Hay días en que te encuentras tan down down down, como en la canción de Petula Clark, (bueno, realmente no tiene nada que ver, pero me gusta esa canción, es tan cute, tan blandiblú) que crees que de esta no vas a levantar cabeza. Miras a la gente y crees adivinar en sus ojos una especie de incomprensión e incredulidad hacia lo que sientes, como si lo que te pasara no tuviera la importancia que le estás dando. Te sientes tonta y quejica, lo cual no ayuda demasiado a tu estado anímico general.
Y es cuando el día decide cambiar. No sabes muy bien si por ti si por el sursum corda si por qué. No lo sabes. Al principio, miras de reojo, en plan ¡anda ya! ¡esto sólo es una pequeña tregua hacia algo peor! Y de pronto te encuentras con un montón de los actores que conforman tu vida poniéndose de acuerdo para cambiarte la cara de hoy y te sientes tan bien que te dan ganas de llorar.
Y no sé muy bien cómo hacerlo para agradecer a tanta gente las pinceladas de colores que le han ido dando a un día que había amanecido tan gris.
Hoy debo sentirme afortunada.
Buenas noches.
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