Je l'ai echappé belle! Anoche me dejé llevar como pocas veces lo he hecho en este blog y escribí un alegato incendiario que gracias a Dios he borrado antes de que hiriera los sentimientos de nadie.
Y es que anoche me di cuenta de que era 5 de septiembre a las 10 y media de la noche. Juanfran me había dicho que se examinaba el día 5, para mí esa fecha quedaba lejísimo, y sin embargo ayer ya era 5 de septiembre. Dentro de unos días, la peque ya irá al cole, mi Gabriela entrará en primaria, traerá deberes y todo, habrá pasado selectividad y tendré un nuevo y aterrador horario al que no me quedará más remedio que acostumbrarme. A las 10 y media, me di cuenta así de que mi mente seguía tumbada sobre la arena de alguna playa de Cabo de Gata, sin calendario, sin fechas ni horarios y como única cadencia que marcara su ritmo el vaivén de las olas.
Sin embargo, ya llegó ese momento. Es ineludible. El verano ha acabado y toca volver.
Pero este año será distinto.
¿De verdad?
Bueno, decir eso y nada es casi lo mismo. No he conocido dos años iguales, ni dos estaciones, ni tan siquiera dos veranos que se parecieran. Me refiero a que más allá de nuestros universos personales, los cuales son infinitos, este otoño será distinto.
O no.
Durante la tensa y falsa calma del verano algunas voces se apresuraron a vaticinar que este otoño sería el principio de ¿algo? que implicaba el final de otra cosa. Para esas voces, muchas, pocas, ruidosas, hemos llegado a ese punto de no retorno en que habrá que decidir entre levantarse o seguir agachándose.
Pero este año será distinto.
¿De verdad?
Bueno, decir eso y nada es casi lo mismo. No he conocido dos años iguales, ni dos estaciones, ni tan siquiera dos veranos que se parecieran. Me refiero a que más allá de nuestros universos personales, los cuales son infinitos, este otoño será distinto.
O no.
Durante la tensa y falsa calma del verano algunas voces se apresuraron a vaticinar que este otoño sería el principio de ¿algo? que implicaba el final de otra cosa. Para esas voces, muchas, pocas, ruidosas, hemos llegado a ese punto de no retorno en que habrá que decidir entre levantarse o seguir agachándose.
Llevamos ¿cuántos años? agachando la cabeza y por los tintes dramáticos que va tomando el dibujo de la curvatura, yo diría que la mayoría estamos a punto de darnos de narices contra el suelo.
No, no es de ahora, que me la traen al pairo los cuatro pijos que ven en la coyuntura actual el momento "ideal" para montar su pequeña revolución bolivariana con sus Iphones en mano bajo pretexto proletario vete tú a saber por qué. Aunque el por qué es más que evidente. Y no me refiero precisamente a Sánchez Gordillo, aunque también tenga un Iphone que manipula con admirable torpeza.
Pero puede que haya llegado ese momento. Son tales las aberraciones que se han estado cometiendo contra los ciudadanos, que puede que finalmente haya llegado el momento de cambiar las cosas.
Pero está también el hecho de que me niegue en rotundo a creerme los cantos de sirena de nadie. Hubo un tiempo en que creí en la utopía y no veas el batacazo que me pegué y cómo mi ingenuidad me dolió en el orgullo, yo que me creía tan lista. Como en aquella canción que cantaba María Jiménez, "... tú que eres tan guapa y tan lista..." Es que la ingenuidad y la credulidad son enfermedades que conviene erradicar cuanto antes.
No, no es de ahora, que me la traen al pairo los cuatro pijos que ven en la coyuntura actual el momento "ideal" para montar su pequeña revolución bolivariana con sus Iphones en mano bajo pretexto proletario vete tú a saber por qué. Aunque el por qué es más que evidente. Y no me refiero precisamente a Sánchez Gordillo, aunque también tenga un Iphone que manipula con admirable torpeza.
Pero puede que haya llegado ese momento. Son tales las aberraciones que se han estado cometiendo contra los ciudadanos, que puede que finalmente haya llegado el momento de cambiar las cosas.
Pero está también el hecho de que me niegue en rotundo a creerme los cantos de sirena de nadie. Hubo un tiempo en que creí en la utopía y no veas el batacazo que me pegué y cómo mi ingenuidad me dolió en el orgullo, yo que me creía tan lista. Como en aquella canción que cantaba María Jiménez, "... tú que eres tan guapa y tan lista..." Es que la ingenuidad y la credulidad son enfermedades que conviene erradicar cuanto antes.
Y ahí está el dilema, al menos el mío. Dilucidar lo que hay de verdad, de razón, de ética política, ciudadana y social detrás de esas voces, de qué se puede hacer, porque el "quítate tú para ponerme yo" ya lo hemos probado antes con los resultados que ya todos conocemos; y si ha llegado ya ese momento en que todos y cada uno de nosotros tendremos que decidir si mirar cómo otros luchan por nosotros, si desenmascarar a los impostores, si ignorar una enorme farsa o simplemente si emprender la lucha.
O no.
O no.
¿Habrá otoño caliente?
Menos mal que borré el mensaje de anoche.
Menos mal que borré el mensaje de anoche.
PD: Es cierto. padezco "horariofobia". Pero en mi caso es una dolencia bastante benigna cuyos efectos suelen durar como mucho unas dos o tres semanas. dos o tres meses. En todo caso, seguro que para después de Navidad.
Estando allí, mi mente ya me avisó que tarde o temprano tendría el enorme deseo de volver a aquella playa de aquel día perfecto en que no nos queríamos ir de allí. Todo era más fácil entonces. Lo que yo nunca pensé es que ocurriría tan pronto.
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