Ahí donde me veis era una de las personas más crédulas que hayáis podido llegar a conocer. Aún hoy me cuesta desenmascarar el engaño. Creo que lo que me pasa es que carezco de picardía. Podían soltarme el rollo que quisieran que acababa siempre creyéndomelo. No sé si era bueno o malo pero era un hecho. Era lo que se llama una crédula, una ingenua, una incauta.
Con el tiempo y los años, te vas dando cuenta de tus defectos, carencias o debilidades y procuras estar sobre aviso. Intentas ponérselo difícil a los que pretenden engañarte. Incluso te vuelves cauteloso de más, todo te lo cuestionas una y otra vez por miedo a caer de nuevo en tu renombrada ingenuidad y llegas a emparanoiarte un poco con algunos temas. Lo que sea con tal de que no te vuelvan a engañar.
Pero el que es bobo lo es y tarde o temprano vuelve a caer. Lo malo es que las caídas en mi cuerpo me duelen bastante más que antes, los golpes tardan más tiempo en curarse y el tiempo ya ni se toma la molestia de borrar algunas cicatrices.
Día de claroscuro, pero estamos bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario