en un pequeño pueblo de Australia, mi otro yo vive gozosamente rodeado de gente amable que le llena el día de alegría con sus sonrisas francas y sus buenos días, de amigos que le quieren y se lo demuestran a cada momento, de esas personas que le hacen la vida más fácil y en las que siempre podrá confiar sin pecar de ingenuo porque lo contrario no tiene cabida.
Estoy absolutamente convencida de ello.
Un lunes terrible ¡sin duda! Empezando porque al camarero se le ha olvidado ponerme la tostada. A partir de ahí, os dejo que os hagáis una idea de cómo se ha desarrollado el día. Terrible.
En fin...
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