El amor es a veces distancia y melancolía. E impaciencia añado.
A veces el amor se nutre de gritos y otras de silencio.
Pero sobre todo el amor se mide. Se mide en azulejos y en baldosas. Se mide. Se mide todo. Del verbo medirse con un metro de esos extensibles que venden en las ferreterías. 4,10 por 3,85. Casi 16 metros. Y tres puertas. De 72 cm de ancho sin marco. Y una ventana. 120 x 120. A 118,30 del suelo. ¿Añadimos la despensa? Añadimos la despensa. ¿Añadimos el lavadero? ¿Para qué añadir el lavadero? ¿Eso no es discriminación positiva hacia el lavadero? No añadimos el lavadero.
Hay amores más caros y otros más baratos. Algunos imposibles. Inalcanzables. Gracias a Dios, los hay asequibles. En metros cuadrados o lineales. De número de colores y texturas infinito. Obsesionan, no dejan pensar en nada más. Tres noches sin dormir y sumando, pensando en que podría equivocarme de baldosa. Un poder de concentración anulado. Dificultad a la hora de expresarme mientras mi cabeza se dedica a diseñar cocinas en el kitchen vista del Ikea y del Singular Kitchen. Ikea, o el nirvana de las cocinas donde hallé la inspiración mediterráneoescandinavorústicomoderna de la que quiero impregnar mi cocina de fabricación alemana de paredes blancas, verde manzana y ladrillo visto.
Algunos argumentarán que una se embarca en una reforma para aniquilar la cucaracha que desapareció una noche debajo de la cristalera del salón y que no consiguió matar. Otros, que es la consecuencia directa de tragarse durante todo un verano de dos a tres horas diarias de canal Divinity y sus programas canadienses de reformas, (y si un canadiense puede afrontar una reforma, ¿por qué no puedo hacerlo yo?? ¿Qué tiene un canadiense que no tenga yo aparte de mucha nieve en invierno????). Pero os aseguro que lo único que me mueve es el amor...
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