- ¡Está la niña rolliza!
- Si es como su madre, le gusta el comer! (Y es absolutamente cierto. Genéticamente ambas gozamos de apetitos pantagruélicos). Pero la hemos apuntado a gimnasia rítmica y nos hemos puesto a plan.
(Miradas de póker del tendero y de la señora que está esperando a que le den la vuelta a lo que llevamos en la cinta transportadora. Un bote de pringles, una bolsa de cheetos, un kit de cómo hacer una torta de chocolate milka, un paquete de emmental en lonchas y una bolsa de cuatro doowaps.)
(Largo suspiro interior por mi parte y la certeza de que no se han creído ni una palabra de lo que acabo de decir. Cansancio e inapetencia por explicarme).
- Pues mi Pedro* llegó a pesar 200 kilos.
- Pero tu Pedro* es muy alto-, arguye la señora de la vuelta.
- Es que picoteaba mucho. Eso es lo que engorda, el picoteo. Se dejó el picoteo y adelgazó tanto que su madre pensaba que le iba a dar algo o que estaba enfermo. Ahora pesa 80. Lo malo es el picoteo.
- Si la hemos apuntado a gimnasia y además estamos a plan durante la semana, pero es que su padre sale mañana por la noche con los amigos y no nos vamos a quedar en casa comiendo sopa además. (Es noche de chicas).
- Así que en una noche os pegáis todo el panzón de una semana.
- Ea, y así la semana que viene la pillaremos con más ganas.
Risita del tendero.
¿Y por qué me veo siempre abocada a contarle mi vida a la gente, pregunto?
Buen fin de semana a tod@s, claro!!!
* nombre absolutamente ficticio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario