fue en un piso de la Plaza de Toros de Granada. Mi amiga Lupe me había invitado a café y estando allí metidas las cuatro y sin mucho que hacer, nos pareció una idea interesante para amenizar la sobremesa. En aquel entonces, no teníamos ni smartphone (algun@s seguimos sin) ni internet ni necesitábamos darle a la botella ni a nada en concreto la verdad. 

Los pasos a seguir para invocar un espíritu son muy sencillos. Sólo se necesita tener un dedo puesto encima de un vaso pequeño. Eso es todo. Y si no lo fuera todo, tampoco lo diría. No desvelaré ese secreto para evitar malas tentaciones...


Aquella primera vez para todas menos para Lupe, nos costó invocar a alguien al principio, pero la verdad es que en cuanto hizo acto de presencia, y supongo que alentado por la presencia de cuatro chicas de dieciocho años con ganas de diversión, pasamos los cinco un rato muy agradable. Tanto que acabamos tiradas en el suelo con sólo un índice puesto en el vaso, bien fumando, bien levantándose alguna para estirar las piernas y riéndonos muchísimo con él. Y claro, al final, todas le hicimos la pregunta de honor, quién sería nuestro gran amor y lo único que puedo asegurar es que su respuesta no respondía para nada a mis expectativas de aquel entonces y por eso no le hice ni caso y me lo tomé a guasa.

La segunda vez que hice una sesión de espiritismo fue en el dormitorio de una compañera de piso en la calle Beaterio del Santísimo, en Granada. El piso databa de 1876 ó 96. Tenía y lo aparentaba bien, más de un siglo de antigüedad. Con los techos altos, algunos pintados con frescos y semi derruido. En mi dormitorio de cama de matrimonio cabía un biombo y una sala de estudio. Sin embargo los dormitorios más bonitos aunque más pequeños eran los que daban a la calle porque les daba el sol todo el día. El mío era muy oscuro. Sea como fuere, era el lugar propicio para una sesión de ouija que demostrara de una vez por todas que no se trataba sólo de fantasías inventadas por Lupe y por mí.  En esa sesión, sí participó mi novio, el más escéptico de los ocho o diez que estábamos. El espíritu hizo su aparición tan deprisa que en seguida levantó la sospecha de que Lupe y yo estábamos moviendo el vaso. Así que propusimos al resto que realizara una pregunta al espíritu de la que sólo ellos conocieran la respuesta. Y el espíritu le contestó A-K-O a mi novio. Y desde entonces, nunca más ha dudado de que aquello pudiera ocurrir de verdad. En cuanto a los que no lograron creer aquella noche,, entre otros a la inquilina del dormitorio y a su novio, ya de madrugada, se les cayeron todos los libros de la estantería que tenía en el dormitorio. Gajes, supongo.

Hemos hecho sesiones de espiritismo familiares en casa de mi madre también, lo cual ahora que lo pienso puede ser una temeridad. Porque hay espíritus buenos, pero también los hay malos, y nadie quiere compartir casa y espacio con un espíritu maligno. Aunque hay veces en que he llegado a pensar que podíamos ser nosotros mismos los que movíamos el vaso con el simple poder de nuestra mente. No lo tengo claro todavía.

La última vez que hice espiritismo fue con mi hermana, una noche en que se fue la luz y nos quedamos en mitad de una película. Estábamos tan aburridas, sin nada que hacer, que rápidamente preparamos una ouija, encendimos dos velas y nos pusimos a invocar. No tardó mucho en darnos señales de su presencia.  La pregunta de rigor, ¿eres bueno o malo? Y después de unos minutos conversando con él, el vaso se deslizó hasta el final de la mesita del comedor y si no lo llegamos a coger antes, casi se estrella contra el suelo. Nos quedamos heladas. Quisimos despedirnos de él y una vez más el vaso se fue peligrosamente hasta el borde de la mesa. Pasó hace más de siete años así que no recuerdo cómo acabó pero sí que dejamos la ouija inmediatamente. Y todavía recuerdo el nombre que nos dio. Escribió que se llamaba Hahahel. ¿Es ese un nombre real? Aaah...



Buenas noches buuuuuuhhhh....


(Hay dos gatos que se han puesto a pelearse o a ligar, porque en el caso de los gatos, los maullidos son los mismos, del otro lado de la ventana, así que ahora es cuando yo me acojono subiendo por las escaleras a mi dormitorio y me escondo debajo del edredón hasta que dejo de sentir esa horrible opresión en el pecho...)

jueves, 1 de noviembre de 2012

La tienda

Hay un comercio en esta  villa dedicada a la venta de ropa para niños. Es una tienda muy bonita en una esquina, con un escaparate muy cuidado que siempre llama la atención y tiene tal variedad de prendas y calzados que todos los años íbamos un par de veces acompañados de las niñas. Sin embargo, hace un año y después de nuestra última visita, decidimos no volver. El motivo es peculiar, lo admito. Pero era entrar en la tienda y de pronto las niñas adoptaban un comportamiento errático. Mis hijas no mean agua bendita precisamente, y sin embargo no son muy distintas a la mayoría de los niños, que en casa se comportan como bestias pardas y en la calle como angelitos; así son todos los niños o al menos la mayoría, incluidas las mías.


Pero en esa tienda no.


En cuanto la pisaban, se ponían muy nerviosas al punto de correr de una punta a otra de la tienda, gritar, esconderse en los probadores, huir de nosotros cuando intentábamos sujetarlas por el brazo, no atender a nuestras advertencias. Incluso en alguna ocasión, mi hija mayor que no contaba por aquel entonces más de 4 años, empezó a cantar: 

Pito, pito gorgorito
¿dónde vas tú tan bonito?
A la era verdadera.
Pim, Pam fuera.
La vaca lechera 
se ha comido 
Una mierda.


Me pilló de sorpresa porque nunca antes me la había cantado de aquella manera y no pude más que  regañarla y decirle que eso no se decía, a lo que volvió a cantarla igual; le regañé más fuerte y ella volvió a cantarla mientas las demás clientas empezaban a mirarnos. Por más que le dijera que no cantara aquella canción, la volvía a cantar una y otra vez hasta que decidimos huir de allí literalmente


Esa fue una entre otras aunque para mí la más memorable. Cada vez que pisábamos la tienda, era automático. Y en cuanto salíamos las niñas volvían a ser dos seres normales. Atónitos como nos quedábamos sin encontrar explicación alguna a semejante poltergeist, llegamos a pensar que era algo en el aire, algún tipo de ambientador que las ponía nerviosas a las dos y nos propusimos no volver al menos con ellas.


Hasta que hace un mes más o menos, algo le ocurrió a una prima mía que se casaba y había buscado una tienda que le ofreciera unos vestidos de arras parecidos a los que tenían ya mis hijas que iban a ir de arras junto a otras dos niñas y en esa misma tienda, la hija de la dependienta le había encontrado un modelo similar y todo estaba cerrado. Hasta que el día en que iba a encargar los vestidos se topó con la señora dependienta.


 Intentaré transcribir la conversación tal y como me la contaron.


- ¿Que yo te voy a vender un vestido de arras? ¿ Como que dos modelos diferentes? Yo tengo una reputación en este pueblo y no pienso dejar que asocien mi nombre a esta cutrez. Menuda horterada. Y esos vestidos. Por Dios, si esto se llevaba en los 80. Y de qué están hechos, si parece poliéster del barato. Yo vendo calidad. ¿Y a quién se le ocurrió ponerles medias? Esas crías van feísimas. Por favor, no pienso tener nada que ver con esto. Y ¿por qué quieres pagarles tú el vestido a las madres? ¡Eres tonta! ¿Te crees que te lo van agradecer? Yo regalé los dieciseis trajes de pajes de la boda de mi hija y ninguna me lo agradeció. Que se lo paguen ellas...
Y todo lo dijo sin pestañear, sin alzar el tono de voz, una voz aguda muy muy baja, con la mayor naturalidad del mundo, después de ojear unos segundos la foto que mi prima llevaba en su Iphone, sin mostrar ningún tipo de contemplación ni un atisbo de empatía hacia la novia  que se iba descomponiendo poco a poco. Es que esta criatura que despotricaba y despotricaba sin parar ni siquiera tuvo la inteligencia "comercial" suficiente como para refrenar su incontinencia verbal.

Lo que ha hecho que este pequeño incidente tenga para mí la relevancia suficiente como para dedicarle una entrada de este blog es si una cosa está relacionada con la otra, tomando en cuenta que ambos hechos anodinos pero sin duda anómalos ocurrieron en el mismo lugar. ¿Era la maldad aparente de aquella señora lo que presentían mis hijas y que las descontrolaba? Como una suerte de energía o de halo maligno que desprendiera aquella conciencia y que concentrada en aquel cubículo, hiciera que las personas más sensibles reaccionaran de forma anómala como lo hacían mis dos enanas. O tal vez la maldad habite aquel espacio desde la eternidad y esa pobre criatura no sea más que una víctima.


¿Quién sabe?


¡Feliz Día de los Santos!













domingo, 21 de octubre de 2012

Palabras clave de búsqueda

En los albores de noviembre, algunos hogares ya empiezan a oler a cadáveres, a sortilegios y a almas malditas. ¡¡Y me encanta!! Hay algunas festividades que me producen tal sopor y repulsión por su artificialidad que por mí ardieran, pero Halloween me agrada y no por sus chorraditas truquitratos o porque los paganos anglosajones con esa manía por hacerlo todo del revés se lo tomen como su pequeño carnaval particular. Me encanta porque el terror y el espanto forman parte de nuestro cotidiano tanto o incluso más que el amor o la felicidad y merece su personal homenaje. En mis hijas, la muerte y la enfermedad ejercen una extraña fascinación y llevan días soñando con la noche de Halloween y este año se vestirán de novias cadáveres. ¡Brujitas mías, son tan bonicas!
Así que aprovecharé la ocasión que me brinda este primer Halloween que paso con mi querido blog, para compartir con él algunas cuestiones que este año han producido en mí cierta desazón...
Palabras clave de búsqueda
Existe una enorme diferencia entre escribir un diario íntimo y publicar un blog y es eso, el bien llamado PÚBLICO. Sinceramente, si no me preocupara tener público, este blog no tendría en absoluto sentido y seguiría con mi diario.
No pocas veces me meto en las estadísticas de este blog a "goler" y la verdad es que si no tengo nada más que hacer, me divierto bastante comprobando por ejemplo que tengo una fiel admiradora alemana, das Fräulein Ingrid, que llega a mi blog gente de todas partes del mundo con las búsquedas más extravagantes y que tengo que tener cuidado con algunas palabras clave de búsqueda pues he remitido erróneamente en más de una ocasión a mi blog, como hace poco cuando no se me ocurrió otra cosa que poner el nombre del texto que había caído en selectividad haciendo que bastantes se metieran en busca supongo de las soluciones al ejercicio.
Ahora bien, al volver del verano, un día que para variar no tenía mucho que hacer, me metí en las estadísticas del blog y me percaté de que había recibido un número anómalo de visitas desde Venezuela y desde Canadá y de que estas visitas parecían coincidir con un número también apreciable de visitas a la entrada "la desaparición de Guillermo". Mi mente propensa a hacerse las pajas mentales (valga la redundancia) más disparatadas  empezó a divagar sobre los motivos de este repentino interés. Y fue entonces cuando me fui a las palabras clave de búsqueda y advertí un dato no poco aterrador que me heló la sangre y me llevó a cerrar deprisa las ventanas abiertas del blog del miedo que me entró, pues aquellas visitas desde Venezuela y Canadá coincidían con las siguientes palabras de búsqueda:
 la+desaparición+de+rosita
He vuelto a mirar las estadísticas de este mes pero aquellas palabras ya casi han desaparecido quedando solo un triste y mal escrito testigo de aquel susto.
  
¡Feliz y gris domingo!