Con esto de la comunión de la niña, de los cambios por llegar, de la falta de tiempo, en fin, con tanto lío, ya me entendéis, esta noche no me apetecía cenar nada. Pero claro, algo tienes que cenar. Porque anoche no cené, y así me he desvelado, en mitad de la noche, e imposible volver a dormirme. No sólo hambrienta sino también muerta de sueño todo el día. Hay que cenar porque si no, no haces nada. Es contraproducente. Cinco comidas al día es lo que hay. Miro en el frigo. Una crema de lo que sea. Hace calor. No me apetece. Miro en la despensa. Naranjas de mi pueblo y manzanas. Ambrosía. Están muy ricas. Me decanto por una manzana. Pero es un poco triste cenar sólo una manzana. Así que la he adornado un poco. La he cortado en cuadritos, eso sí, sin quitarle la piel. La piel en una manzana es fundamental. Casi más que lo de dentro. Ahí es donde lleva la pectina. Así que por favor, no peléis las manzanas nunca. Se lava muy muy bien para quitar las toxinas y los productos y se come toda. Toda. En cuadritos. Y le he echado un poco de Cointreau. Unas gotitas. Un chorreoncico. Bueno, no sé cuánto Cointreau le he echado porque el cuenco era pequeño y lo tapaban todo los trocitos de manzana. Pero estaba muy rica. Y ahora estoy pffffff bien. Bien bien bien. Satisfecha. Creo que al final he hecho bien en escoger la manzana. ¿Sonrisa? Shiiiii. ¡¡¡Besitos de buenas noches!!! :)))
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