lunes, 19 de julio de 2021

19 DE JULIO 2021

 Algún día, hijas mías, si Dios quiere, y dios Google también, leeréis este blog. Cuando el dolor de mi pérdida se haya mitigado un poco, y los recuerdos escuezan menos, algún día os acordaréis de que tenía un blog, lo buscaréis y me leeréis. Y me hará mucha gracia que lo hagáis, aunque no tanta que si lo hubiésemos leído juntas, y las caras de asombro que pongáis, puede que con algunas tonterías os riais, habrá cosas que desgraciadamente no entendáis. Pero es lo que tiene la muerte, que no avisa y que deja pendiente tantas cosas. Ha pasado un mes y me duele tanto que aún no lo voy a escribir. Tal vez dentro de un año pueda hacerlo. Ahora mismo no, porque sólo de planteármelo se me encoge el alma. 

Este post es sólo un gentle reminder (esto lo he copiado de Twitter, me he metido de lleno en la movida TERF) de que seguimos aquí, que la vida va dando giros de 90º constantemente, de un lado ahora, y de otro al minuto siguiente, como los cacharros esos de las ferias que te dan vueltas para un lado y luego para el otro, esos a los que vuestra madre nunca se subiría. Que hoy toca gimnasio en el Amós, que ahora me he convertido en TERF y espero que algún día lo entendáis y que vosotras también os convirtáis en unas y nos defendáis a las mujeres. Porque si no nos defendemos nosotras, no esperéis que ningún tío venga a hacerlo. Que he retomado el libro. Que esta entrada es un remoloneo antes de enfrentarme al capítulo IX de la segunda parte. Que es verano, que estáis arriba durmiendo, con el primo acostado en un colchón tirado en el suelo entre vuestras camas y que cuando os levantéis, nos iremos a la playa aunque protestéis enérgicamente como siempre. Que seguimos con mascarillas (qué año más raro). Y que papá y mamá os quieren incondicionalmente, ahora y siempre, incluso cuando leáis estas palabras, incluso entonces, os seguiremos queriendo. 


martes, 18 de diciembre de 2018

El Grinch (3)

Tal vez no fuera tan buena idea después de todo. Con ese pensamiento me desperté al día siguiente de preparar mi amigo invisible, o bobby pin (*), como lo llamaremos a partir de ahora. Es decir, esta mañana. Pero anoche sí me lo pareció mientras escribía compungida mi carta de apologize a mi dire por no hacerle el primer regalo preceptivo. La carta. Y mira que nos reímos mi hija y yo. Como hacía tiempo que no lo hacía. Ahí está, en la "caja", dentro de un sobre lleno de purpurina (porque lo que se lleva es la purpurina), esperando a que su receptora la lea. Yo he huido de la escena del crimen, no vaya a ser que me salpique. Ay, la carta.
Y eso que ayer mismo, le había comprado ya muy temprano un foulard étnico precioso que creí, ô ingenua de mí, que paliaría los efectos de la larga ausencia de agasajos durante los tres días previos. Pero estando en la sala de profesores, me di cuenta, ô dios mío, de cómo la tristeza se apoderaba de todos aquellos niños que no habían recibido sus obsequios respectivos y entendí que pese a que al final habría regalo sí o sí, la espera llenaría los corazones de desazón y mataría la esperanza. Y lo que todos deseamos, ¿no es eso precisamente? ¿Esperanza?
Así que no tuve más remedio que pasar al plan B. Hacer cuatro regalos y acompañar los dos primeros de una carta de apologize para que mi víctima entendiera que todo había sido fruto de un contratiempo y no voluntario. Total, sólo nos gastamos 63 euros. Nooo, no todo en el bobby pin. Pero es que mis hijas son fans de los unicornios y de las plantas artificiales. Ains. Así que en total, el bobby pin me ha costado una noche de insomnio, mucho más que los 10 euros que ponían en el mensajito y la promesa interna de que nunca nunca nunca más volveré a participar en algo semejante. 

Dear ****,

I feel the retardation because I don’t comprehended the rulers of the play of the friend  bobby pin because it was very difficult in this school.
And when I readed los wasaps the Sunday by the night, all was closed and I don’t could buy swim for gift you and neither I don’t could find swim by my house neither. It was very sad.
I desire of all heart that you me comprehend and that you me pardon for to be retarded. And merry christmas for all the world.

XOXO
At his feet.




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(*) Bobby pin, horquilla en español, o también llamado invisible en argentino.

lunes, 17 de diciembre de 2018

El Grinch (2)

Una vez superada la fase cole que me deja un mazo de malas vibraciones por lo anteriormente mencionado, porque yo soy como los gatos, detecto la energía negativa, la canalizo, la absorbo y me la trago, restableciendo el equilibrio entre lo negativo y lo positivo (o eso o me va a venir el periodo) toca fase insti. 

Qué noche más mala he pasado, arrepintiéndome de la decisión estúpida de participar en el amigo invisible. Por cobarde y no saber decir no, en un vano intento de encajar en el grupo ya que no participo nunca en nada, pues allá que me tiro a la piscina y acepto, con todo lo que ello conlleva y de lo que todavía no me he enterado. Ains. En mala hora. ¿Cuándo cambió tanto lo del amigo invisible?

Domingo, 7 de la tarde:
(whastapp de X)- Holi compis, os recuerdo que mañana empezamos con el primer día del amigo invisible.
(¿El primer día del amigo invisible? Mierda, no he podido ir todavía a comprar nada. Me ha tocado nada menos que la dire, o sea la persona que decidirá sobre mi futuro profesional en los próximos cuatro años (o más) pero sin presiones, ¿eih? y espero que quede satisfecha con lo que tengo en mente, pero me tienen que dar tiempo para ir a comprar algo. ¿Primer día? ¿A qué se referirá?)
(whastapp de Y)-A ver que me aclare, ¿son tres regalos más el del último día, o son cuatro más el final?
(Aquí me voy incorporando poco a poco en el sofá, me voy despejando de mi desidia dominical, ¿cuatro regalos en  cuatro días?)
(whastapp de X)- ¡Son cuatro regalitos en total, a lo largo de cuatro días, y tenéis que ir dejando pistas para que vuestro amigo invisible los encuentre!
(whastapp de Z)- Escondedlos bien, que así hace más ilusión.
(whastapp de N)- Pero ¿no había que dejarlos en los casilleros?
(whastapp de O)- No, ¡que yo no tengo!
(whastapp de P)- Pues yo tenía pensado llevarme una caja grande dónde echarlos.
(whastapp de X)- ¡Lo divertido es que no se imagine para nada el sitio donde lo vais a esconder!
(whastapp de Q)- ¡No olvidéis el efecto sorpresa!
(whastapp de R)-Yo ya he comprado los cuatro ¡y me he pasado de los 10 euros!
(whastapp de P)- Y¿qué hago con la caja?
(whastapp de Z)- Pues llévatela, también podemos usarla.
(whastapp de X)- ¡Y que los mensajitos sean en inglés, que se note que somos bilingües!

(Y ahí estaba yo, a las 7 de la tarde de un domingo, sentada en mi sofá después de un finde de no parar, para un ratico bueno que tengo de poder echarme en el sofá a ver trozos de series y películas con el botón de avance rápido, leyendo mensaje tras mensaje de personas súper implicadas y motivadas con hacerse regalitos los unos a los otros. incapaz de pensar en cuatro frases ocurrentes, cuatro pistas desternillantes, cuatro escondites inimaginables con cuatro regalos geniales y todo ello antes de las 9 y cuarto del día siguiente. Y queriendo dar la estampida como respuesta a mi problema, pero ante el pavor clamoroso de ser descubierta por mi jefa, o sea sin forma de escapar a mis obligaciones, cuánto más entusiasmo detectaba en las palabras de mis compis, más irremisible se me hacía el gran mierdón en lo que se iba a convertir mi primera y única participación en un amigo invisible). 

El Grinch (I)

No hay nada que mejore un lunes. Recuerdo a aquel Van Gaal en su rueda de prensa "¡Siempre negatifo, nunca positifo!" Pues sí hijo, tienes razón, no hay manera de hallar la positividad en un lunes por la mañana, aunque sea el último lunes del trimestre y nos venga ahora dos semanas de vacas. 
Las caras en la puerta del cole esta mañana me han parecido más siesas que las del viernes. Están las madres a las que no te apetece saludar (una larga historia, pero todo muy justificado, ¿eih?) y están las madres a las que no les apetece saludarte. Y ese juego de "a ti sí/a ti no" puede llegar a ser muy estresante un lunes por la mañana. Mira, ahí está Angus. Siempre hablamos Angus y yo. Pero lo hace siempre con las gafas de sol puestas. ¿Sabéis lo difícil que es hablar a unas gafas? Buscas y rebuscas en el cristal la sombra de una pupila a la que dirigirte como el que busca una anomalía a través de un microscopio, pero es en vano. Son cristales espejos. Así es imposible entablar una conversación trascendente. Así que hablemos de la función de este viernes, que si hace este tiempo, la niña no va. El suyo va de rockero, o sea que puede ponerse chaqueta, pero la mía va de Freddy Mercury, con camisa blanca y tirantes rojos. 
Don't stop me now
Sí. Con bigote postizo.
Vaqueros, camiseta O camisa blanca, Y tirantes rojos, Y bigotes. No olvidarse del gorro de Navidad. 
Es la manera que la de Coeducación (cuando la niña deje el cole, os hablaré largo y tendido sobre ello) (ahora no, temo las represalias) ha encontrado de meter el colectivo LGTBI en su programación. Y que conste que en mi casa todos somos fans de Queen. Pero ya que estamos en Navidad, por qué no elegir a George Michael y su Last Christmas. Si por lo menos hubieran elegido la de I want to break free! nos habríamos divertido un poco con el atrezzo. Y mi pequeña que me ha salido a mí en lo de bipolar lleva una semana luchando con su Yin que quiere cumplir con su deber de alumna responsable y participar en la función del cole  para no dejar tirado al seño Emilio, y su Yang que está indignado por el disfraz, la desvinculación absoluta entre la temática navideña y la canción en cuestión, y porque en mitad de la actuación sus amigas van a salir con cintas de colores a realizar unas piruetas de gimnasia rítmica y ella no. Y yo que no tengo ninguna gana de verla ataviada con unos tirantes porque a nosotras no nos sientan bien, llevo quince días achuchando a su Yang, pero no hay manera de convencerla al 100%. 


viernes, 7 de diciembre de 2018

Noticias del pueblo

Por regla general, del pueblo las pocas noticias reseñables que nos llegaban era el parte necrológico, los nacimientos varios y algún que otro caso notorio de adulterio. Nada que diera lugar a presagiar lo que ocurriría en el puente de la Inmaculada del año 20**. Porque admitamos que en los pueblos poco o nada pasa casi nunca. 
Las noticias llegaron confusas y a trompicones, como suelen llegar hoy en día, vía Whatsapp, a golpes de mensajes cortos a cual más perturbador y surrealista, cuando una apenas había conectado los datos del móvil tras la pesada semanal en el gym. El hijo de la tía estaba muy mal, en el hospital ,víctima de una paliza o es que acababa de ingresar en la cárcel a expensas del juicio que iban a celebrar esa misma tarde. La paliza se la habían propinado **** y **** cuyo nombre por motivos obvios no desvelaré, ni tampoco el de los demás actores de esta tragedia kafkiana. Treinta cabras, no veinte como algunos habían asegurado, treinta cabras habían sido las que había ahorcado mientras practicaba con ellas una perversa asfixia erótica. Llevaba desde el verano penetrando en el establo ataviado con un mono naranja y una cuerda para perpetrar aquella abominación. Un hombre coqueto, físicamente atractivo, que siempre había gozado de la simpatía de muchas mujeres. Harto de encontrarse con cadáveres de animales, el dueño de las víctimas caprinas había acabado poniendo una cámara de seguridad en el establo y esa noche, cuando descubrió el pastel, junto con un amigo, le propinaron tal paliza que al terminar, no les quedó otra que llamar a urgencias para que se hicieran cargo. En las horas en las que ya se había consumado la tragedia, por el pueblo la noticia corrió como la pólvora. Había quien decía que las cabras no habían muerto de hipoxifilia sino que lo que hizo sospechar al cabrero de que algo ocurría era que todas las cabras habían abortado. Hubo otros que aseguraron que se trataba de una emboscada, de una historia inventada en venganza por unas viejas rencillas entre los dos hombres. Muchos desearon en voz alta que al salir del calabozo el hijo de la tía no volviera al pueblo y los allegados, avergonzados y callados, no se podían creer que aquello estuviera realmente ocurriendo. Ahora bien, todos sin excepción se preguntaban por los motivos que lo habían llevado a aquella caída al infierno. 

miércoles, 28 de noviembre de 2018

la coletilla

Como en todas las casas, en las familias de bien, de las que se muestran cariño y respeto, ellos también tenían sus costumbres y sus historias, existían guiños, frases y coletillas que sólo los escasos cuatro miembros de aquel clan entendían y que dentro de muchos años, si no perdían la capacidad para hacerlo, recordarían con añoranza y alguna lagrimica en los ojos.

Una de esas coletillas surgió por casualidad una noche en que las camas de la vieja casa se habían juntado en el único dormitorio que quedaba fuera del alcance del ruido de la calle, una semana de fiesta, para que todos pudieran conciliar el sueño. En medio de la noche, con la luz ya apagada, salió de una de las voces cantarinas.
- ¡Good ass!- desembocando de inmediato en una gran carcajada conjunta.
- Good ass es buen culo.
De nuevo muchas risas seguidas de la misma voz.
- Pues eso, ¡good ass!
Se oyeron algunos murmullos de ratones y la voz más pequeña que no quería quedarse atrás nunca añadió:
- And very very pooh.(pronunciado pou)- Risas y más risas.

Y así fue cómo se gestó la forma en la que desde entonces la familia de cuatro se deseaba las buenas noches en aquella casa.

¡Good Ass!

Una luz

- Mami, esta semana es la semana de la discapacidad. Pero no debemos llamarlo discapacidad sino capacidades diferentes. Porque esos niños no tienen discapacidad, porque pueden hacer un montón de cosas, sólo que tienen capacidades distintas.

Así que ya sabéis.

Y qué capacidad tiene mi niña para ensancharme el corazón.

Los abuelos del facebook

¿Sabéis esos padres que desde muy chiquitillo te dicen que no te metas en peleas, que no le faltes a nadie, que tengas mucho cuidado en alejarte de los enfrentamientos y de las disputas, que no insultes, que no te pegues, que no te pelees con nadie, que pongas la otra mejilla, que no te piques, que huyas, que los cementerios están llenos de valientes, que no respondas a una provocación, que pegarse es de gente baja y que no te han pagado los estudios para que te líes a tortazos con nadie? Pues eso han sido mis padres con mis hermanos y conmigo desde que tengo uso de razón y supongo que antes. 

Y ahora resulta que después de tanto predicar y predicar, en sus ratos de asueto, a dúo, cada uno por su lado armado de su portátil, se dedican a liarla parda en el facebook (gracias a Dios que no han descubierto aún el twitter), llamando hijueputas, mal nacidos, analfabetos, desgraciados o imbéciles en el mejor de los casos a todo quisqui que se les encara o que dice algo de lo que discrepan. Pero ¿desde cuándo alguien es imbécil por no pensar como uno mismo? ¿Dónde están esos padres que nos criaron en el respeto hacia el otro? Se han convertido en unos macarras. Y una cosa es decirlo y otra cosa es leerlos, que a mí me sube y baja la tensión alternativamente conforme voy leyendo sus comentarios. Vamos, que la otra mañana, desayunando, un poco más y me atraganto con el café al leer en todas sus letras: "Franco, que resucite YA".  Que creo que me dio hasta taquicardia. Ay Dios mío. Y todos sus contactos leyéndolo igual que yo. ¿Qué pensará la gente de nosotros? Si yo sé que mis padres no son franquistas ni nada que se les parezca, si siempre han sido muy abiertos de mente. ¡Si mi madre odia las monjas! Lo que tienen es comunistofobia, agravada en épocas de elecciones, como si fueran a invadirnos los bolcheviques. ¡Es que no pueden, no pueden ni verlos! Preferirían que traficáramos con órganos antes que hacernos comunistas. Es algo patógeno. No los soportan, ven a alguno asomar en alguna noticia y se ponen histéricos. ¿Dónde están esos padres que nos pedían que contáramos hasta cien antes de responder a una afrenta? No, estos son de gatillo rápido. Y ya cuando se nombra al coletas, es que se desata en ellos una especie de síndrome de Tourette a lo bestia, y venga soltar sapos y culebras, y venga dar palos a diestro y siniestro, toma y toma, no dejan piedra sobre piedra.

Estamos mis hermanos y yo asustados pensando que algún día alguien se tome en serio sus arengas. Lo menos malo serían los 200€ que costaría cada insulto. Habría que pedir un crédito, pero bueno. Ahora bien, imaginad el escándalo, "una pareja de abuelos imputados para hacer apología del fascismo" y la foto al lado de los dos. Y que a los nietos les digan en el cole, mira tus abuelos. ¿¿Por qué no piensan en sus nietos??? ¡¡Qué culpa tienen las criaturas!! Si cultivaran maría, nos daría menos fatiga. 
Desde que están así, los tres (mis hermanos y yo) estamos muy asustados. Desde luego. Pero ¿qué hacemos? A ver, ¿qué hacemos?


Blue mood

Ya está. 
Los catetos se han enterado y han acabado con las existencias. 
Les ha costado quince días entender la noticia, lo comprendo, les cuesta, les cuesta, pero finalmente ha ocurrido y ya no hay queso tostado entrepinares. 
Ese mismo. El que ha ganado la catorceava medalla en el Quesos championship contest of the World. 
Dos semanas saboreando ese fino manjar con tostadas de pan de centeno mojado en aceite de oliva.
Hoy cuando he llegado, el corazón ligero por las promesas de deliciosos desayunos por vivir, aún desconocedora de lo que iba a ocurrir, y me he encontrado con el estante absoluta y completamente vacío, he comprendido en seguida que mis anhelos se habían desparramado entre quesos anodinos e insulsos  ¿para siempre?
No iba a rendirme tan pronto. ¡No! He pensado que no me costaría tanto recorrerme los mercadonas de toda la provincia, mandar a mis padres, hermanos y familiares en busca de un trozo del anhelado queso. 
¡Pero no! Sería engañarme, caer en otra adicción, y ni siquiera debería planteármelo. El queso curado no tiene cabida en la dieta. Es lo malo que tiene lucir cuerpazo. Así que he decidido tomármelo como un designio de ¿Dios? o al menos del God of fitness, y no intentar conseguirlo de ninguna manera. 
Mañana, cuando entre lágrimas de desasosiego, devore el último trozo de queso que me quede, sólo podré resignarme a volver a la triste tostada con atún.
No me habléis ahora. Quiero estar sola.

jueves, 22 de noviembre de 2018

El spam

¡Que lo van a aprobar! ¡Que nos van a poder mandar spam electoral! Pero eso no es lo peor, que malo ya es un rato, pero admitamos que ya nos hemos acostumbrado. Yo, por ejemplo, al principio, se me llevaban los demonios cuando veía que se me metía spam ruso en el blog, no sé con qué interés. Pero ya me he ido adaptando a ello y ahora cuando veo que quien me visita es el fazanal.com, pues como que ya me da un poco igual. Con qué interés una página con un nombre tan sugerente acaba visitando el blog de una mamá de casa, ¡no lo sé! Pero para mí ya es algo así como pintoresco, que se sale de lo común. O cuando recibo algún mensaje del ITunes alertándome de que mi cuenta ha sido bloqueada o alguna notificación de la Apple Store por no sé qué mierda de app de juego que me va a cobrar por superar no sé qué nivel. Si no voy a tener un Iphone en mi vida, ni nada que lleve una manzanita, porque yo soy más de kiwi, la manzana me estriñe, pues les dejo mandarme todas las notificaciones que quieran y ya está.
Pero lo peor no es que nos vayan a mandar spam electoral. No. Lo peor es que amenazan con meternos en bases de datos según nuestros perfiles ideológicos, ¡¡a lo Donald Trump!!! OMG!! que van a dar luz verde para que puedan rastrear nuestras actividades en la red. Pero ¿de qué puta mierda de estado opresor estamos hablando???? 

Intento tranquilizarme, respirando pausadamente, mientras se me dibuja en la cara esa mueca que esbozan los perros parecida a una sonrisa justo antes de soltar el bocado, pero es que una se harta de esta panda de mediocres que ya no saben qué maquinar con tal de controlar el aparato político y apalancarse en sus sillones. 

Pero ¿qué os voy a contar a vosotros que os buscáis las habichuelas a lo legal, que lo que tenéis os lo habéis ganado con sudor, trabajo y esfuerzo y que aunque no creáis una puta mierda en nuestro sistema judicial seguís respetando esas leyes día a día? 

Como esta panda de ... empiecen a olisquear en mi vida virtual para meterme en no sé qué mierda de base de datos-

Y entonces mi marido puso en pause el episodio asqueroso de la octava temporada de los Walking Dead donde hacen hachis parmentier a cientos de zombis con una picadora de carne gigante y pausadamente me dice.
- Pero vamos a ver. Si con ver una foto de perfil del facebook, un comentario a una noticia o un retweet ya sabemos de qué pie cojea cada uno. Si esas listas ya las tendrán hechas. Ahora querrán aprovecharlas para mandarles publicidad. ¿O tú los ves a estos trabajando para el Mossad o los rusos? Con lo espabilaos que son.

Y así fue cómo mi marido dio al traste en un momento con cualquier intento por mi parte de liar una revolución a lo mayo del 68 o de montar una barricada en la calle.