Finalmente el golpe de estado se llevó a cabo en la mañana del domingo.
A mediodía, la administradora colgó una encuesta abierta hasta el 30 de septiembre preguntando a los demás miembros si el grupo había de cerrarse. Obviamente he votado que siga abierto. Sin embargo, aunque la mayoría de los miembros opinaran lo mismo que yo acerca de los últimos acontecimientos, no albergo muchas esperanzas. Porque después de colgar la encuesta, la única moderadora hasta entonces, la creadora de aquel grupo de filólogos al que nos hemos suscrito miles anunció que era incapaz de seguir adelante sola y que necesitaba más moderadores. Después del acoso manifiesto al que había sido sometida en los últimos días, no me cuesta imaginar el bombardeo intensivo de mensajes privados de los que habrá sido objeto hasta acabar abdicando. A las pocas horas, un energúmeno, porque no sé llamarlo de otra manera, recuerdo perfectamente el nombre, publicaba victorioso que había desbancado a la moderadora. Blandiendo su condición de único moderador, amenazaba con cerrar ipso facto el grupo. Algunos, pocos, cada vez menos, le recordaron que las votaciones estarían abiertas hasta el día 30. Además se sorprendían de que la moderación se dejara a manos de un único miembro (un exaltado, añado).
Desde el martes ocho son los conspiradores. Ocho perfiles que analizar. Y diecinueve días por delante a partir de hoy para que no se perpetre el crimen.
Seguiré informando desde mi escondite.
Desde el martes ocho son los conspiradores. Ocho perfiles que analizar. Y diecinueve días por delante a partir de hoy para que no se perpetre el crimen.
Seguiré informando desde mi escondite.
No hay comentarios:
Publicar un comentario