Esas sesiones que te tenían comiendo toda una semana a la tragaldabas sin tiempo para echarte una siesta, que luego se estiraban hasta el infinito y que te echaban a la carretera de noche y con la cabeza embotá, esas sesiones de las que llevo toda la vida quejándome, y de qué no me quejo yo, pues ahora que esas evaluaciones tocan a su fin, la verdad es que me da un no sé qué.
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