jueves, 2 de octubre de 2014

Las horas de guardia

Una epidemia de toses y mocos está asolando el instituto esta semana. Cada día son más los compañeros que sucumben, faltando así a la gran fiesta de la educación. Las horas de guardia se hacen eternas e insufribles, como un lento suplicio de Sísifo del que nadie parece ver la cima. Porque las horas de guardia son como esos niños que te fastidian las cenas de aniversario en un restaurante chic mientras sus papis parecen inmunes a la tortura que te imponen con sus gritos y sus tropiezos. Pues las horas de guardia en clases ajenas son iguales. Tú como profesional vocacional que sabes que eres disfrutas enormemente impartiendo toda tu sabiduría a tus mocosos. Pero cuando se trata de meterte con los niños de otro en un aula durante una hora la cosa cambia.

- Y tú, ¿qué das?

Ese "tú" procede de un ser diminuto sentado justo debajo de mí en su pupitre y ha retumbado en mi cabeza como un puñetazo a todos los estamentos que he tardado toda una vida en edificar.

- Perdona, ¿que yo qué doy??? ¿Nos conocemos de algo? ¿TÚ y yo somos colegas? ¿Hay algo en el cosmos que se me haya escapado y que haga que te dirijas a mí en esos términos?

Siento cómo la sangre me bombea la sien. Imagino que presento ahora mismo un cuadro rojo carmesí.

- Y el Fran, ¿por qué ha faltado?

El carmesí se vuelve granate. No querías caldo, pues toma dos tazas. Otro puñetazo al estamento y las ganas repentinas de darle un sopapo al emisor, del mismo tamaño que el anterior y que parece llevar muy dignamente y con una naturalidad pasmosa su paradigma de la mala educación. Recuerdo a tiempo que los castigos corporales quedaron fuera de la carta magna en el momento de su elaboración, y con la que está cayendo en Catalunya, va a ser preferible que no. Así pues ignoro que es lo que más duele.

- ¡¡Maestra maestra!!

- Jóvenes, no atenderé a nadie hasta que no haya pasado lista de los alumnos presentes.

- ¡¡Maestra maestra!!

- Jóvenes, no atenderé a nadie hasta que no haya pasado lista de los alumnos presentes.

- ¡¡Maestra maestra!!

Respira. Vuelve a respirar. Sigue respirando. Ah pues no, no funciona.

- Mira niña, que te he dicho que no hables hasta que no haya pasado lista. ¿Tú entender castellano o yo hacer a ti dibujos????


Y así fue casi toda la hora de guardia de ayer. Y era el nivel alto de lengua. Tiemblo pensando en lo que pueda ser un nivel mediano tirando a bajo.

Pero para mi regocijo, cuando he llegado esta mañana, me he percatado de que ya no son tres sino cuatro los compañeros que faltan, y que me iba a tocar volver a meterme con ese maravilloso grupo una hora más. Poco a poco están cayendo como moscas y yo empiezo a sentirme otra vez de la garganta...


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