Un día vas en mangas de jersey (literalmente) y a la mañana siguiente hace un viento tan de cojones que te metes en el coche con escalofríos y el consabido brrrr tan socorrido en estos casos. Y no es que haga el fucking freezing del chiste (¿nunca os he contado el chiste irlandés del polar bear? bueno, seguro que algún día lo haré aunque lo divertido es poner el acento irlandés) pero es que los cuerpos necesitan su tiempo de adaptación y repito que ayer iba en mangas de jersey.
Enciendes la música y te encuentras con la canción nº6 del libro de catequesis que era la que tuviste que cantar ayer con resultados muy irregulares (el estribillo te salió chachi, pero lo que es de lo demás te volviste a inventar la melodía... uufff, pos sí....).
Por cierto, ¿os molesta que hable conmigo mismo mezclando el tú y el yo en plan golum? Son manías. Disculpad las molestias.
Bueno, que no me apetecía escuchar mi música, el somebody I used to know, la Lana del Rey ni tampoco la chica esta de la voz increíble y de cuyo nombre no me acuerdo ahora mismo, pero es que no me apetecía, porque es música demasiado deprimente, sólo apta para esos momentos en los que me apetece "broyer du noir". Así que he ido directamente a la opción B: el pen de las canciones que ha estado seleccionando mi marido.
Sin lugar a duda mi marido tiene buenos gustos musicales, aunque con tintes nostálgicos, pero puedes pasar un ratito agradable escuchando a clásicos como Dire Straits, U2, Queen o a otros un tanto pastelosos como Wet Wet Wet, Shanya Twain o Céline Dion, pero lo dicho, todos muy agradables.
Ahora bien, y de pronto justo después de Céline Dion y su tan bonita y profunda canción, empieza a sonar lo siguiente:
Y entonces es cuando se te dibuja una enorme sonrisa en la cara, y no puedes imaginar en qué momento se le ocurrió grabar esta canción entre el "My heart will go on" y el "You're the one" y como siempre me pasa con esta canción, de pronto me teletransporto a una sala de gym embutida en un mono rosa fosforito con una banda apretándome la frente y delante de mí está esa fabulosa mujer negra fuerte y musculosa moviéndose a un ritmo endiablado y a la que sigo con el meneíto de cuello y de hombros.
En serio, quien escuche esto, aunque sólo sea el estribillo y no menee alguna parte de su cuerpo, bien sea las caderas, el culito, la cabeza o los hombros, no es humano. A mí es que me pilló sentadita en el coche completamente desprevenida y sin las mallas.
Y aquí y así en un "un deux trois", de una manera tan sencilla que resulta genial es cómo se consigue dibujar ya de buena mañana una sonrisa en la cara de los demás. Et voilà, ;-))!!
Esta vez sí, buenas noches!!!!
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