jueves, 9 de abril de 2015

No soy Virginia Woolf

No. 
Por varios motivos. 
El primero, más allá de toda evidencia ontológica, es que obviamente no soy una afamada/consagrada escritora.
El segundo es que de ser Virginia Woolf, no tendría niñas. 
Y eso nos lleva a la primera verdad absoluta. Y es que de no tener niñas no habría sido engullida literalmente por ninguna primera comunión. 

Preparativos de los fastos de una primera comunión 
como modus vivendi/operandi/Leitmotiv de una existencia

¿Patético? No, todavía no.
Hay people, muchas, que viven en una celebración perpetua hecha de mantelitos de papel de colores pasteles y de centros de flores y de candy bars y que son muy felices. Todo consiste en realizar el proceso inverso al de ahondar. Y luego está el tema de los "gilipollas". Pero volviendo al proceso invertido, a veces no se está tan mal en la superficie, creedme, sin tantos sueños irrealizables, tantas aspiraciones egocéntricas, tanto desengaño existencial. Y luego está el tema de los gilipollas y llegamos a la segunda verdad absoluta y es que los gilipollas son como las setas que crecen en los lugares más húmedos, lóbregos y pantanosos. Y ahí va la tercera verdad absoluta, que una exposición repentina a un número excesivo de gilipollas puede producir una reacción de inmunización. Y eso es lo que ha ocurrido esta semana. Y estamos a jueves. Digamos que hemos sufrido una sobreexposición brutal y ahora mismo nos hallamos anestesiados. 

No, no soy Virginia Woolf. Al contrario. Estoy en el proceso inverso al de convertirme en Virginia Woolf. Mi mayor alegría de esta semana (aparte de que por fin la fotógrafa ha atinado con mi email y por fin me ha mandado el recordatorio para que le dé el visto bueno para que los imprima a quince días vista para la boda; pero cada vez guardo menos esperanza en cuanto a recibir las peladillas a tiempo, y he dicho que sí a una tarta de yema tostada cuando todo el mundo sabe que lo que se lleva ahora es el fondant porque la dueña me ha convencido de que es una tarta ligera para que la gente no se empache después del coulant, pero ¿y si lo que de verdad sucede es que no sabe hacer tartas con fondant???? y todavía no sé si la mitad de los invitados va a venir y si van a querer solomillo de buey o presa o gallopedro o bacalao cuando obviamente la respuesta correcta es la de "solomillo de buey"!!!! ufff)

así que cuando digo que mi mayor alegría de esta semana ha sido superar el nivel 133 del candy crush después de dos días, espero que eso os dé una idea de la cota de patetización (conversión al patetismo, sí, ya) alcanzada estos días. Y si además añado que lo que más me ha inspirado esta semana es el gallo que anoche cantaba cocoricó como lo hace todas las noches a eso de las 23:30, cuando no hay granja alguna en ningún sitio, ¿de dónde salen esos gallos y por qué cantan de noche???

¿debo seguir hundiendo mi imagen bloguera en el fango????

"Tsss" (onomatopeya del chasquido de lengua que hacen las madres y que acompañan con un ligero movimiento de negación de sus cabezas en señal de desaprobación). En fin...

¡¡Gracias por la paciencia y que paséis un estupendo fin de semana!! ¡Besitos a todos!

domingo, 5 de abril de 2015

Les papillons batifolaient.

Estoy quemada, la cara ha tomado un color carmesí peligroso, espantoso, un ejemplo viviente de lo que no hay que hacer con respecto al sol, echados por tierra en unas horas cuatro años de tratamiento hidratante, siento cómo me arrugo como una pasa, lo noto, es un desastre, y menos mal que no me quedé en manga corta, el corte camionero habría sido funesto de cara a la comunión de la niña, un escándalo, y además tengo frío, ¿un poco de fiebre tal vez?

Y sin embargo vuelvo exultante, pletórica, bucólica, absolutamente pastoril. Lo que me gusta el campo tú. Podría vivir en medio del campo con un pequeño rebaño de cabrillas y un corral, estoy convencida de ello. No hay nada tan idílico como la vida campestre, lo intuyo.

Pues eso, ya sabéis "domingo de meriendas", la gente sale al campo a comer en pascua de resurrección bablabla y como el otro día descubrí que mi cámara, mi peque tan cuqui que no es reflex, tenía en modo manual (estoy probando opciones, saliendo del modo Auto, vamos, a dos clicks de ser un Capa) la opción súpermacro (y yo sé lo que eso significa) pensé, qué mejor momento para probar mi opción macro que un campo lleno de flores y de bichos y de bichejos repugnantes y de mariposillas. No creeréis la cantidad de mariposas diferentes que pude ver, blancas, ¡azules! de un azul lavanda espectacular, naranjas, e incluso las típicas anaranjadas con arabescos marrones de toda la vida, ya sabéis a las que me refiero. 

Ahora bien. Que alguien me explique cómo se le echa una macrofoto a una mariposa; porque, o ha dado la casualidad de que las que me he encontrado hoy eran todas del género hiperactivo, las TDAH de las mariposas o que me lo expliquen.

Opción 1: te sientas y te mimetizas con el entorno. El entorno y tú sois uno.
Y luego esperar a que una mariposa no se haya percatado del proceso de mimetismo al que te has sometido y se pose cerca del objetivo. Esperar al infinito... ¿No, en serio?
Opción 2: la atraes con perfume que atraiga a las mariposas. Desgraciadamente  no llevaba mi Chanel nº5 a mano.
Opción 3: la rocías con algún producto insecticida no tanto para matarla, pobrecilla, como para dejarla atontolinada.
Opción 4: coges la mariposa, la matas y la clavas con alfileres al entorno.
Opción 5: corres detrás de la mariposa hasta que esta se canse.

Total que de tanto "batifoler" como los "papillons" detrás de las mariposas me he quemado. ¿Mi macrofoto de una mariposa? Al final he logrado echarle una foto a una que se adivina así como a lo lejos posándose sobre un arbusto. Luego si eso os la enseño. Jadepú... 



Menos mal que existen otros bichejos más campechanos.

¡¡Feliz vuelta!! :))




miércoles, 1 de abril de 2015

De comuniones

Ante una situación de intenso estrés, pongamos por ejemplo organizar una primera comunión, sólo tiene cabida una actitud: centrarse en los dos o tres aspectos principales, minimizando así el impacto que puedan provocar los demás detalles, como por ejemplo

que la chica que ayer tomó nota de cómo queríamos la tarta se olvide de comunicárselo a su jefa  por ahora invisible y que al final no haya tarta, ¡no pasa nada!

Que al final se extravíe el papel donde la encargada de la Dulce Alianza ha apuntado mi pedido de dos kilos de peladillas rosas y blancas y que tendrían que llegar como muy pronto en quince días tal vez unos pocos más desde Barcelona, papel que ha metido en el cajón de sastre de los catálogos sin más, ¡no pasa nada!

Que el vestido de la niña que la chica de la lavandería ha insistido en quedarse para que no se arrugue antes de la ceremonia sea confundido, perdido, robado, desvanecido, por una simple regla de Murphy  de las lavanderías o que ese día la lavandería no abra debido a una catástrofe natural y al final nos quedemos sin vestido, ¡no pasa nada!

Que a la Leo se le olvide llamarnos a la hora H del día en cuestión para hacerle los rizos a la niña o que llame tarde o que lleguemos justo antes de que empiece la ceremonia, con ataque de nervios y sin maquillaje incluido, ¡no pasa nada!

Y eso sólo son los detalles de esta semana. Existen tantas variables, tantas situaciones catastróficas imaginables como horas faltan para la ceremonia. Incluso para después. Pero lo llevo todo súper bien. Además el otro día me compré unos zapatos color nude fa-bu-lo-sos y ya me he quitado la mitad de las preocupaciones de encima. Yo, ¿estresarme? ¿Cuándo?

¡Feliz día a todos!

Y de confesiones

Literalmente. Sí, ya lo sé, parece demencial pero ya ha pasado un año. Pascual. Un año pascual me refiero. Mi padre me ha asegurado que ha venido el mismo padre filipino que el año pasado, así que voy sin estrés. Total, ni él me va a entender ni yo a él tampoco. Lo cual facilita mucho las cosas cuando se trata de contar las vergüenzas de una propia. Si fuesen las ajenas, entonces sí que sería un problema. Y que tampoco es que este año haya contravenido ningún mandamiento. Ni siquiera el más importante de todos. Y no ha sido por falta de ganas. Grrrr. El cinco. Uy, como el Chanel. Chanel número 5. Uy, ahora que lo pienso... No. No tengo tiempo para elucubraciones. El quinto es el de no matarás. No matando casi casi que no pasa nada. Bueno, la verdad, entre vosotros y yo, tampoco he tenido tiempo para desobedecer ninguno de los demás. Lo sé, es bochornoso admitir algo así pero una carece de tiempo incluso para pecar. Mi vida es una gran juerga. Ahora bien, el día que me jubile, lo voy a petar. Lo que no sé es que siendo hoy el día de las inocentadas, síii, el Poisson d'Avril, el April Fools' Day, hasta qué punto se tomarán en serio nuestras confesiones. 

Besis, ¡¡tengo hasta las 20:00 para pecar!!



Uuufff... que todo es broma... No tomarse las cosas tan en serio que no llegáis a viejos. 

Primero de Abril

Y que de una risa infantil se derrame un océano de quietud donde meter los pies a remojo, en eso navegamos hoy.


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31 de Marzo

Ayer fue muy distinto. ¿Hay algo más falaz que un sueño? Mi álter ego quiso aprovechar el estado de candidez en el que desperté por culpa de uno de esos estúpidos sueños para hacer de las suyas y poner el mundo patas arriba. A veces me da miedo lo hábil que es manipulando palabras. Sería capaz de engañar a cualquiera de vosotros, hacer pasar un lobo por corderito, la culpa por virtud. Y no es que sea de las que les guste ponerse límites ni barrotes pero con el tiempo he aprendido que hay umbrales que es mejor no cruzar y aguas dormidas a las que hay que procurar no despertar.