Baño con burbujas, el fuego en la chimenea, sofá con mantita, una infusión calentita, la trilogía "Cuatro bodas y un funeral", "Notting Hill" y "Love Actually"... mmm... Ideal.
Pero irreal. La realidad:
tenemos la parte B de anoche pero esta vez en el lado político de la familia: (Estamos haciendo lo posible por llegar tarde) comer, beber y evitar hablar porque lo que menos nos apetece, claro, es hablar. Porque admitámoslo, tenemos dos lados buenos, el lado bueno y divertido que sólo compartimos en la intimidad de la gente a la que queremos, y el lado amable y calladito que se limita a sonreír y procura comunicarse lo menos posible porque en el fondo todos nos caen mal. Genéticamente. Sin ningún otro motivo. Lo lamento. En el 2015, sigo siendo una persona horrible, a la que ahora además le ha dado por soltarse la lengua.
Es por el sueño, un sueño espantoso. Porque una se empeña en trasnochar en fechas señaladas. Por el quédirán, así, escrito a lo loco y con doble tilde. Es lo que tiene levantarse a las 10 en lugar de a la una, como todas, o eso dice la alarma de los mensajes de los grupos de Whatsapp que ha vuelto a su actividad frenética de anoche, después del parón forzoso de las horas de ronquidos, para felicitar a diestro y siniestro el nuevo año. Porque, admitámoslo, hoy no es muy diferente a ayer, y seguimos siendo los mismos que el año pasado, pero en el fondo nos encanta que nos den un motivo por insignificante que sea para desearnos cosas bonitas. De hecho, deberíamos hacerlo todo el año y no sólo anoche. Y a todo eso, ¿qué tal os fue anoche? Por aquí, muy bien, pongamos que cayera un meteorito y tuviéramos que elegir cómo pasar nuestras últimas horas, pues elegiría pasarla tal cual lo pasé anoche, comiendo, cantando y jugando rodeada de my beloved people. Sólo nos faltó seguir las campanadas por el Canal Sur. Por lo demás, no pido mucho más,
Besitos, ¡y que el año 2015 sea benévolo con todos nosotros!
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