El perdón y la remisión de nuestros pecados. Despertar una conciencia inocente en su ignorancia a una dimensión que hasta ahora desconocía. Es un acto muy egoísta si uno lo piensa bien.
Dos mundos conviven, se entremezclan y a veces incluso coinciden creando un divertido a la par que inquietante juego de luces de lo real y lo imaginario. Pero el límite es el que hay y esa es una puerta que no puede quedar entreabierta.
A veces siento no poder decir que lo siento.
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