Presto y allegro.
Como BSO de una peli en blanco y negro de las que recuerdan a los Harold Lloyd y a los Buster Keaton. Y a los Charlots. Una peli muda con mucho ruido y muchas voces donde todo el mundo habla constantemente con todo el mundo menos con el protagonista principal, al protagonista principal no se le oye para nada. Problemas de audio o broma de pésimo gusto por parte del realizador, la cuestión es que nadie le hace caso. Y eso que en algunos momentos abre la boca, y de hecho da la impresión de que se está desgañitando literalmente. Pero ni se oye ni se escucha ni a nadie le importa. Así que el prota se harta y entre gritos y gritos afónicos, anda corriendo de un lado para otro, subiendo y bajando, entrando y saliendo, abriendo y cerrando puertas. Y haciendo. Haciendo muchas cosas. No se sabe muy bien el qué, de hecho sólo él sabe lo que está haciendo y la verdad es que no parece gran cosa pero él sigue haciendo. Aunque a veces también se para. De repente. De golpe. Ante la mirada atónita de todos. Y entonces no hace nada. Y es el único momento en el que los demás parecen fijarse en él y lo hacen con desconcierto preguntándose el porqué de un comportamiento tan errático. Y él parece tan ajeno al mundo que lo rodea como incapaz de que nadie lo entienda. Sin embargo se conoce que lo que de verdad lo acucia es la tarantella porque de repente sube el sonido de la canción y de un bote el prota se levanta para seguir haciendo antes de que la canción se acabe.
Y así transcurren mis días a veces. Muchos días. A golpe de una Tarantella Napoletana vertiginosa.
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