- Me voy a hacer un tatuaje.
- ¿Dónde te lo vas a hacer?- ¿Cómo quieres que sea?- ¡Te lo hago yo!- ¡No yo!- ¡En el hombro!- ¡En el tobillo!-
Ahí estaban mis dos fieras abalanzándose sobre mí pistolas de tinta imaginarias en mano sin que hubiera tenido tiempo a desperezarme siquiera. Y es que la última noticia que hemos tenido es que ya no quieren ser ni médicas ni maestras ni historiadoras ni arqueólogas. La última noticia que tenemos es que van a abrir un estudio de tatuajes juntas en un futuro no muy lejano. No me di cuenta del alcance de su afición por los tatuajes hasta el otro día en el mercadona, cuando al cruzarnos con aquel British en manga corta, empezaron las dos a piar al unísono,
- ¡Mami! ¡Mami! ¿Has visto los tatuajes de ese hombre??? ¡Míralos mami mami mami!!!
- ¡Mami! ¡Mami! ¿Has visto los tatuajes de ese hombre??? ¡Míralos mami mami mami!!!
Mirada flemática e indiferente hacia el British en cuestión para evitar que este creyera que aquellas dos querubines gesticulantes y chillonas tenían algo que ver conmigo. Pero lo cierto es que tenía el brazo absolutamente tatuado.
Dicen que su repentina nueva vocación tiene que ver ligeramente con el hecho de que el otro día nos pusiéramos a ver juntas aquel programa sobre tatuadores californianos. Eso dicen. Pero yo pienso, baaah, ¿¿cómo va a ser eso posible???
El caso es que ahora luzco un maravilloso dibujo en el hombro derecho y otro me ocupa media espalda y espero no tener que quedarme desnuda ante nadie desconocido al menos hasta que consiga que se me vayan. Bueno, espero que ninguna de las tres nos tengamos que quedar desnudas porque como buenas tatuadoras que son están cubiertas de garabatos debajo de la ropa.
Todo sea porque mis niñas nunca nunca nunca me puedan echar en cara que su madre intentó cortarles las alas.
¡¡¡Feliz domingo y leve semana!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario