Decidí dedicar mis dos horas libres a tomar un baño. No me había dado cuenta hasta ahora de lo mucho que me gustan.
Estaba sola en casa. Nada que hacer. Un lujo y un placer en la locura de los últimos días. Una necesidad también. Porque pocas cosas te aclaran tanto las ideas como cuando estás sola y el único interlocutor eres tú. Y pocos sitios donde te encuentres con tanta facilidad y libertad. Después de chapotear un rato en el agua sin hacer nada concreto, me decidí por fin a abordar la cuestión y me puse a discutirla conmigo misma sin temor a ser interrumpida ni oída. Y llegué por dos veces a la misma conclusión. Así que he tomado una firme resolución. Esperemos al menos que no sea tan voluble como de constumbre.
Buenas noches,
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