Todo cocinero que se precie tiene sus propias recetas, sus trucos y secretos.
Sabéis lo a gusto que me encuentro entre fogones y lo cierto es que llevaba toda la vida buscando la fórmula perfecta de la ternera en salsa capaz de ocupar su propio escaño entre las mejores recetas de la familia. Y quería por orgullo, ese orgullo tan mío que mejor será no repetir, que fuera mía y sólo mía.
El caso es que el otro día, con una ternera medio descongelada, intentando arreglarlo de aquella manera, como suele ocurrir en estos casos, por accidente y sin mucha fe en lo que hacía, buscando sólo hacer algo comestible, con un poquito de esto y de aquello, de pronto creé una ternera en salsa tan magistral que mi marido se atrevió a alabármela y aún ayer la recordaba como una de las mejores carnes en salsa que había probado, y eso que suele ser bastante crítico con mis platos, cosa que le agradezco pues no me gusta demasiado que me engañen y menos aún que me adulen sin motivos. ;)
Así que ayer aspiré y retuve el aliento pues sabía que había llegado el temido momento de volver a seguir minuciosamente los mismos tropiezos de la otra vez, rezar un poquito y esperar con angustia a saber si había logrado obrar el milagro de repetir un plato superior.
¡¡Y lo he logrado!! ¡¡No es increíble!!! He conseguido crear mi propia receta de ternera en salsa.
Y me siento genial!!!
Besitos, muac!!
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