Me costó tiempo aprender que no se decía apargata sino alpargata, tanto como que coso no era el masculino en desuso de cosa sino un argentinismo o que crucificción es una de esas palabras que acaban en -ixión tan forzadas que parecen mal dichas. A mí me cuesta.
Mi marido admitió ayer por fin que había leído algunas entradas de mi blog. Y que le habían resultado tan interesantes como leer acerca de la trascendentalidad de una alpargata.
Pero no. No me cabreé. A pesar de la creencia extendida de que me cabreo por absolutamente todo.
Ahora bien, lo que no voy a dejar escapar es semejante argumento que echar en cara en contiendas futuras.Vosotras me entenderéis perfectamente. Incluso tengo el tonillo trágico que emplearé en su momento. Bonita soy yo.
Un beso a todas, muac muac.
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