lunes, 24 de noviembre de 2014

El tinte

Este verano me corté por fin la melena. Temí durante mucho tiempo perder algún atractivo si lo hacía, porque hay hombres que sueñan con el pelo largo de las mujeres. Y así pues, mi melena tan larga y lacia acabó sometiéndome a sus caprichos. Pero este verano "en un giro teatral" decidí cortármela. No fue fácil. Exigí con malas maneras a la peluquera que me cogiera a la hora acordada. Porque de haber tardado un minuto de más, habría salido volando con la melena al viento. Pero lo entendió. Y me la cortó. Como a los toreros. Es una de esas decisiones intrascendentes que toma una cuando decide hacer borrón y cuenta nueva. Empezar de nuevo todas las veces que haga falta hasta que todo salga perfecto o al menos mientras haya algún elemento discordante que estropee el cuadro. 

Y el sol me lo tiñó de rubio. Un maravilloso rubio descolorido a lo náufrago. Y empecé a pensar en rubio. No sé. Es divertido no tomarse muy en serio, cambiar de papel a veces, jugar a ser de otra manera. Y es muy muy divertido actuar de rubia frívola y veleidosa. Qué palabra más fea. Suena a tener un montón de vello. Además por más que cambiara de bote de tinte, mi pelo seguía empeñado en ser rubio. Hasta este sábado en que ha decidido que ya no le gusta el rubio, que quiere volver a ser pelirrojo. Y lo cierto es que no me atrae la idea de volver a ser una persona profunda, ambigua, atormentada, compleja y llena de complejos. Pero hasta dentro de un mes no puedo echarme otro tinte. Rubio platino. Ya veremos...


Buenas noches, seguimos en período de prueba!!

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