Lo mejor de ayer fue que me tocó una pedrada o como lo llamáis sin ningún propósito ni sentido aparente "pe-dre-a". Y reto a cualquiera que me explique consustancialmente el origen etimológico de esa fascinante acepción. Es una de esas cosas que no entenderé jamás. Ni lo intento. 100€.
O puede que lo mejor de ayer fuera hacer de baby-sitter, y pasarme casi todo el día tirada en una cama de matrimonio con un mico de cuatro meses y mi móvil al lado, viendo pelis por el yomvi que me encaaanta. Me inicié con "Carmina y Amén" pero se ve que como me pilló justo en el momento en que se iban los padres no logré empatizar con la peli. Así que, ô magia, elegí ver otra, una de Matthew Macconaughey (estoy enganchada a su mirada desde "True detective", ¡¡irremediable!!). Luego, antes del almuerzo me vi un capítulo de la séptima temporada de Mentes Criminales y en la sobremesa, después de probar con "Mi semana con Marilyn" (imposible que ese baile pareciera el de Marilyn, parecía el de una imitadora barata de Marilyn, sabéis que soy fan de Marilyn, lo sabéis, lo tuve que quitar) vi el ô sublime "ángel exterminador" y mmm (Nymphomaniac no me pareció la más adecuada con el niño al lado, pero me la apunto igualmente para la próxima).
O puede que lo mejor de ayer fuera otra cosa, que fuera que la única foto que subiré al 500px (hubo otras pero...) obtuviera finalmente 29 me gusta y 8 favs y que por un microsegundo me planteara... No... Aunque nunca pensé que yo...
O puede que ninguna de estas cosas fuera lo mejor de ayer. De hecho ninguna de ellas lo fue.
Lo que también es digno de mención es que la pedrada o pedrea, de la cual soy la única que está convencida de que compré un décimo, más precisamente de la Iglesia de Cantoria, acabado en 45, a la madre del cura, el padre Francisco Jerónimo, en el bautizo del mico, mi niño, el del yomvi; el mismo décimo que he podido visualizar durante los quince días que ha estado deambulando mayormente por mi bolso, ese que está siempre abierto, donde todo el mundo mete la mano, del que a veces se caen cosas, del que cada vez que se pierden cosas, se esparcen, se sacan y se meten las ídems a puñados, y que ayer, me refiero al décimo, a la hora de echarle mano encima de la repisa de la chimenea, ya no estaba.
Así que, he pensado que puestos a obsesionarnos con algo en Navidad que mejor que hacerlo con un décimo fantasma del que ya mismo empezaré a dudar hasta de la existencia y que ha hecho que lo haya revuelto todo ya dos veces. Pero tenemos salud. Y amor. Y felicidad. Y humor. Mucho. A raudales. Si cuando digo que no me va a tocar la lotería en la vida... Al próximo que me ofrezca lotería... Y gracias a Dios que no me tocaron los millones...
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