jueves, 26 de febrero de 2015

Minotauro

Exposición "Minotauro: Historia de un ciclo"
del escultor Indalecio Pérez Entrena

miércoles, 25 de febrero de 2015

Un tranvía llamado deseo

A veces nos empeñamos en destruir recuerdos. Llevo semanas haciendo acopio de ellos antes de marcharme. Tal vez lo inteligente sería dejarlo todo en impresiones que se vayan diluyendo con el tiempo, olvidar y empezar de cero.


Anoche me puse a ver "un tranvía llamado deseo". Desde aquellos años de mis recuerdos siempre había querido a Blanche. La dulce y frágil Blanche. La dama mutilada por la bestia. Y anoche decidí verla de nuevo. Y mientras la veía, se fue corrompiendo un recuerdo bello envuelto en la ingenuidad de una edad impoluta. Podría haber detenido la película al darme cuenta de lo que estaba sucediendo. Pero me empeñé en saber más allá de la línea que separa la fantasía de la memoria, de la realidad. Y a través de mi mirada desgastada, sentí piedad por la trastornada que no se vuelve loca con la violación, que ya estaba rota, que ya estaba loca. Y ya no siento apego por Blanche. Lo siento, no puedo. La locura me aterra, me aterra tropezar y caer en ella.

He dependido tantas veces de la amabilidad de los extraños, tantas veces he sido expulsada de la cercanía.


A veces deberíamos dejar de perseguir recuerdos. 

martes, 24 de febrero de 2015

Y dale perico al torno con la falda

Si es que me acabo de cambiar la falda y me he puesto una más larga y me siento tonta no, retonta. Como cuando la monja Calimero (no me pidáis que me acuerde de cómo se llamaba, sólo recuerdo que era anormalmente baja y que con el velo claro y la túnica oscura pues eso, con todos mis respetos siempre a sus pies) corría detrás de las chicas por el patio de recreo si alguna llevaba una falda demasiado corta y cuando lograba pillar a alguna incauta, le bajaba la falda con el consiguiente destape por la parte de arriba de bragas y pantis. Aun a día de hoy no sé si Sor Calimero era consciente de que conseguía exactamente el efecto contrario a lo que se suponía que pretendía obtener. Lo peor del caso es que si llevabas una falda demasiado larga, te obligaban a remangarte la cintura. Total, que sólo se admitía la largura, largor o largueza decente estándar de falda. Y eso que el colegio no empezó a ser mixto hasta nuestro último curso allí. 

Pues eso. Que me he acordado de Sor Calimero, de sus persecuciones por el patio, y de que desgraciadamente veinte y tantos años después sigo siendo una cobarde. Jo. 

Micropensamientos recién levantada

Estaba yo plácidamente dormida cuando de pronto he sido expulsada violentamente del reino de los sueños por unos ronquidos inopinados. Ya he dado aviso al roncante que la próxima vez no seré tan benévola.

Noches en vela fortuitas.

Y cuando por fin me he dormido, se me ha puesto a llorar en mitad del sueño y no he sabido muy bien qué hacer. Salvada in extremis por el pipipí del despertador. Rastros de tristeza. 

¿Cómo voy? 
Mi marido- muy bien.
Mi padre- ¡¡cómo llevas la camisa que se te ve todo el escote!! (¡exagerao!). Y ¿¿cojeando y en minifalda??? Madre mía. 

Debe existir una manera de eliminar/formatear/bloquear/delete pensamientos. Alcohol, opio, cicuta. Investigaremos. 

Y he estado a punto de quemar por segunda vez mi casa. Por poco me dejo unos huevos cociendo. Una etiqueta casual ha salvado mi cocina. Por segunda vez. Si eso no es suerte, ¿¿¿¿qué es????

Me informan de blogger de que a partir del 23  de marzo quedarán eliminados todos los contenidos xxx. No sé si debo preocuparme. 



El martes ha amanecido soleado. Y eso, dentro de lo que cabe, no es poco.

Buen día!!!






lunes, 23 de febrero de 2015

Zapatos

Ni retifismo ni altocalcifilia lo mío con los zapatos es otra cosa. (En serio, ¿de dónde sale esta gente?) ¿Quieres hacerme feliz? Ponme una zapatería. Una de lujo, con Manolos y Louboutins. Probablemente la iba a llevar a la ruina, pero ¡¡todos esos zapatos tan bonitos a mi alcance!!  

Hay tres verdades absolutas sobre los zapatos. 
Uno. Nunca te compres zapatos made in china. Jamás. Acabarás con los pies retorcidos, son el paradigma de la mala praxis zapateril y de todas formas no te iban a durar más de un par de meses. Y no merece la pena encapricharse de unos zapatos por un idilio tan efímero.
Dos. La atracción que puedas sentir por unos zapatos es proporcional al daño que te van a hacer. Sí. Igual que una mujer caprichosa. O un hombre.
Tres. Que alguien me explique para qué sirven los meñiques de los pies.  ¿Tiene alguna utilidad ortopédica??? No, gracias, no soy un mono, no me voy a poner a trepar a los árboles a estas alturas. Así que de buena gana me los amputaba con unas tijeras de podar, clac clac. Yo y muchas de las que padecemos su tortura cada vez que intentamos llevar unos zapatos medio decentes. 


Sí. Efectivamente hoy he estrenado zapatos. Me hacen mucho daño. A pesar de ser muy monos. Jo. Ahora bien, el placer que se siente cuando te los arrancas por fin de los pies es inconmensurable.   

domingo, 22 de febrero de 2015

And the Oscar goes to

¿Quieres hacerme feliz? ¿Muy muy feliz? ¿la mujer más feliz del mundo? Que yo no quiero ni joyas ni pieles ni cosas caras. Llévame a los Oscars, al teatro Kodak, quiero asistir al desfile de estrellas por la alfombra roja, quiero observar entre bastidores las luces y los brillos, del espectáculo más increíble del universo.

Todos los años la misma canción. Si le echara más morro a la existencia, me quedaría toda la noche viendo los Oscars y mañana iba a ir al insti Rita la cantaora. Todos los años la misma tentación. Ya no tengo cable, tendría que verlos online, y no es lo mismo que verlos en la tele, que todavía recuerdo los Oscars del 2001 cuando nos quedamos las tres toda la noche viendo la ceremonia. Y en el fondo daba igual el quién o el qué, lo que nos ha fascinado siempre es la magia del cine más allá del cine en una ficción con sabor a clásico, una comedia lujosa a modo de cuento de hadas donde los actores que desfilan son los protagonistas de una película llamada Hollywood.  Y me encanta!!!

Chhhtttt, que empieza...




Terrores Nocturnos

Me da miedo imaginar que no seré capaz de seguir escribiendo el día que tú ya no estés.

No cruzarás las piernas

en misa. 

Llamadme ignorante o guiri, pero jamás había oído hablar de semejante precepto hasta la fecha. Supongo que de no haber llevado un vestido ligeramente corto nadie se habría fijado en  que había cruzado las piernas. Sí. Y ya van dos veces en una semana. Al parecer, estoy condenada a no poder llevar faldas por encima de la rodilla en ningún contexto que no implique nocturnidad y alevosía. Con las piernas que tengo eso debería considerarse casi pecado. En fin, bienvenidos a la España sureña del siglo XXI. 

He intentado deducir un motivo por el cual uno no podía cruzar las piernas en misa, si se trataba de alguna invocación satánica, si se podía interpretar como un gesto herético, ya sabéis, algo que huela a superstición o nigromancia. Mi gozo en el pozo de sabiduría. O sea internet. Al parecer, el protocolo marca que jamás se deben cruzar las piernas "ni en la misa ni en la mesa" ni en comité con gente de postín, porque demuestra una falta de consideración y de cortesía grave al mostrar la suela de los zapatos. Así pues lo grave y delictuoso no es cruzar las piernas sino mostrar la suela de los zapatos. Lo cual tiene más sentido, si se toma en cuenta la elegancia intrínseca en el despatarramiento que exhiben algun@s por seguir a rajatabla el precepto. 


sábado, 21 de febrero de 2015

Noches compartidas

Y de las noches que compartíamos me despertaba con tu recuerdo. El alba se abría paso a través de tus abrazos diáfanos, tu silueta se iba borrando, tu mirada se despedía de mí en silencio y todavía ahora puedo sentir la soledad en la que me postraba tu partida. No recuerdo cuándo dejaste de visitarme. Pero sí me acuerdo de cuando te volvía a encontrar al dormirme, esperándome, como el primer día, como si nada fuera a separarnos nunca y como me sonreías siempre. Entonces nos  lo perdonábamos todo por extrañarnos mucho. Fuimos felices al otro lado del muro de los sueños.

Dicen que los deseos si se cuentan no se cumplen. Cuando nos volvamos a ver, te susurraré al oído, lejos de todo, como en aquellas noches, las palabras que nos dijimos, los gemidos, los jadeos, los gritos, los poemas de amor, los deseos incumplidos, te los susurraré, para que nunca te sueñe nadie como yo lo hice.




viernes, 20 de febrero de 2015

A golpe de Tarantella Napoletana

Presto y allegro. 
Como BSO de una peli en blanco y negro de las que recuerdan a los Harold Lloyd y a los Buster Keaton. Y a los Charlots. Una peli muda con mucho ruido y muchas voces donde todo el mundo habla constantemente con todo el mundo menos con el protagonista principal, al protagonista principal no se le oye para nada. Problemas de audio o broma de pésimo gusto por parte del realizador, la cuestión es que nadie le hace caso. Y eso que en algunos momentos abre la boca, y de hecho da la impresión de que se está desgañitando literalmente. Pero ni se oye ni se escucha ni a nadie le importa. Así que el prota se harta y entre gritos y gritos afónicos, anda corriendo de un lado para otro, subiendo y bajando, entrando y saliendo, abriendo y cerrando puertas. Y haciendo. Haciendo muchas cosas. No se sabe muy bien el qué, de hecho sólo él sabe lo que está haciendo y la verdad es que no parece gran cosa pero él sigue haciendo. Aunque a veces también se para. De repente. De golpe. Ante la mirada atónita de todos. Y entonces no hace nada. Y es el único momento en el que los demás parecen fijarse en él y lo hacen con desconcierto preguntándose el porqué de un comportamiento tan errático. Y él parece tan ajeno al mundo que lo rodea como incapaz de que nadie lo entienda. Sin embargo se conoce que lo que de verdad lo acucia es la tarantella porque de repente sube el sonido de la canción y de un bote el prota se levanta para seguir haciendo antes de que la canción se acabe. 



Y así transcurren mis días a veces. Muchos días. A golpe de una Tarantella Napoletana vertiginosa.