martes, 27 de enero de 2015

De la trascendentalidad de una alpargata

Me costó tiempo aprender que no se decía apargata sino alpargata,  tanto como que coso no era el masculino en desuso de cosa sino un argentinismo o que crucificción es una de esas palabras que acaban en -ixión tan forzadas que parecen mal dichas. A mí me cuesta. 

Mi marido admitió ayer por fin que había leído algunas entradas de mi blog. Y que le habían resultado tan interesantes como leer acerca de la trascendentalidad de una alpargata. 

Pero no. No me cabreé. A pesar de la creencia extendida de que me cabreo por absolutamente todo. 

Ahora bien, lo que no voy a dejar escapar es semejante argumento que echar en cara en contiendas futuras.Vosotras me entenderéis perfectamente.  Incluso tengo el tonillo trágico que emplearé en su momento. Bonita soy yo. 

Un beso a todas, muac muac.


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