No me puedo creer lo que acabo de publicar. Pero qué falta de decoro y de todo. Estoy hecha una mierda ahora mismo, con ganas de no estar aquí para variar, si eso puede servir de atenuante. Mi cuerpo, esa máquina pluscuamperfecta está haciendo otra de las suyas, dos veces en dos semanas, no quepo en mí de gozo, uuufff, y pensando en la catequesis de esta tarde, y los dos grupos que vamos a tener que cubrir, más la reunión megachachi a las seis, yo qué sé, se me ha ido un poco la pinza.
El otro día, al salir de las clases de karate, eran ya las ocho y pico, había una tía exaltada, con el coche aparcado en doble fila, a la que habían supuestamente dado, el coche no tenía nada como comprobamos al pasar, hablando como una histérica, pegando voces, insultando como una desquiciada y llamando por teléfono, suponemos que al novio cachas, para que le pegara al pobre hombre que lo único que pretendía era llevarse a sus dos hijos a casa. Pero como la pava esta estaba aparcada en doble fila y pasaba de los pitazos del otro, el hombre había intentado salir como pudo y de ahí la minúscula colisión. Que el coche no tenía nada. La loca esta nos dio mucho coraje. Como muchos otros exaltados que te vas cruzando en esta vida. Y de ahí mi post anterior.
A las siete resucitaré, espero. Mientras tanto, seguiremos en stand-by.
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