Se metió en el interior del vehículo a través de la ventanilla abierta y de la cara de mi marido me saltó al muslo no una sino dos veces y no recuerdo haber estado tan cerca de la muerte como entonces; sin lograr identificar a priori el monstruo que me atacaba se desató tal pánico con mis gritos y mis intentos frenéticos de espantarlo sacudiéndome los muslos a la vez que pegaba botes en mi asiento, bueno, que si no llegamos a ir a diez kilómetros por hora buscando sitio donde aparcar en la playa, pa' habernos matao!
Y al final el espantado saltamontes se fue como llegó. De un salto a través de la ventanilla del conductor.
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