Vuelco al estómago en el preciso momento en que dejaba a la peque en gimnasia.
Inevitable llamada de atención a la seño.
Reflujo de odio, rabia y voz quebrada.
Ganas enormes de estampar a esa mierda de cuatro años de edad y dos coletas con cuatro pelos de un puñetazo contra la pared. Y sobre todo a su madre.
Minuto de lucidez. Daños colaterales irremediables y molestos.
Hija mía, te daré todo lo que tengo y lo que no tenga, también te lo daré. Pero por desgracia lo que no podré evitar es que tarde o temprano te encuentres con mediocres como esa pequeña mierda de esta tarde. Te prometo sin embargo que cueste lo que cueste te enseñaré a distinguir a la gente que importa de la que no.
PV: Si yo llego a saber lo que duele un hijo, me habría comprado un perro.
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