Después de las llantinas del finde, esta mañana, al llegar a Macael, ha sido muy raro. Como si ya no estuviera ahí. Como si estuviera de prestado, un elemento discordante que no encaja en el resto del decorado. Después de 11 años trabajando en el centro, hoy me he vuelto a sentir tan forastera como al principio. Creo que Macael ha empezado a dejar de pertenecerme y es una sensación incómoda y prematura. Presiento que me esperan tres meses de intensas emociones.
En fin. Yo y mis cosas. Mis cosas y yo. Como siempre.
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