Las señoras que se juntaban en el Palo de la Placeta de Arboleas en las noches de verano habrían disfrutado de lo lindo con el facebook sus fotos y sus etiquetas.
Ellas que en vida facebookeaban a pelo por remanencia de la tradición oral las costumbres y milagros de sus paisanos, lo que habrían disfrutado con el invento. Pocos como ellas.
Estén donde estén, se merecen estar gozando de un equivalente celestial donde poder cotillear los trapos sucios de los ángeles.
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