He soñado de nuevo que dejabas que te quisiera. Y con el deseo recurrente de tu cuerpo en la boca he despertado y he recordado entonces que ayer mismo me rechazabas, había sido el mismo sueño de siempre. No hubo ni habrá nunca una sola vez en que él deje que te acerques, intenta consolarme mi mente ahora desvelada y mientras me mece, vuelve a montar una a una pacientemente las piezas de dominó de una construcción tan frágil como extraña, una pieza por cada uno de los desprecios que me escupiste.
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