¿Se me escapó o lo dije deliberadamente? no lo sé, pero el caso es que en cuanto lo pronuncié, me saltó que "muy mucho" no se podía decir. Qué raro, pensé yo. Siempre estoy convencida al 98% de las cosas que digo, problemas con los idiomas que a veces no se mantienen en sus compartimentos respectivos y juegan a las mezcolanzas, pero normalmente ante la duda siempre pregunto antes. Pero lo raro no era la posibilidad, que siempre la hay, de que me hubiera equivocado, lo raro es que ese "muy mucho" me sonaba bien, no me cabía ninguna duda al respecto, me sonaba impactante, mucho más duro que un muchísimo. Hay un abismo entre "cuídate muchísimo de tocarme las narices" y "cuídate muy mucho de tocármelas". El caso es que nadie a quien le haya preguntado al respecto lo usaría o lo daría por correcto; y sin embargo, estoy convencida de haberlo usado tanto como para acabar haciéndolo mío.
Existe. Es correcto. Aunque está a medio camino entre lo arcaico y lo coloquial. O sea lo que los demás sintagmas y locuciones adverbiales llaman comúnmente un rarillo. Es imposible que jamás averigüe el camino que recorrió hasta llegar y hacerse un hueco en mi cabeza. De dónde salió, si yo jamás leí a Unamuno. Al menos no en esta vida. O tal vez lo oí en la calle. No lo sé. Lo que sé es que ya es mío. "Y que se cuide muy mucho nadie de no dejarme utilizarlo".
(Y es que siento debilidad por las palabras...)
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