sábado, 15 de septiembre de 2018

las leyes de Newton. Fuerza (III)

Cardio y fuerza.

Cumplir con la parte de cardio es lo más sencillo: se trata de alternar el trabajo en la cinta con la elíptica y hacer kilómetros. Nunca me había montado ni en una ni en otra y hasta la fecha, no ha habido ni una sola vez que al montarme a la cinta, no haya imaginado que protagonizaba uno de esos vídeos de youtube donde la gente se escoña. Así que siempre que me subo, tengo que controlar mis ganas de tropezar. Empecé suave, tan suave como andar todos los días 30 minutos a una velocidad media de 6 km/h durante semanas. A ambos lados, hay gente atlética que corre, que suda, con más fondo del que tendré jamás, pero no me preocupa, me conformo con que nadie repare en mí y me deje ir a mi ritmo. 

En cuanto a la fuerza, con paciencia, mi marido me rellenó un montón de papelitos con series de ejercicios. Cuatro series de veinte, cuatro series de quince, alternando las series de una rutina que consiste básicamente en dedicar cada sesión a una parte distinta de la anatomía, el primer día bíceps y pecho, el segundo tríceps y espalda, el tercero piernas y hombros, y vuelta al primero. Cada parte del cuerpo tiene un tiempo de reposo para generar músculo. Al hacer ejercicios de fuerza, se rompen las fibras musculares, y las células crean más fibras musculares para reparar esas roturas. Así es como crecen los músculos.

Durante meses me dediqué a subirme a máquinas que había visto en la tele pero que nunca pensé que acabaría usando un día. Ahí estaba yo haciendo pecho en un press de pecho, o haciendo piernas en un press de piernas, o tirando de las poleas altas a veces para tríceps y otras para dorsales, o de poleas bajas para bíceps, cogiendo pesas a pares, de dos kilos para los hombros, o de cinco para los bíceps, siempre con mis papelitos y mi toalla de un lado para otro. Sólo ha habido una máquina que no he conseguido entender (dados mis antecedentes, nada de qué extrañarse): la máquina de abdominal crunch. Pero hice buen uso de todas las demás.

De esos primeros meses, saqué varias enseñanzas. Primero y fundamental, la gente que va al gimnasio no es tan tonta ni tan superficial. Y no lo digo porque vaya yo. Puede que unos sean más vanidosos que otros, que haya gente fanfarrona, pero por lo general es gente que sólo pretende estar a gusto consigo misma y no veo cómo eso puede suponerle un problema a nadie. Además, el sacrificio es muy grande, uno no amanece un día con un cuerpo escultural y sano. Requiere de mucho sacrificio. Así que  RESPECT.
Segundo, hay muchas mujeres de mi edad que se resisten a ir al gimnasio porque creen que van a ser objeto de burla por parte de los demás. Craso error. Nadie se fija en los demás porque están todos pendientes de ellos mismos. En los espejos que cubren todas las paredes del gym, sólo se ve a gente mirándose a sí misma. que el camuflaje ayuda a sentirse igual a todas las demás, es cierto. Pero llega un momento en que te das cuenta de que todo eran imaginaciones tuyas y de que nadie está pendiente de tus michelines, de lo que estés haciendo, de si sudas o no.

En esos primeros meses, me di cuenta de que no era tan inútil para los deportes como lo había pensando siempre. Era capaz de conseguir pequeños logros con mi cuerpo, pequeñas victorias como subir unos kilos en las prensas, o hacerme una serie de más. Un día, mi pequeña que había venido conmigo, viéndome andar en la cinta, me preguntó si podía correr y pensé por qué no probar unos metros, y al rato estaba corriendo y desde entonces no he vuelto a subirme a la cinta que no sea para correr.

Nunca es tarde, ¿verdad?

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