No recuerdo la última vez que caí como lo hice anoche. Muerta. Soy incapaz de decir cuándo fue la última vez que me acosté y dormí toda la noche sin desvelarme ni una vez.
En mi último sueño, mi hermano y mi marido nos dejaban tiradas a la peque y a mí en Mojácar en plena noche en la puerta del despacho de un siniestro abogado liado con su vecino de enfrente para irse a jugar un partido de padel, y además se llevaban en el coche mi bolso con mi móvil y mi dinero. Pero el abogado resultó no ser tan malo. Y ya al final, cuando ya venían a por nosotras, se cometía un asesinato en el bajo del edificio y la policía nos dejaba los últimos para testificar.
Lo que se llama un dulce sueño reparador.
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