No lo consigo, me encantaría escribir algo que pudiera difuminar lo amargo pero no consigo juntar más de dos palabras que no suenen agridulces, falsas o vanas. Y es que ante cualquier revés me vuelvo muda, que es como quedarse quieta. Quieta por no poder echar a correr. Esperando a que escampe. Sin malgastar inútilmente una energía que puede que necesite. Porque ya nada me asegura que tras la tempestad venga la calma.
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