Ni retifismo ni altocalcifilia lo mío con los zapatos es otra cosa. (En serio, ¿de dónde sale esta gente?) ¿Quieres hacerme feliz? Ponme una zapatería. Una de lujo, con Manolos y Louboutins. Probablemente la iba a llevar a la ruina, pero ¡¡todos esos zapatos tan bonitos a mi alcance!!
Hay tres verdades absolutas sobre los zapatos.
Uno. Nunca te compres zapatos made in china. Jamás. Acabarás con los pies retorcidos, son el paradigma de la mala praxis zapateril y de todas formas no te iban a durar más de un par de meses. Y no merece la pena encapricharse de unos zapatos por un idilio tan efímero.
Dos. La atracción que puedas sentir por unos zapatos es proporcional al daño que te van a hacer. Sí. Igual que una mujer caprichosa. O un hombre.
Tres. Que alguien me explique para qué sirven los meñiques de los pies. ¿Tiene alguna utilidad ortopédica??? No, gracias, no soy un mono, no me voy a poner a trepar a los árboles a estas alturas. Así que de buena gana me los amputaba con unas tijeras de podar, clac clac. Yo y muchas de las que padecemos su tortura cada vez que intentamos llevar unos zapatos medio decentes.
Sí. Efectivamente hoy he estrenado zapatos. Me hacen mucho daño. A pesar de ser muy monos. Jo. Ahora bien, el placer que se siente cuando te los arrancas por fin de los pies es inconmensurable.
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