Es curioso cómo el tiempo va
marcando invisible nuestras vidas. Un día el calor se fue y apareció la
lluvia. Además, aquel mes de septiembre de 2014 acaecieron una serie de
hechos cotidianos extraordinarios que habrían de cambiar mi existencia
para siempre.
Y
lo perfectamente dramático que resulta el pretérito perfecto simple. Y
sin embargo, más allá del drama, teatro o tragedia, y de los tiempos
con los que me divierto coloreando mis palabras, lo cierto es que fue
así. Como casi todo lo que cuento y que casi nadie nunca quiere creer. Y
espero no haber olvidado relatar ni uno de esos hechos ni haber
escatimado ninguna pincelada y que al leer de nuevo mi diario algún día,
pueda recordar cada uno de esos acontecimientos y lo que supusieron
luego. Porque a veces vuelvo a leer algunas de mis entradas antiguas y
no hay forma de entender nada de lo que quise contarme.
Y
como despedida, hoy, último día de septiembre, un mes después de
volver, cuando al llegar a casa a media tarde, he intentado, como una
necesidad inconsciente, llenarme de aquel aire tan denso y puro como el
agua que podía ahogarme y me he dado cuenta de que no era posible porque
el aire estaba viciado y no era el mismo aire, me he sentido náufraga.
Buenas noches, y ¡feliz mes de octubre! :)
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