La luna vela tras vellones de seda,
Vellones de seda que cubren el cielo.
Y yo, despierta, me dirijo a ella,
Por culpa de la necesidad de un beso.
Luna, lunera, que no he de besarlo
Le cuento a la dama de rostro velado,
Mas noche tras noche dormida apenas
Con su requerimiento a mí me desvelan
Aquellos labios que no he de besar
Mas a mi pesar por besarlos muero.
Dama velada de pálida tez,
A ti, señora, yo me encomiendo;
A golpes de tus haces de plata,
Haz que se desvele mi enemigo
Y que se dirija al campo de batalla
En este mi lecho hecho de seda;
Que han de recibir su justo castigo
Aquellos labios que me acibaran
Y que luego de catar mis besos
Ya nunca más me olvidaran.
La luna vela tras vellones de seda
Y yo me desvelo con jirones de sueño,
Sueños que fabrica mi alma maldita
Con el recuerdo inventado de tu cuerpo.
Nunca sabré a qué saben tus besos,
Lo sé, lo intuyo, lo entiendo, lo acepto.
Y sin embargo nada hay cada día
Que me persiga con más anhelo,
Nada hay en el mundo que más deseo
Que el que tú me ames como yo te quiero.
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