Soy incapaz de asociar un nombre a una cara a la que supuestamente conozco, creo que debido a que la mayoría de la gente tiene el nombre mal puesto, y sin embargo puedo recordar algo que sucedió hará algo más de 25 años.
Por aquel entonces con motivo de la festividad local en honor a San Roque se celebraba una carrera de cintas en mitad de la plaza. Esta consistía en tender una cuerda metálica que cruzaba la plaza de árbol a árbol. Una vez tendida, alrededor de esta se enrollaban cintas de las que colgaba un aro cosido en uno de sus extremos. Las cintas eran pintadas por las mozuelas del pueblo, aunque hubo un tiempo en que incluso se bordaban. Que realmente no era dibujo sino que las mozuelas escribían sus nombres en ellas. El evento consistía en que una vez colgadas las cintas, los mozuelos pasaban montados en sus bicis por debajo del alambre armados con un palillo fino y largo con el que debían penetrar la argolla y desenrollar las cintas. Ganaba quién más cintas conseguía y por lo general los mozos se adornaban con las cintas a modo de trofeo. Luego los había que se las devolvían con orgullo a sus dueñas si estas eran de su agrado. Dicen que las carreras de cintas originaron más de una parejita y más de dos. Y la verdad es que era emocionante imaginar lo que podía llegar a suceder de cogerla el chico que te hacía tilín.
Pues a mí me la cogió el Rubio, me buscó con la cinta en la mano y me la tiró a la cabeza después de haberle previamente escupido, claro.
Ayer, charlando con los dos hermanos lo recordé aunque me lo callé y nunca me vino tan al pelo aquel refrán que nunca me hartaré de repetir una y otra vez.
Las vueltas que da la vida.
Buenas tardes desde Almería otra vez!!!
PD: cuenta la leyenda que la cinta celeste y bordada que aun conserva mi madre la consiguió mi padre en una carrera de cintas. Pero la verdad es que nunca me la creí mucho.
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