martes, 9 de septiembre de 2014

Miopía

He sido miope desde que tengo recuerdos. De hecho puede que una cosa llevara a la otra, que empezara a crear recuerdos una vez diagnosticada la miopía y enfundadas las gafas. En ese momento el mundo tuvo contorno. Puede que todo lo que viví antes sólo fuera un sueño. O al menos tuviera su aspecto. Pues en cuanto se quita uno las gafas, el mundo se convierte en un universo melifluo y etéreo hecho de siluetas de colores que se diluyen entre sí. El mundo visto desde los ojos de un miope es hermoso, una fantasía creada por unos ojos que no ven más que luces y sombras y que se divierten inventando las líneas que unen o separan las formas. 

No. No me han llamado aún de la óptica por lo de la patilla que se me cayó de mis gafas de pasta. Tengo las de repuesto, las cuadraditas metálicas color rosa pero es que no me pegan para nada con mi nuevo look. Me dan pinta de señora reprimida. Así que así voy estos días, entornando los ojos sin ver ni torta. Al menos cuando no hay gente delante. Cuando hay gente ni siquiera entorno los ojos. Se me pone cara de boba cuando lo hago. Así que cuando digo ni torta es que ni torta digo. Y lo peor es que cuando no veo suelo tener dificultad para oír. No. Tampoco oigo. Pero bien, lo llevo bien, soy feliz. El mundo es siempre más bonito cuando no llevo las gafas puestas.

Feliz tarde!!!

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