Había momentos de cada día y de cada noche en los que la imaginación lograba salir a escondidas de la celda en penumbra donde la tenía apresada la razón su hermana, monótona y fría, frígida e insulsa, resignada y taciturna;
aprovechaba la escapada para colorear y distorsionar las formas de aquel mundo aletargado e imbécil donde ambas habían convivido desde siempre. Lo teñía del cándido rosita de las princesitas sabias, del verde de los ojos y del tostado de la piel de su ángel rubio de la guarda, del rojo sangre de los malvados hechiceros de yugo feroz, del celeste del cielo comandando un ejército de nubes, del azul cobalto del mar donde algún día ya no tan lejano se hundiría, del brillo del sol como rey de todo y del opaco de la noche desterrada a su feudo de oscuridad, un mundo policromado donde el blanco y el negro seguían enfrentándose en una lucha a muerte desde los primeros tiempos;
saltaba de charco en charco de los que conformaban las pequeñas gotas de luz que lograban escapar de aquella cruenta batalla y sonreía.
aprovechaba la escapada para colorear y distorsionar las formas de aquel mundo aletargado e imbécil donde ambas habían convivido desde siempre. Lo teñía del cándido rosita de las princesitas sabias, del verde de los ojos y del tostado de la piel de su ángel rubio de la guarda, del rojo sangre de los malvados hechiceros de yugo feroz, del celeste del cielo comandando un ejército de nubes, del azul cobalto del mar donde algún día ya no tan lejano se hundiría, del brillo del sol como rey de todo y del opaco de la noche desterrada a su feudo de oscuridad, un mundo policromado donde el blanco y el negro seguían enfrentándose en una lucha a muerte desde los primeros tiempos;
saltaba de charco en charco de los que conformaban las pequeñas gotas de luz que lograban escapar de aquella cruenta batalla y sonreía.
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