Como les ocurre al 99% de los guiris afincados en este país, sigo sin entender la tradición de esperar al último día para entregar los regalos. No hay regalo capaz de mitigar el desánimo que me invade en este momento. O tal vez sí. Pero está absolutamente fuera de mi alcance.
Lo que sí me encanta son los regalos de Rebajas.
Al fin y al cabo ser feliz consiste en ponerse metas asequibles que hagan nuestro cotidiano más soportable.
Ni me despido.
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