Al oír ciertas canciones, tengo la sensación de que hay otra persona dentro de mí; soy yo, debo serlo y sin embargo no lo soy; aparece desde los primeros acordes, es alguien mucho más grande que yo, con una energía y una fuerza brutal, insolente, desafiante, aparentemente invencible, capaz de devorar el mundo.
Admito que es una extraña sensación que a la vez me reconforta y me gusta. A quién no le podría gustar sentir aunque sólo sea artificial y momentáneamente que nada le es imposible, que no existe nada que pueda temer, que es capaz de cualquier cosa.
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