Lo digo porque me he levantado a las 7 y cuarto como un viernes cualquiera. Y me he tenido que quitar el pijama y ponerme ropa para salir a la calle, más precisamente para llevar a las enanas al cole;
(NB: al salir he saludado a los albañiles. Pese a unos comienzos accidentados, empiezan a formar parte del entorno y ya no me disgustan tanto como al principio. Incluso me estoy acostumbrado al ruido ensordecedor que hacen. Olor a madera recién cortada que me recuerda la carpintería de mi abuelo. Habrán usado piezas de madera para algo. Recordar escribir un día sobre él)
y he tenido que ir a sacar dinero al cajero que por cierto siempre me toca al pesao de turno delante, que yo me pregunto si se me ha pasado alguna funcionalidad de los cajeros porque es imposible tardar tanto tiempo para consultar un saldo y sacar dinero. Y para qué quería el dinero? Pues para ir a comprar pescado, que me he traído gambas de Garrucha porque no sé decir "¡Qué gambas tan hermosas!" y no llevarme unas cuantas y resulta que con el temporal que ha habido sólo han sacado cuatro cajas en dos días y yo tengo una parte de ellas metidas en el congelador porque a ese precio no se las iba a echar al bacalao al horno con almejas que he preparado. Y también he ido al Dámaso a comprar sal para horno. Porque no puedo comprar lomo de orza como hace todo buen cristiano, no, yo tengo que hacerlo casero.
Así que después de un café y de ver dos casos de asesinatos en la 6 ("Crímenes imperfectos" y "Asesino en serie"), al fin y al cabo hoy me tocaba día de fiesta y me he permitido ese pequeño lujo, me he decidido por fin a irme al cuarto que tengo asignado en esta casa que es la cocina. Tomen nota:
- se echa sal en una bandeja de aluminio, no en la bandeja del horno directamente, porque aunque la sal se despega con facilidad es difícil de manejar, y se pone en medio un trozo de lomo de 1,5 kilo. Se echa todo lo que queda de bolsa de sal y se abre otra y empieza la escultura del lomo porque todo tiene que quedar tapado por la sal lo cual no es fácil cuando apenas sobran dos dedos de espacio a cada lado del trozo de carne. Se consigue por fin, una auténtica obra de arte y se mete al horno a tope indefinidamente.
- se corta media cebolla en láminas finas, se hace una cama con ella en el fondo de una bandeja, se pone un filete de bacalao fresco cortado en cuatro trozos encima, unas almejas nacionales alrededor, se le echa un chorrito de vino dulce, se le pega un traguillo a la botella (eso siempre, ya es ritual), se le echa otro chorro de aceite de oliva y pan rallado por encima. Se reserva.
- se coge la otra mitad de cebolla, durante unos segundos se plantea envolverla en flim y finalmente se decide proceder a la elaboración del pisto programado para la semana entrante,
- se corta la cebolla muy fina y se echa en una cacerola con aceite. Se cogen dos ajos los cuales con un golpe certero de muñeca sobre la hoja del cuchillo se abren y se echan. Se coge un pimiento rojo y se corta muy fino. Se echa. Se coge un calabacín, se pela, se corta en cuadritos, se echa. Se coge una berenjena e ídem. Sin olvidar una hoja de laurel. Y se rehoga todo. Aunque sin olvidar el truco de la berenjena que es echarla la última y no menear el conjunto hasta que esta no resude.
(a todo esto controlamos que no se haga tarde para ir a por las niñas y como vemos que tenemos mañana de sobra nos ponemos a limpiar tranquilamente la cocina con ese gas letal llamado también amoníaco)
- tenemos todavía los dos calamares que hemos comprado a las crías y nos disponemos a limpiarlos, cortarlos y lavarlos para secarlos a posteriori y tenerlos listos cuando toque freírlos. Esto es fundamental para que estos se frían sin que la harina forme una pasta inmunda y que no salten. Pocas cosas hay que me asusten más que un calamar que salte durante la fritura!!! Es igual de letal que el gas anteriormente mencionado.
- a todo eso, pensamos en el menú de hoy y como no hay aun suficiente trasto de por medio, nos disponemos a cocer el litro y medio de sopa que mi mami me dio ayer para echarle las estrellitas y tener la pasta cocida y no tener más que calentarla dentro de un rato.
(a estas alturas hemos perdido la cuenta de los cacharros en danza)
- el pisto está listo para echarle el tomate troceado, cosa que hacemos y removemos
- la costra de sal se ha abierto; ahora toca rezar para que el lomo se haya hecho. (Este es uno de esos momentos chispeantes de la cocina: el momento crucial en que averiguamos si lo hemos hecho bien o si por el contrario hemos fallado). Retiro la costra. Pincho la carne. No sale sangre sino un líquido blanquecino. Objetivo conseguido. Apartamos y dejamos que se enfríe.
...
Podría seguir infinitamente no pero casi contando todo lo logrado esta mañana. Sólo indicar que he salido de la cocina a las 4 de la tarde, que tengo comida para diez tapers y eso que hemos organizado un festival de las migas para este finde que consiste en aprovechar los coletazos del invierno para pegarnos dos atracones consecutivos de migas en casa de las madres.
El caso es que por lo general odio desperdiciar la comida y sin embargo también padezco un extraño síndrome que me impide comerme algo que lleve demasiado tiempo dando vueltas (me refiero por demasiado tiempo a unas 48 horas más o menos).
En conclusión, que he trabajado por gusto, no por necesidad, incluso puede que por nada, y sin embargo esta mañana me apetecía dedicarla a una de las cosas que más me gusta hacer que es cocinar.
A todos los que sabéis descansar en vuestro tiempo de asueto,
Enhorabuena y buen finde!!!
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