Al parecer, nadie ha oído hablar jamás de la calidad del ser fascalillo. Ni fuera ni dentro ni en los alrededores de la provincia, ni tan siquiera en los pueblos de aquí.
Y sin embargo, os aseguro que la dichosa cremallera de mi plumón, un plumón de los repijos, una hermosura de plumón, un plumón que rebosa elegancia y lujo, pues que la cremallera es absolutamente fascalilla. Vamos, que de una calidad paupérrima. Que se me va a romper con sólo mirarla. Floja, débil, endeble, vamos, de los chinos. Que me va a durar menos que un peo en la mano. Que ayer y de nuevo no conseguí cerrármela. Y que como suele suceder cuando descubres uno de esos defectos de los que te hacen torcer el gesto, por culpa de la dichosa cremallera, el plumón ya no me gusta como antes. Lo que viene a ser fascalillo.
Pues eso.
¡¡Feliz viernes!!
PD: me ha hecho ilusión descubrir mi primera palabra inventada. Cosas del karma. ;*
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