Algunas mañanas, al salir de la autovía en dirección al polígono industrial de Fines, el coche se cruza con varias escuadrillas de pájaros negros que sobrevuelan el cielo. En algunas ocasiones aquellas bandadas caen en picado en un ataque aéreo aparentemente calculado para de pronto retomar el vuelo justo cuando parecen alcanzar a los conductores. Me es imposible decir de qué clase de pájaros se trata, ni siquiera puedo decir ahora si su presencia es estacional, pues no lo sé. Sólo que son muy muy negros, y que más que volar, por el escaso movimiento de sus alas, parecen planear sobre una masa de aire invisible, uniforme y ondeante.
Pues una mañana, al pasar el doble carril de la cuesta que sube hacia el polígono, en la recta que hay antes de llegar al cruce, de pronto no sé por qué, miré a la izquierda y lo que vi fue una bandada de pájaros de luz. Cada uno hacía tornasoles en el cielo, brillando con la misma luz de los primeros rayos del alba que ciega, como si cada uno de esos rayos se hubiera convertido de repente en pájaro. El suyo era el mismo movimiento insinuante que el de los pájaros negros pero en ese momento creí que se trataba de pájaros áureos mágicos que por alguna razón se presentaban ante mí aquella mañana en una escena tan fugaz como difícil de olvidar.
Esta mañana, al sobrevolarme la bandada oscura, he pensado que tal vez estos habían sido los mismos que aquella mañana irradiaban luz. He pensado que al igual que la luna nunca es más grande de cómo es siempre sino que es la luz la que con sus juegos de reflejos engaña a nuestras retinas, puede que aquella mañana el sol decidiera engañarme pintando de oro tornasolado las plumas de los pájaros negros.
Sea como fuera, fue... ufff... inolvidable.
Feliz finde a tod@s!!!!
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